Capítulo 30: El Último Acto

El teatro estaba vacío cuando Camila salió tras el telón. La función había terminado, pero su mente aún corría a mil por hora. En su pecho latía una mezcla de emociones, como un torbellino que la arrastraba entre la incertidumbre y la claridad. La obra había sido un éxito rotundo, y sin embargo, el verdadero escenario donde se jugaba todo estaba mucho más allá de las luces y los aplausos. Estaba en su corazón, en sus decisiones, en los sentimientos que había guardado por tanto tiempo.

El pasillo tras bambalinas estaba silencioso, pero podía escuchar la risa lejana de sus amigos y la charla de los demás actores que celebraban el logro. Pero, para Camila, nada de eso importaba tanto como la conversación pendiente con Jackson. Después de todo lo que habían vivido, las palabras que necesitaban decirse, los sentimientos que aún quedaban por aclarar… eran lo único que realmente le importaba.

Caminó hacia la salida, la misma puerta por donde siempre había visto a Jackson esperar. Cuando la cruzó, lo vio allí, esperándola, con esa expresión que solo él sabía poner. Una mezcla de cariño y algo de nerviosismo. Habían pasado por tanto, pero nunca parecía haber suficiente tiempo para todo lo que querían compartir.

Jackson la miró con una suavidad que hizo que Camila contuviera el aliento. No dijeron nada al principio, solo se quedaron ahí, observándose en silencio, como si el mundo alrededor dejara de existir por un momento.

Finalmente, Jackson dio un paso hacia ella.

—¿Cómo te sientes? —preguntó, con voz baja, pero llena de emoción contenida.

Camila sonrió, pero no de manera forzada, sino con esa sonrisa tranquila que solo surge cuando el corazón está en paz.

—Me siento… bien —respondió, pero luego algo más profundo en ella habló. Algo que ya no podía seguir callando—. Pero más que eso, siento que finalmente estoy en paz conmigo misma. He aprendido tanto, Jackson. He aprendido a aceptarme, a no esperar que nadie más me valide, a quererme a mí misma tal como soy.

Jackson la miró con los ojos llenos de admiración y cariño.

—Yo también he aprendido muchas cosas, Camila. He aprendido que el amor no es solo de momentos felices. Es también de aceptar los espacios, las dudas y los silencios. Pero lo más importante… lo más importante es que ahora sé que, sin importar lo que pase, quiero seguir a tu lado.

Camila sintió que las palabras de Jackson resonaban en su corazón con más fuerza que nunca. Se acercó un poco más a él, sin dejar de mirarlo, y, por fin, las palabras que había guardado por tanto tiempo salieron de su boca.

—Jackson, yo también te quiero. Y sé que hemos pasado por muchas dificultades, pero también sé que siempre estaré aquí, a tu lado, porque sé que tú eres mi lugar seguro. Eres mi hogar, y no hay nada que quiera más que seguir viviendo este viaje contigo.

Jackson la miró en silencio durante un largo momento. Y luego, sin decir más, la abrazó con fuerza, como si, en ese abrazo, pudieran borrar todo el sufrimiento y la incertidumbre que había marcado su camino. Camila se hundió en sus brazos, sintiendo el calor de su cuerpo y la seguridad que siempre había buscado en él.

El tiempo parecía haberse detenido mientras se abrazaban. No necesitaban más palabras, no necesitaban explicaciones. Solo el hecho de que ambos sabían lo que significaba estar juntos era suficiente. Después de todo lo que había pasado, después de todas las pruebas, los miedos y los obstáculos, su amor seguía siendo la verdad más clara y más profunda que existía en sus vidas.

—Camila —dijo Jackson, apartándose un poco para mirarla a los ojos—, lo que más quiero en este mundo es estar contigo. Sé que a veces la vida nos lleva por caminos inesperados, pero lo que siento por ti es algo que nunca cambiará. Y lo que más deseo es que tú sientas lo mismo, que tú sepas que siempre estaré aquí para ti.

Camila, con lágrimas en los ojos, asintió lentamente.

—Lo sé. Y también lo siento. No sé lo que el futuro nos traerá, pero lo que sí sé es que, pase lo que pase, siempre estaré a tu lado. Porque somos nosotros, Jackson. Tú y yo.

Jackson sonrió, y en ese momento, no necesitaban más palabras. Se acercó lentamente, sin prisa, y sus labios se encontraron en un beso suave, lleno de promesas y esperanzas. No era un beso apresurado, ni uno lleno de pasión desbordada. Era un beso tranquilo, lleno de la certeza de que, al fin, todo estaba bien. Que, después de tanto luchar, después de tanto crecer, se habían encontrado el uno al otro.

Se separaron ligeramente, pero sus frentes se unieron, y en ese contacto, ambos sabían que todo lo que habían vivido había valido la pena. No importaba lo que la vida les trajera, porque, juntos, podían enfrentarlo.

—El futuro… —comenzó Camila, con voz suave.

—Será nuestro, ¿verdad? —interrumpió Elías, sonriendo.

Camila asintió, sonriendo también.

—Nuestro —dijo con determinación.

A lo lejos, las luces de la ciudad brillaban, como si todo estuviera alineado para este momento. Camila y Jackson se tomaron de la mano y caminaron juntos, dejando atrás todas las dudas, todas las inseguridades. Sabían que el amor no era perfecto, pero también sabían que, mientras se tuvieran el uno al otro, podían construir un camino lleno de momentos reales, de risas, de crecimiento y, sobre todo, de amor verdadero.

Años después, en el mismo parque donde todo comenzó, Camila miró a Jackson, que ahora era su compañero de vida, su igual. Ellos se habían convertido en algo más que una historia de amor. Habían construido una vida juntos, llena de momentos felices y difíciles, pero sobre todo, una vida llena de aceptación y respeto. Porque lo que realmente importaba era que, a pesar de todo, nunca dejaron de elegir al otro.

—¿Recuerdas el primer beso que nos dimos? —preguntó Camila con una sonrisa traviesa.

Jackson la miró con amor, y un brillo nostálgico iluminó su mirada.

—Claro que sí —respondió, abrazándola—. Ese fue el comienzo de nuestro para siempre.