Entre libros y miradas

Capítulo 15: Rencores y tentaciones

Camila estaba acostumbrada a que la vida se desmoronara una y otra vez. Pero esta vez, no era solo ella quien se estaba reconstruyendo. Todo el ambiente en la escuela parecía haber cambiado, como si los ecos de su valentía resonaran en los pasillos.

Jackson había estado ausente desde la última vez que se habían visto en el club literario. Había algo extraño en su actitud, algo que ella no podía descifrar. A veces, cuando se cruzaban por los pasillos, sus miradas se encontraban, pero ninguno de los dos decía nada. Camila se había acostumbrado a no esperar nada de él, aunque su corazón seguía latiendo más rápido de lo normal cada vez que lo veía.

Pero había algo nuevo en el aire. Algo que Camila no había anticipado.

Un chico nuevo apareció en la escuela. Su nombre era Andrés. Alto, con una mirada intensa y una sonrisa desafiante. Era imposible no notar la forma en que se movía, cómo su presencia atraía las miradas de todos, pero sobre todo, cómo sus ojos parecían estar siempre buscando a Camila.

Era el tipo de chico que no necesitaba esfuerzo para ser el centro de atención. En el primer día de clases, se acercó a Camila mientras ella estaba en la biblioteca, hojeando un libro de poesía.

—Nunca te había visto por aquí —dijo Andrés con una sonrisa encantadora—. Me llaman la atención las chicas que prefieren libros antes que fiestas.

Camila lo miró de reojo, incómoda pero intrigada. Su mirada era audaz, y la forma en que se acercó, sin temor, hizo que una chispa de curiosidad se encendiera en su interior.

—No soy muy buena en las fiestas —respondió Camila con una pequeña sonrisa, volviendo su atención al libro.

Andrés no se desanimó. Se sentó a su lado, sin preguntarle. Ella no se movió, pero tampoco lo ignoró.

— ¿Te interesa la poesía? —preguntó él, acercándose más—. Yo también soy un apasionado de los versos... y de los secretos.

Camila lo miró, algo sorprendida por la proximidad. Andrés no tenía pudor, no como Jackson había sido en el pasado. Había algo en él que la atraía, pero también la hacía sentir vulnerable. Jackson ya no estaba ahí para protegerla, o para ser el chico que siempre había sido su punto de referencia.

El chico nuevo dejó caer su mano sobre la mesa, tan cerca de la suya que pudo sentir el calor de su piel.

—¿Qué harías si alguien te tocara así? —dijo Andrés en voz baja, con una mirada pícara.

Camila tragó saliva, el aire de la biblioteca ya no era el mismo. Algo en ella respondió a ese tono juguetón, a esa mirada desafiante. Su corazón latió más rápido, pero no podía dejarse llevar. No podía dejar que su soledad la empujara a tomar decisiones impulsivas.

En ese momento, Jackson apareció. Sus ojos se encontraron con los de Camila y, por un segundo, algo en su mirada cambió. Andrés levantó la vista y lo vio. No había dudas: el chico se había dado cuenta de la presencia de Jackson. Un desafío silencioso se instaló en el aire.

— ¿Camila? —Jackson habló, su voz suave pero llena de algo que ella no supo identificar. Camila se levantó, sorprendida por la intensidad de su tono.

—Hola, Jackson —respondió ella, con una sonrisa algo incómoda.

Jackson miró a Andrés, y la tensión entre los tres se hizo palpable. Nadie dijo nada, pero las palabras estaban flotando entre ellos, esperando ser pronunciadas.

Al día siguiente, en el parque donde solían reunirse, Camila se encontró con Jackson nuevamente. Esta vez, sin Andrés cerca, las cosas parecían más claras. Jackson se acercó a ella, y Camila lo miró, sin saber bien qué esperar.

—Camila, sé que las cosas entre nosotros no están bien —dijo Jackson, con un tono serio—. Pero no puedo dejar de pensar en ti. A veces, siento que hemos llegado a un punto donde ya no sé quién soy sin ti.

Camila lo miró fijamente. El corazón de ella latió con fuerza, pero algo dentro de ella le decía que ya no podía seguir dependiendo de él.

—Jackson, yo… —Comenzó a decir, pero él la interrumpió.

—No quiero que esto termine entre nosotros. Pero no sé si todavía soy el chico que mereces. Sé que necesitas más, y yo… yo no sé si puedo dártelo.

Camila se sintió confundida. Jackson estaba abriéndose de una manera que no esperaba, pero, al mismo tiempo, había algo en él que ya no sentía como antes. La distancia entre ellos era palpable, y las palabras ya no alcanzaban a salvar lo que una vez fue.

En ese momento, la voz de Andrés irrumpió en la conversación. Apareció de la nada, con una sonrisa desafiante.

— ¿No me invitan a la conversación? —dijo, mirando a Camila y luego a Jackson.

Camila lo miró sorprendida. Andrés siempre estaba donde menos lo esperaba, y esa constante cercanía comenzaba a intrigarla. ¿Qué quería él realmente de ella?

Más tarde esa noche, cuando Camila estaba en su habitación, su teléfono vibró. Era un mensaje de texto. Cuando lo abrió, vio que era de Jackson.

"Lo siento, Camila. Pero creo que necesito tiempo para pensar. No quiero ser el que te haga daño. Tómate tu tiempo, y yo también lo haré."

Camila se quedó mirando el mensaje, su mente en blanco. ¿Realmente se estaba distanciando? ¿O era solo una excusa para que ella lo buscara?

Justo cuando estaba a punto de responder, otro mensaje llegó, pero esta vez era de Andrés.

"No tienes que preocuparte por lo que piensan los demás. Yo estoy aquí para ti, siempre."

Camila dejó el teléfono a un lado. Su cuerpo sentía una mezcla de deseos reprimidos y dudas sin respuesta. Se acostó en la cama, cerró los ojos, y se permitió pensar en lo que realmente quería. En ese momento, una sensación de poder comenzó a despertar en ella.

La vida le estaba dando opciones. Y ella, por fin, estaba lista para tomar decisiones. Pero sabía que no sería fácil.




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