Entre libros y miradas

Capítulo 21: Ecos del Pasado

La semana siguiente estuvo llena de incertidumbre. Camila aún no sabía cómo procesar todo lo que había sucedido en los últimos días. Las palabras de Jackson, su confesión, y la verdad detrás de la manipulación de Abril, todo parecía demasiado complejo para asimilarlo de inmediato. A veces, sentía que su corazón estaba a punto de explotar, pero al mismo tiempo, no podía dejar de sentirse agradecida de no estar sola en todo esto.

Jackson había hecho un esfuerzo por acercarse más a ella, por mostrarle que, a pesar de las sombras que se cernían sobre ellos, su relación seguía siendo algo real, algo que valía la pena salvar. Habían hablado muchas veces, pero las palabras seguían siendo insuficientes. Camila necesitaba ver la acción, no solo las promesas.

El sábado por la tarde, después de una larga semana de tensiones, Jackson invitó a Camila a un lugar especial. Quería hacer algo diferente, algo que les permitiera reconectar, aunque fuera solo por un par de horas. Camila aceptó con una sonrisa, sin dudar, y se arregló de manera sencilla, pero con un aire de nerviosismo que no podía ocultar.

Jackson la esperó en su moto, como en aquellos días en los que todo parecía más fácil. Aunque el tiempo había pasado, el viento en sus cabellos seguía siendo el mismo. Camila subió detrás de él, abrazándolo con suavidad, y mientras recorrían las calles, el aire fresco parecía limpiarle el alma.

El destino los llevó a un pequeño parque en las afueras de la ciudad, un lugar tranquilo que ambos solían visitar cuando necesitaban escapar de la presión del mundo. No había nada que pudiera interrumpir su tiempo juntos: solo el murmullo de las hojas moviéndose con el viento y el sonido lejano de las aves.

—Este lugar siempre me hace sentir en paz —comentó Jackson, mirándola mientras se sentaban en un banco bajo un árbol frondoso.

Camila asintió, sin decir nada. Estaba allí, sentada a su lado, pero las palabras seguían atascadas en su garganta. Sabía que la conversación importante, la que ambos debían tener, no podía esperar más.

—Jackson, ¿por qué no me lo dijiste antes? —preguntó al fin, su voz suave pero firme.

Jackson la miró, un suspiro escapando de sus labios. Se pasaban las manos por el cabello, nervioso, como si buscara la manera de explicarse.

—Te lo debía decir, lo sé. Pero no sabía cómo. No quería que pensaras que te estaba ocultando cosas. —Se giró hacia ella, tomando su mano con delicadeza—. Pero lo que quiero que sepas, Camila, es que te necesito. No solo para lo que compartimos, sino para lo que quiero construir. Y no me importa lo que digan los demás, ni lo que pase con Abril o Andrés. Yo solo quiero que sigamos adelante.

Camila, con el corazón acelerado, sintió cómo las palabras de Jackson la envolvían como un abrazo. Era lo que había necesitado escuchar, pero a la vez, sentía que había más que debían decirse. ¿Cómo podían avanzar si todo lo que había sucedido seguía presente? Las heridas aún no estaban completamente curadas.

—Te quiero, Jackson —dijo ella, pero su voz se rompió un poco al pronunciar las palabras. No podía evitarlo. Era una declaración sencilla, pero tan llena de emoción que apenas podía sostenerse de pie, de lo frágil que la hacía sentirse—. Pero necesito tiempo. Necesito estar segura de que no hay más secretos entre nosotros. Necesito saber que todo esto es real.

Jackson la miró con compasión, asintiendo lentamente.

—Lo sé, Camila. Y te prometo que voy a esperar todo el tiempo que necesites. Pero quiero que sepas que no tienes que hacerlo sola. Yo estoy aquí, con o sin secretos.

Esas palabras le dieron el valor suficiente para abrazarlo, para dejarse llevar por un momento de pura conexión, sin preocupaciones, sin dudas. Solo el calor de su cuerpo junto al suyo.

El día siguiente, después de un desayuno sencillo en el pequeño café del centro, Camila regresó a su rutina diaria, aunque su mente no dejaba de pensar en Jackson. A medida que pasaban las horas, algo dentro de ella se sentía más ligero. Las tensiones que había arrastrado durante semanas parecían ir desvaneciéndose poco a poco.

No obstante, las cosas no podían ser tan fáciles. Abril, como siempre, seguía al acecho, observando desde las sombras. Camila podía sentirla cerca, incluso cuando no la veía. La chica popular, con sus provocaciones y sonrisas falsas, no se rendiría tan fácilmente.

Esa tarde, mientras Camila caminaba por los pasillos de la escuela, Abril apareció de la nada. Con una sonrisa cargada de veneno, la miró directamente a los ojos.

— ¿Todavía crees que todo esto va a funcionar, Camila? —preguntó Abril, su voz bajita pero cargada de hostilidad—. Jackson no te va a durar mucho. Y cuando te caigas de esa nube, ¿quién crees que va a estar allí para recogerte?

Camila intentó mantenerse tranquila, pero las palabras de Abril hicieron que una ola de rabia se levantara en su pecho. En vez de responder, decidió seguir caminando, ignorando la mirada desafiante de Abril.

—¡No creas que te vas a salir con la tuya! —gritó Abril, pero Camila no se detuvo. Era como si finalmente hubiera encontrado su fuerza.

En ese momento, una mano firme se posó sobre su hombro. Era Jackson. Había estado observando todo desde la distancia, y no dudó en intervenir.

—Deja de acosarla, Abril. Si tienes algo que decir, hazlo de manera respetuosa. Si no, mejor cállate —dijo Jackson con voz firme, su tono más autoritario que nunca.

Abril se quedó en silencio por un momento, sorprendida por la intervención de Jackson. Luego, con una risa sarcástica, se dio la vuelta y se alejó.

—Esto no ha terminado, Camila —murmuró antes de irse.

Jackson miró a Camila, su rostro lleno de preocupación.

— ¿Estás bien? —preguntó con suavidad, tocándole el rostro como si quisiera asegurarse de que no había sufrido demasiado con las palabras de Abril.

—Estoy bien. Más fuerte que antes —respondió Camila, sonriendo débilmente.




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