Entre libros y miradas

Capítulo 22: El Futuro en Juego

Camila caminaba por los pasillos de la escuela, cada paso un eco en su mente. Las tensiones de las últimas semanas habían dejado huellas en su corazón, pero también la habían fortalecido. A pesar de los juegos mentales de Abril y los altibajos de su relación con Jackson, ella sentía que, finalmente, estaba comenzando a comprender su propio valor.

La conversación con Jackson de la noche anterior aún resonaba en su cabeza. Ambos habían acordado que necesitaban tiempo para sanar, para crecer por separado, pero con la firme promesa de no rendirse el uno con el otro. Sabía que el amor no era una carrera, ni una solución mágica para los problemas que enfrentaban. Ambos tenían que aprender a amarse a sí mismos antes de poder entregarse por completo al otro.

Sin embargo, aunque las palabras habían sido claras, la realidad era mucho más complicada. Jackson había cambiado. No solo en su forma de interactuar con ella, sino en su actitud hacia todo. Camila no podía evitar notar los momentos de distancia, los silencios más largos, las risas que ya no eran tan espontáneas. Había algo en él que no podía entender del todo.

Esa tarde, después de clases, se encontró con Jackson en el mismo parque donde se habían reconciliado días antes. Él estaba allí, esperando bajo el mismo árbol frondoso, como si el tiempo no hubiera pasado. Pero, cuando Camila se acercó, notó que había algo diferente en su mirada. Algo que no podía identificar. Algo que la hacía sentirse aún más insegura.

—¿Estás bien? —preguntó Jackson, levantándose al verla acercarse. Su tono era suave, pero Camila detectó una preocupación subyacente en sus palabras.

—Sí, ¿y tú? —respondió ella, con una sonrisa que no llegaba a ser auténtica. En su interior, un nudo comenzaba a formarse. Sabía que algo no estaba bien, pero no quería confrontarlo directamente.

Jackson la miró por un largo momento, como si estuviera considerando sus palabras cuidadosamente. Luego, dio un paso hacia ella, tomando su mano con suavidad.

—Camila, sé que las cosas no han sido fáciles. Yo también lo siento. He estado distante, lo sé. Y no es justo para ti. Pero... hay algo que necesito decirte.

El corazón de Camila dio un vuelco. ¿Qué estaba pasando? ¿Qué más podía haber que los separara? ¿Acaso todo esto había sido en vano?

—¿Qué pasa, Jackson? —preguntó, su voz temblorosa.

Jackson la miró directamente a los ojos, y por un instante, Camila vio una frágil vulnerabilidad en su rostro. Algo que rara vez había mostrado. Como si estuviera al borde de una gran revelación.

—He estado pensando mucho. Y sé que lo que voy a decir no será fácil de escuchar, pero necesito ser honesto contigo. Camila... creo que necesito un tiempo. Un espacio para pensar en lo que quiero, en lo que somos realmente. No sé si soy la mejor persona para ti en este momento.

Las palabras de Jackson golpearon a Camila como una ola fría. Su mente entró en pánico, pero no permitió que sus emociones tomaran el control. En lugar de llorar o gritar, se quedó en silencio, observándolo en busca de una explicación. ¿Por qué? ¿Por qué ahora?

—Jackson, ¿qué estás diciendo? —preguntó, su voz apenas audible. Sabía que tenía que enfrentarlo, pero no estaba preparada para escuchar lo que él tenía que decir.

—No es que no te quiera, Camila. Es todo lo contrario. Pero hay cosas dentro de mí que aún no entiendo. Y no quiero seguir lastimándote con mis dudas. Creo que, para ser justos con nosotros mismos, necesitamos tiempo para saber qué queremos.

Camila no podía creer lo que escuchaba. ¿Realmente quería que se separaran? ¿O simplemente no estaba dispuesto a luchar por lo que tenían? Las palabras de Jackson la hicieron sentir vacía, como si todo lo que habían construido estuviera desmoronándose frente a sus ojos.

—Lo siento, Camila. Necesito esto. Y sé que tú también lo entiendes, aunque te duela. Pero esto no significa que no te valore. —Jackson tomó su rostro entre sus manos, su mirada llena de arrepentimiento—. Lo que hemos vivido es hermoso. Y siempre lo será. Pero ahora mismo, necesitamos ir por caminos separados.

Camila no dijo nada. No podía. Un nudo le oprimía la garganta, y sus ojos se llenaron de lágrimas que no logró contener. ¿Por qué? ¿Por qué ahora? ¿Por qué después de todo lo que habían superado juntos?

Jackson la abrazó por un momento, pero esta vez, no hubo calor. No hubo la misma conexión que solía haber. Todo parecía más frío, más distante. Como si, al abrazarse, ambos supieran que algo había cambiado irreversiblemente.

Esa noche, Camila volvió a su habitación con el corazón roto. Jackson había sido claro, y aunque lo entendía en su mente, no podía aceptarlo en su corazón. Sentía que había dado todo lo que tenía, que había sido tan valiente para enfrentarse a sus miedos, para abrir su corazón a alguien más. Pero ahora, el vacío en su pecho parecía más grande que nunca.

A lo lejos, en la oscuridad, se oyó el sonido de su teléfono vibrando. Era un mensaje de Abril, como siempre, con su tono desafiante y malicioso.

—¿Estás bien? Lo que tienes con Jackson no durará. No eres lo suficientemente buena para él. Pero no te preocupes, siempre habrá alguien que te quiera.

Camila apretó el teléfono en su mano, sintiendo que la ira la invadía. Abril había jugado su carta, pero esta vez, no iba a dejar que le afectara. Ya no iba a permitir que las palabras de otras personas definieran su valor. Jackson no era la única persona que podía dar sentido a su vida.

Respiró profundamente y miró por la ventana. Las estrellas brillaban en la noche, recordándole que el mundo seguía girando, con o sin Jackson. Y en ese momento, decidió que iba a luchar por ella misma. Porque, al final del día, lo único que necesitaba era creerse suficiente.

Al día siguiente, mientras caminaba hacia la escuela, Camila se dio cuenta de que su vida no estaba terminando. Podía sentir el peso del corazón roto, pero también sentía una chispa de esperanza. Había comenzado a crecer, a aceptarse, a aprender que su valor no dependía de nadie más. Jackson no iba a ser la respuesta a sus inseguridades. Tenía que ser ella misma.




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