Entre libros y miradas

Capítulo 19: Vuelven las piezas a encajar

El tiempo había pasado, y con él, los días parecían irse deslizando en una rutina que ya no tenía sabor para Camila. Aunque la vida seguía adelante, el peso del distanciamiento con Jackson seguía presente. Cada día, su corazón se sentía más dividido entre lo que había sido y lo que podría ser. En sus sueños, aún los sentía cerca, y a veces, al caminar por el campus, su mirada se encontraba con la de él, pero rápidamente se apartaba, evitando el dolor de lo que ambos habían perdido.

Jackson había intentado acercarse en varias ocasiones, pero algo en el aire entre ellos los mantenía a una distancia que ni siquiera los más dulces recuerdos podían romper. Sabía que él la quería, pero también sabía que las heridas no se curan con palabras vacías. Necesitaba tiempo. Ambos lo necesitaban.

Era una tarde de otoño, las hojas caían suavemente en el parque que solían frecuentar. Camila caminaba sola, sumida en sus pensamientos, cuando una figura conocida apareció ante ella. Jackson. No era un encuentro planeado, pero tampoco un accidente. Era el destino.

—Camila... —su voz suave la sacó de su ensimismamiento.

Al principio, el miedo a enfrentar su propio dolor la detuvo, pero después, algo en su interior la empujó a dar un paso hacia él. No quería seguir viviendo con ese vacío, con esa pregunta flotando entre ellos. ¿Qué quedaba después del amor?

—Hola, Jackson... —respondió con cautela.

Ambos se quedaron quietos, observándose como si fueran extraños, pero en sus ojos aún ardía la misma chispa que los había unido tantas veces antes.

—¿Podemos hablar? —preguntó Jackson, su tono preocupado pero también lleno de esperanza.

Camila asintió, y sin decir nada más, lo siguió hacia un banco vacío bajo un árbol. La conversación que había estado evitando tanto tiempo comenzaba ahora a tomar forma.

—Te he extrañado, Camila. Más de lo que quiero admitir. —Jackson comenzó, mirando al frente, sin atreverse a mirarla de lleno—. Y sé que he estado distante, pero la verdad es que he tenido miedo. Miedo de perderte, miedo de que todo lo que habíamos construido fuera solo una ilusión.

Camila lo miró con una mezcla de tristeza y comprensión. Sabía que su dolor no era solo suyo, que Jackson también había sufrido. Sin embargo, no podía negar que sentía una brecha profunda entre ellos.

—Yo también te he extrañado —respondió ella, la voz temblando ligeramente—. Pero hay algo que necesito entender. No puedo seguir adelante sin saber si realmente estamos preparados para amarnos sin miedo, sin dudas. No quiero seguir siendo un objeto de inseguridad para ti, ni quiero que me veas como una carga.

Jackson la miró finalmente, y sus ojos se suavizaron al escuchar sus palabras. Se acercó un poco más, como si quisiera sentir su presencia de nuevo, como si el contacto físico pudiera sanar algo dentro de él.

—No eres una carga, Camila —dijo con firmeza, tomando sus manos entre las suyas—. Te he fallado. No he sabido cómo ser el tipo de persona que mereces, pero estoy dispuesto a cambiar, a trabajar en nosotros. Porque tú me haces ser mejor.

El corazón de Camila latió con fuerza. Jackson estaba dispuesto a luchar. Y aunque aún había cicatrices, también había algo muy real entre ellos. La conexión que no podían negar. Camila sonrió tímidamente, y por primera vez en semanas, sintió una pequeña chispa de esperanza.

—Quiero que lo intentemos de nuevo, Jackson. Pero no quiero que sea por presión, ni por miedo. Quiero que lo hagamos porque realmente creemos que podemos ser mejores juntos.

Jackson asintió, y sin más palabras, la abrazó con fuerza. No necesitaban decir más. Habían encontrado el camino de regreso a lo que más deseaban. Pero, como siempre ocurre en las historias como la suya, el destino no iba a dejarlos tranquilos tan fácilmente.

Esa misma tarde, cuando Camila volvía a su casa, se encontró con Abril en el pasillo, una sonrisa maliciosa dibujada en su rostro.

—¿Así que has vuelto con Jackson? —preguntó Abril, su tono cargado de veneno.

Camila no respondió, pero la incomodidad comenzó a asentarse en su pecho. Algo en la mirada de Abril no le gustaba.

—Ya lo sabes —dijo Camila, sin mirarla a los ojos.

Abril dio un paso hacia ella, sonriendo con suficiencia. Su actitud era la misma de siempre, pero ahora había algo más peligroso en su mirada, algo que no podía ignorarse.

—Sabes, Camila, yo siempre te he admirado. Pero hay algo que no entiendo. ¿Por qué te aferras tanto a alguien que, en el fondo, no te valora? —dijo Abril con una risa baja y cruel. —Tal vez deberías abrir los ojos. Jackson no es para ti.

El comentario de Abril la hizo dudar, aunque solo fuera por un segundo. Sin embargo, decidió no darle el gusto. No esta vez.

—Jackson y yo estamos bien, Abril. No tienes nada que hacer aquí.

Pero Abril no se detuvo. En ese momento, su sonrisa se transformó en una expresión maliciosa, y dio un paso más cerca de Camila.

— ¿De verdad estás tan segura? —Dijo, con una mirada llena de veneno—. Porque sé algo que podría hacer que Jackson cambie de opinión... Algo que podría hacer que se aleje de ti para siempre.

Camila se tensó. Su intuición le decía que Abril estaba jugando con fuego. Pero lo que Abril acababa de insinuar era lo peor. ¿Qué quería decir? ¿Qué sabía ella?

Esa noche, mientras Camila y Jackson cenaban juntos, Camila no podía quitarse la sensación de que algo más estaba por suceder. La cena había sido tranquila, divertida, como los viejos tiempos, pero algo en el aire seguía siendo incómodo. Jackson, aunque cercano, parecía preocupado.

— ¿Te pasa algo? —le preguntó Camila, con una sonrisa tímida.

Jackson la miró, pero su expresión se tornó seria.

—No sé, Camila... Hay algo raro en el aire. Como si estuviera pasando algo que no entiendo.

Un escalofrío recorrió la espalda de Camila. Sabía que Abril no se rendiría fácilmente, pero lo que no sabía era hasta dónde llegaría. ¿Qué había planeado?




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