"Él, él no está loco, él cree, eso es todo, él la ve en todos lados, él la espera de pie, una rosa en la mano, aparte de ella, él no espera nada..."
La música suena, las personas bailan, mi jaqueca aumenta. Con el brazo reposando sobre el asiento, con el dedo índice presionando mi cabeza, intentando soportar el momento, dejando que el tiempo pase y esto termine.
El dolor y mi postura dan a mi frío rostro una expresión aún menos amigables. La música cambia y de entre la gente alguien hace que cambie de humor de forma radical, mi ceja arqueada, se extiende para acompañar a mi boca que casi se abre de la impresión. Las parejas que bailan se detienen, observan y murmuran. Una chica se acerca, traga saliva, toma su amplio vestido con ambas manos, ahí es donde sus miedos se combierten en fuerza y comienza a subir los escalones que conducen a mi trono. En el último peldaño deja escapar el aire de su boca y con una sonrisa extiende el brazo y me ofrece la mano en señal de aceptar bailar conmigo.
Mi padre, el rey, me a obligado a contraer matrimonio con la hija del rey de la nación sercana, anteponiendo los intereses de ambos reinos.
Han organizado un baile próximo para conocer a la joven y anunciar el compromiso. No me agrada la idea y me escuso diciendo que no se bailar, pero mi padre no deja eso así, y contrata a un profesor. Las clases comienzan y vuelvo a excusarme con que no bailare con él, por que es hombre, él no le ve el problema y llama a su mejor alumna. Una joven de piel blanca y rosadas mejillas, el cabello obscuro y grandes ojos azules. Se mantiene fría y sin expresión alguna ante mi, su mirada me tenia atrapado, tanto que ya no puse ninguna otra escusa. No se inmutó ante mi mirada, estamos frente a frente, hago una reverencia de cortesía, ella hace lo mismo antes de tomarnos por los antebrazos y comenzar a bailar, damos algunas vueltas y cambiamos de dirección. Ha llegado el momento de tomarla por la cintura, la acercó lentamente a mi, ella reposa una mano sobre la mía y con la otra delicadamente toca mi hombro, su rostro solo a cambiado para respirar.
Parecía que bailaba con un ángel, ahora no quería que la música terminará, no era el bailar, no era la música, era el con quien tenía que hacerlo. El profesor no dijo nada, todo iba bien, se sentía muy bien. Nuestras miradas se encontraron y no pude evitar sonreír, ella se sonrojo y sentí como el hielo de mi frío corazón se derretía. Todo se terminó cuando escuché entrar a mi padre, aplaudiendo y alardeando de lo que veía, la fiesta de compromiso se llevaría a cabo si o si.
Mientras llegaba la fecha de dicha celebración pedí que las clases de baile co tinuaran. Ansioso esperaba la tarde para poder ver a Linda, su nombre era la perfecta descripción de como era. Aquella seria dama del primer día se había transformado en la mujer más hermosa que mis ojos habían visto, además de aquella sensación única y simbrante que me causo la primera vez con su tacto.
Aún en el día de la fiesta de compromiso pedí que llegara, en mi mente se encontraba el pensamiento de poder despedirme de ella, al final aquel frío rostro pasó a ser uno sonriente acompañado de delicadeza y pena.
Así como yo la quería, ella me quería a mi. No se si fue lo mejor o el horror más grande que había cometido, la bese y supe que lo nuestro sería una triste historia de amor.
La hora llegó y tenía que presentarme al evento. Soporte el abrumador ruido de toda la gente, la música y el comentario clavado en mi cerebro del consejero real, de bailar con mi prometida, eso cada vez aumentaba más mi jaqueca.
La música cambió y la mandibula casi se me cae al ver a Linda acercarce con aquella decisión y firmeza del primer día en el que nos conocimos. Indique al guardia que no la detuviera. Al llegar a mi extendió el brazo y me ofreció la mano en señal de aceptar bailar conmigo. Me puse de pie y tome su mano como si fuera mía. La gente murmuraba, los invitados que acompañaban a la hija del rey no sabían que esperar y hacer.
Como en cada tarde luego de la reverencia, con la misma delicadeza posaba la mano sobre mi hombro y yo la tomaba firmemente por la cintura. Luego de algunos giros me acercó a mi prometida y me indicó debía bailar con ella, ya estaba ahí, así que lo hice, al terminar la canción me disculpe y quise buscarla.
Linda me dijo durante el baile que no podía ser, que no debía ser. En mi trayecto fui bajando el ritmo hasta detenerme. El compromiso estaba hecho, yo pronto seria el sucesor del reino y no podía pensar solo en mi, un pueblo entero dependía de mi. Volví y de la manera más correcta todo se llevó a cabo, los reinos se aliaron y recibiré la corona. Pero no la he olvidado, la espero y cada noche sueño con poder bailar con ella, con poder ver sus ojos azules y sus rosada mejillas, tenerla entre mis brazos y no soltarla.
... A parte de ella no espero nada...