Capítulo 28: Caminos cruzados

Las semanas pasaron con la rapidez de un suspiro, como si el tiempo hubiera decidido correr más rápido de lo normal. Camila ya no se sentía tan perdida. Había encontrado su lugar en la escuela, en su propio cuerpo y en su mente. No era la misma chica insegura de antes, pero las huellas de esas inseguridades aún estaban ahí, marcadas en los rincones más profundos de su ser. Y, aunque Jackson seguía en su vida, las cosas no podían volver a ser como antes.

Sin embargo, no era solo Jackson quien marcaba su presente. La aparición de André había sido una revelación que la había dejado sin saber exactamente qué pensar. Había algo en él, algo intrigante, que le daba vueltas a la cabeza. Si bien sus interacciones habían sido en su mayoría agradables, había una tensión que no podía ignorar. No sabía si quería abrir la puerta a algo más con él, o si realmente se estaba aferrando a lo que había con Jackson, esa relación que, aunque complicada, le daba una sensación de estabilidad.

La situación se complicaba aún más cuando Jackson comenzó a dar señales claras de que quería regresar a su vida, pero no como antes. Había algo diferente en él, algo que ella no podía identificar con certeza, pero que sentía al mirarlo. Quizás había aprendido a respetar más su espacio, quizás se había dado cuenta de que ella ya no necesitaba su aprobación constante.

Una tarde, Camila decidió que no podía seguir viviendo en la incertidumbre. Jackson había dejado de buscarla tanto como antes, y aunque no era algo que la molestara, sí la hacía sentir que algo faltaba. Decidió, entonces, acercarse a él, aclarar las cosas de una vez por todas.

Se encontraron en el parque, bajo el mismo árbol donde meses atrás se habían dado su primer beso. Camila se sintió extraña al estar allí, como si todo el lugar estuviera lleno de recuerdos pesados, de momentos en los que no sabía quién era ni qué quería.

—Jackson, necesitamos hablar —dijo Camila, con la voz firme pero suave, casi como si estuviera temblando por dentro.

Jackson la miró por un momento antes de asentir, invitándola a sentarse en el banco que solían compartir.

—Sí, creo que es necesario. Yo también lo he estado pensando.

Ambos se quedaron en silencio por un momento, cada uno buscando las palabras adecuadas. Camila respiró hondo y comenzó a hablar.

—He estado pensando en todo esto, en lo que está pasando entre nosotros. Sé que las cosas han cambiado, y no estoy segura de si eso es bueno o malo. Pero quiero saber qué sientes tú. Yo... siento que necesitamos encontrar un equilibrio, que no todo tiene que ser tan intenso todo el tiempo.

Jackson la miró con una expresión que parecía comprender lo que quería decir.

—Lo sé, Camila. Yo también he estado pensando mucho en esto. Y creo que tienes razón. Hemos estado tan atrapados en nuestra relación que nos hemos olvidado de lo más importante: nosotros mismos. He estado tan centrado en lo que siento por ti, que no he notado que tú también necesitas tu espacio, tu tiempo para crecer. Y yo... yo también lo necesito.

Camila asintió, sintiendo que sus palabras calaban hondo en su corazón.

—Es raro, ¿no? Quiero estar contigo, pero también sé que tengo que estar bien conmigo misma. No quiero perder lo que somos, pero tampoco quiero perderme en el proceso.

Jackson tomó su mano, con una suavidad que la sorprendió.

—Lo entiendo. Y quiero que sepas que no te estoy pidiendo que elijas entre mí y lo que necesitas para ti. Si alguna vez sientes que te estás perdiendo, que te estoy haciendo sentir atrapada, dímelo. No quiero que nada de esto sea una carga para ti.

Camila sintió una mezcla de emociones: alivio, miedo, y sobre todo, esperanza. Jackson estaba siendo tan honesto, tan transparente, que le resultaba difícil no creer en él.

—Gracias, Jackson—susurró ella, apretando su mano con fuerza—. No sé qué va a pasar, pero creo que podemos intentarlo, de nuevo, a nuestra manera.

A lo lejos, entre los arbustos, alguien observaba la conversación. Era André, quien había llegado al parque para dar un paseo y, por casualidad, se encontró con la escena. No pudo evitar sentir una punzada en su pecho al verlos juntos. Aunque había intentado mantener una distancia respetuosa, algo en su interior se retorcía al ver cómo Jackson la tocaba, cómo ella lo miraba. No quería ser el tercero en discordia, pero no podía evitar preguntarse si tal vez él también tenía algo que ofrecerle a Camila. Algo más que un simple consuelo.

Con el ceño fruncido, André se dio la vuelta y se alejó, sin querer ser testigo de más. Sabía que lo que sentía por Camila no era algo que podía ignorar, pero también sabía que las cosas entre ellos no estaban claras. No quería apresurarse, pero tampoco podía quedarse de brazos cruzados. La competencia por el corazón de Camila estaba en su punto más álgido.

La semana pasó rápidamente. Camila y Jackson se vieron varias veces, pero cada encuentro estaba cargado de una tensión palpable, como si ambos estuvieran caminando sobre hielo fino. Aunque las cosas no habían vuelto a ser como antes, había un entendimiento tácito entre ellos, un respeto mutuo por lo que necesitaban, por lo que cada uno debía descubrir por sí mismo.

Sin embargo, las cosas se complicaron aún más cuando André volvió a aparecer, esta vez más directo que nunca. Había decidido tomar el control de la situación, y aunque su corazón le decía que debía ser paciente, algo dentro de él lo impulsaba a actuar. No podía dejar que Jackson se llevara a Camila tan fácilmente, no cuando sentía que él también tenía algo valioso que ofrecer.

—Camila, me gustaría hablar contigo —dijo André, deteniéndola un día en el pasillo después de clases.

Camila lo miró, sorprendida por la repentina aparición.

—Claro, ¿de qué se trata? —respondió ella, curiosa.

André no dudó.

—Creo que lo que tengo que decirte es importante. Sabes que no estoy aquí para hacerle daño a nadie, ni mucho menos a Jackson. Pero quiero ser honesto contigo: me gustas, Camila. Y me gustaría saber si podríamos vernos más allá de lo que somos ahora.