Entre libros y miradas

Capítulo 29: El despertar de los sentimientos

El reloj marcaba las seis de la tarde, y el sol comenzaba a descender, tiñendo el cielo de tonos cálidos. Camila caminaba lentamente por el parque, buscando algo de paz en medio de todo el caos emocional que había invadido su vida en las últimas semanas. La relación con Jackson estaba en un limbo que nadie parecía poder definir. A su lado, André se había convertido en una presencia constante, casi como un recordatorio de lo que podía ser diferente, de lo que aún podía sentir. Pero lo que más la confundía era el hecho de que, en su corazón, no había una respuesta clara, un camino a seguir.

Se sentó en el banco donde tanto tiempo había pasado con Jackson, el lugar donde todo comenzó. El sol tocaba suavemente su rostro, y el viento jugaba con las puntas de su cabello. Su mente estaba llena de pensamientos contradictorios. ¿Qué hacer ahora? ¿Cómo podía decidir entre dos chicos que, de alguna manera, representaban facetas diferentes de lo que ella misma había aprendido a ser?

De repente, la voz familiar de Jackson la sacó de sus pensamientos.

— ¿Te puedo acompañar? —preguntó, con esa mirada que siempre lograba hacerla sentir tranquila y nerviosa al mismo tiempo.

Camila sonrió débilmente, pero no contestó de inmediato. Su corazón latía un poco más rápido. Jackson había estado más distante en los últimos días, y aunque se habían visto, no era lo mismo. Algo en él había cambiado, o tal vez era ella la que había cambiado. Pero lo que sentía en su pecho no podía ser ignorado.

—Sí —respondió finalmente, apartándose un poco para hacerle espacio en el banco.

Jackson se sentó junto a ella, pero ninguno de los dos habló por un buen rato. El silencio no era incómodo, pero sí lo era la carga emocional que ambos llevaban.

—Camila, he estado pensando mucho en nosotros —dijo Jackson finalmente, su voz seria, pero cálida—. Sé que hemos pasado por muchas cosas juntos, y también sé que las cosas no han sido fáciles. Tal vez no te lo he dicho antes, pero... te he fallado.

Camila lo miró sorprendida. Nunca había esperado escuchar esas palabras de él.

—No, Jackson —dijo, con la voz suave pero firme—. Tú no me has fallado. Yo tampoco he sido perfecta, y quizás ambos hemos cometido errores. Pero lo que sí sé es que no quiero seguir viviendo en la incertidumbre. No quiero seguir sintiendo que no puedo ser yo misma por miedo a perder lo que tenemos.

Jackson la miró fijamente, como si sus palabras tuvieran un peso mucho mayor de lo que había imaginado.

—Lo entiendo, Camila. Y quiero ser honesto contigo. Durante este tiempo, he aprendido a valorarte más, a ver todo lo que eres más allá de lo que pensaba antes. Pero sé que hay algo más que debo decirte.

Camila lo miró, inquieta, esperando que continuara.

—Sé que te ha aparecido alguien más. André... —dijo, su tono algo melancólico—. Y entiendo que te atraiga, que sea alguien diferente. Pero quiero que sepas algo. No te estoy pidiendo que elijas entre él y yo. Lo que quiero es que tomes una decisión por ti misma, que elijas lo que realmente te hace feliz, sin presiones, sin miedos.

Las palabras de Jackson la golpearon, pero no de la forma en que temía. En lugar de sentirse atrapada, algo dentro de ella se relajó. Sabía que Jackson, con todo lo que había aprendido y crecido, la amaba de una forma que no la ahogaba. No la obligaba a nada.

—Gracias —dijo, sin poder evitar que una sonrisa suave se dibujara en su rostro—. No esperaba escucharte decir eso.

—Es la verdad, Camila. Yo... quiero que seas feliz. No sé si eso significa estar conmigo o con alguien más. Pero quiero que seas tú misma. Siempre.

El silencio volvió a caer entre ellos, pero esta vez era diferente. No era un silencio incómodo. Era un silencio lleno de comprensión, de espacio para la introspección, para la aceptación.

Esa misma tarde, Camila se reunió con André en un café cercano. El ambiente era relajado, y aunque ambos se conocían desde hacía poco tiempo, la conexión que sentían era intensa. André, con su forma directa de ser, había sido un refugio para ella en momentos difíciles. No era Jackson, pero había algo en él que también la hacía sentir especial.

—Camila, quiero que sepas que no estoy aquí para presionarte. —André comenzó, mirándola fijamente—. Si no te sientes lista, lo entiendo. Pero lo que siento por ti es real. Y me gustaría que me dieras una oportunidad para demostrártelo.

Camila se quedó en silencio, mirando su taza de café, reflexionando sobre sus palabras. André no estaba pidiendo una promesa ni un compromiso inmediato, pero sí algo más importante: una posibilidad.

—Sé que lo que hemos vivido juntos ha sido... algo diferente —respondió Camila, mirando a los ojos de André con sinceridad—. Y no estoy segura de lo que quiero ahora mismo. Pero lo que sí sé es que necesito tiempo para entender lo que siento.

André asintió, entendiendo perfectamente. No había prisa, no había necesidad de apurar el proceso. Solo el tiempo y las experiencias les dirían lo que el destino tenía preparado para ellos.

Esa noche, mientras caminaba de vuelta a su casa, Camila no podía evitar pensar en lo que Jackson le había dicho. Y, al mismo tiempo, las palabras de André seguían rondando su mente. Sentía una mezcla de emoción y miedo, pero algo dentro de ella le decía que estaba en el camino correcto, que estaba tomando el control de su vida, de sus sentimientos.

El último día de la obra de teatro llegó sin que ella realmente lo esperara. La función sería un éxito, eso ya era un hecho. Sin embargo, el éxito de la obra no comparaba con lo que estaba sucediendo dentro de ella. Estaba a punto de tomar decisiones que cambiarían el rumbo de su vida. Y no sabía cómo terminaría todo, pero estaba lista para enfrentarlo.

Y mientras el telón caía, Camila finalmente entendió que su vida no se trataba de elegir entre dos chicos, entre dos caminos. Se trataba de elegir a ella misma, de encontrar el equilibrio entre lo que le ofrecían los demás y lo que ella misma podía ofrecerse.




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