Entre libros y miradas

Capítulo 25: La calma antes de la tormenta

Los días siguientes a la conversación con Jackson pasaron lentamente, pero había algo en el aire que parecía más ligero. Camila, aunque aún con dudas, sentía que la situación comenzaba a tomar un rumbo inesperado. A veces, la incertidumbre era más fácil de manejar que el caos que había sentido meses atrás, y quizás, solo quizás, estaba lista para abrir su corazón de nuevo. Sin embargo, el tiempo y las circunstancias la hacían sentir que había algo que todavía necesitaba resolver por sí misma antes de poder tomar cualquier decisión importante.

Después de la librería, Camila se dedicó a reencontrarse con las actividades que tanto disfrutaba. Volvió al club de literatura, comenzó a escribir más relatos sobre sus vivencias, y se sintió inspirada por las historias que brotaban de su mente. La terapia con las palabras, a través de los libros y los poemas, le brindaba el consuelo que aún no podía encontrar completamente en las relaciones interpersonales.

Una tarde, mientras estaba en el club, la voz familiar de Jackson la sacó de su concentración.

— ¿Te molesta si hablamos un momento? —su tono era suave, y en su mirada, Camila pudo ver la sincera necesidad de conectarse.

—Claro —respondió ella, levantándose de su asiento. No pudo evitar sentirse un poco nerviosa al verlo acercarse. La tensión entre ellos seguía existiendo, pero el hecho de que estuviera ahí, queriendo hablar, era un pequeño paso hacia la reconciliación que parecía tan distante hace unos días.

Se sentaron en una mesa cerca de la ventana. Camila se acomodó, pero su mente seguía en las palabras no dichas, en la distancia que, de alguna forma, los había separado y unido a la vez.

—He estado pensando mucho —comenzó Jackson, mirando sus manos, como si las palabras le costaran—. Y... sé que te he fallado, Camila. No me gustaría que pensaras que estoy aquí solo por... lo que sucedió entre nosotros. Quiero demostrarte que me importa de una manera diferente.

Camila lo observó detenidamente. Algo en la sinceridad de sus ojos la conmovió. No podía negar que Jackson había estado presente, había intentado ser el chico que ella necesitaba. Pero las inseguridades de ambos, sumadas a las dificultades externas, los habían empujado a un límite.

—No me tienes que demostrar nada, Jackson. Creo que la cuestión no es lo que puedes hacer por mí, sino lo que ambos necesitamos aprender para seguir adelante, con o sin relación. Lo que sucedió entre nosotros no se arregla con palabras, sino con hechos.

Jackson asintió lentamente, entendiendo el punto de vista de Camila. Había aprendido que las promesas vacías no tenían valor. Solo el tiempo, la paciencia y la sinceridad genuina podían reconstruir lo que había quedado dañado.

—Te respeto mucho, Camila —dijo él, sus ojos fijos en los de ella—. Y si eso significa darnos espacio, lo haré. Pero, quiero que sepas que mis sentimientos por ti no han cambiado. A veces, creo que las personas como nosotros necesitamos más tiempo para entender lo que realmente queremos y necesitamos. Y eso no tiene nada de malo.

Camila no sabía qué responder. La verdad era que sentía lo mismo: sus sentimientos por él no se habían desvanecido, pero la duda seguía siendo una sombra difícil de ignorar. Sin embargo, la sinceridad en las palabras de Jackson le transmitió algo que la hizo sentir más tranquila.

—Lo entiendo, Jackson. Quizá necesitamos vivir nuestra vida y ser quienes somos por separado antes de pensar en estar juntos. Pero eso no significa que no me importes, al contrario, creo que estamos solo en un punto donde necesitamos reconstruir todo lo que teníamos.

Él la miró en silencio, y por un momento, ninguno de los dos dijo nada. Fue un silencio reconfortante, una pausa que les permitió procesar lo que acababan de decir. Sin embargo, las palabras de Abril seguían rondando en la mente de Camila. A pesar de la conversación con Jackson, sentía que algo más se estaba cociendo en el aire. No podía ignorar la presencia de la chica popular, que a pesar de su aparente derrota, siempre encontraba una manera de salir de las sombras y hacer que todo fuera más difícil.

Cuando el sol comenzó a ponerse, Camila y Jackson se despidieron con un abrazo, un gesto que parecía indicar que ambos sabían que el camino hacia la reconciliación no sería fácil, pero que estaban dispuestos a intentarlo, a su propio ritmo.

Esa misma noche, mientras Camila regresaba a casa, un mensaje apareció en su teléfono. Era de Abril, y el contenido de su mensaje la hizo detenerse en seco.

"Me alegra verte tan confiada. Pero no olvides que Jackson no es el único chico en la escuela que se fija en ti. ¿No te gustaría alguien que, al menos, no tenga tantas inseguridades como tú?"

Camila apretó los dientes, sintiendo la rabia arder en su interior. Abril estaba jugando sus últimas cartas, y no estaba dispuesta a ser víctima de nuevo. Mientras leía el mensaje, algo dentro de ella se rompió, no por lo que Abril decía, sino por la necesidad de probarle a sí misma que no le importaba lo que las demás pensaran.

No respondería. No a sus juegos. Pero al mismo tiempo, no podía ignorar que lo que decía tenía un dejo de verdad. En el fondo, Camila sabía que Jackson no era el único en la escuela que se había fijado en ella. Había chicos que la miraban, que la valoraban por lo que era, y no por lo que aparentaba ser.

Al día siguiente, mientras se dirigía a la escuela, Camila se encontró con un rostro familiar. André, el chico que había sido un constante espectador de su relación con Jackson, estaba parado en la puerta de la escuela, esperando a que pasara.

—Hola, Camila —dijo André, su voz amigable, pero con un dejo de preocupación. No parecía ser el mismo chico de antes, sino alguien dispuesto a ofrecerle algo más que simples palabras.

—Hola, André —respondió Camila, no sin cierto desconcierto. Sabía que su presencia no era casual. Lo había visto interactuar con Jackson en ocasiones, pero nunca antes había estado tan cerca.




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