Capítulo 30
Kevin salió del aula de literatura con una mezcla de nerviosismo. El director de la escuela lo había llamado para hablar de lo sucedido con aquel estudiante, ya que el rumor se había regado como el polvo en el desierto. Sin embargo, la conversación con el director había sido más positiva de lo que esperaba y se sentía aliviado.
El había comprendido con el director sus razones para defender a Clara, sin que este supiera la verdad tras aquellas palabras y había recibido elogios por su valentía. Solo le habían pedido que no utilizara para la próxima palabra tan fuertes que los estudiantes pudieran usar en su contra en un futuro solo por querer hacer una buena acción y el lo había entendido. Sin embargo, mientras regresaba al aula ya más calmado no podía evitar sentir un ligero peso en su pecho. La situación con Rayan había sido tensa, pero sabía que había hecho lo correcto por defender lo que el sabía que era lo correcto.
Al entrar al aula, se encontró con todos sus estudiantes del otro salón mirándolo con expectación. La atmósfera era diferente y Kevin sintió que algo extraño llamaba su atención. En su escritorio había un pequeño papel bien sellado que no recordaba haber dejado allí, por lo que se acercó a ver y al darse cuenta de que era una carta, su curiosidad se despertó.
Kevin tomó de inmediato la carta en sus manos, sintiendo que la curiosidad lo invadía por saber que decía. Así que sin poder resistirse a la tentación, de inmediato decidió leerla en voz baja mientras sus estudiantes lo observaban con atención. Muchos deseaban saber que decía aquel papel bien perfumado, pero nadie se atrevió a tomarlo y a revisarlo; sabían que no debía meterse en la intimidad de su profesor, así que solo lo dejaron pasar.
A medida que los ojos de Kevin recorrían las palabras escritas por su amada Clara una sonrisa comenzó a formarse en su rostro, haciendo que sus estudiantes tuvieran más curiosidad por saber que decía aquel papel. Algo tan simple como una carta había sacado una sonrisa divina en su profesor y todos querían saber quién era la responsable de tal acto.
Querido Kevin, amor mío.
Desde que te conocí aquella mañana de septiembre, mi vida ha cambiado de maneras que nunca imaginé, ni soñé. Cada momento que paso contigo me hace sentir más viva y feliz como jamás pensé que podría llegar a sentirme. La forma en que me miras con esos hermosos ojos o cómo me haces reír con cada frase me llena de vida, pero también adoro cómo siempre estás ahí para apoyarme porque eso significa para mí más de lo que mil las palabras me pudieran decir.
Anoche, cuando hablamos y me abriste tu corazón, me di cuenta de lo afortunada que soy de tenerte a mi lado. Me encanta que seas tan valiente, sensible, capaz, audaz y que defiendas lo que es correcto por sobre todas las cosas. Tu apoyo me da fuerzas para seguir adelante, y quiero que sepas que estoy aquí para ti también. Que nunca te dejare porque eres lo más bonito que me ha pasado la vida.
Lo que siento por ti es real, es único, valiente, apasionado y estoy dispuesta a enfrentar cualquier desafío que se presente en nuestro camino. No quiero que nada ni nadie se interponga entre nosotros. Estoy emocionada por lo que el futuro nos espera juntos, y quiero que sepas que siempre estaré a tu lado. No podrás deshacerte de mí tan fácilmente mi amor.
Gracias por ser tú, por ser tan increíble y por hacerme sentir especial. Espero que podamos seguir construyendo algo hermoso juntos y que estás palabras llenas de amor te enamoré en un poco más de mí.
Con cariño, tu amada Clara.
Al terminar de leer, Kevin no pudo evitar sonreír ampliamente. Las palabras de Clara resonaban en su corazón como una dulce melodía, llenándolo de calidez y felicidad. Era evidente que ella sentía lo mismo que él y eso lo hacía sentir afortunado.
— ¿Todo bien, profesor? — preguntó uno de sus estudiantes con una sonrisa, rompiendo el silencio expectante en el aula.
— Sí, todo bien — respondió Kevin, guardando la carta con cuidado en su bolsillo — Solo me acabo de dar cuenta de lo afortunado que soy.
Con una sonrisa en el rostro Kevin decidió que era el momento perfecto para buscar a Clara. Sabía que el salón de música era un lugar especial para ambos, lleno de recuerdos y momentos compartidos. Se despidió de sus estudiantes luego de terminar la clase y con cuidado de que nadie lo viera, se dirijo hacia el lugar de su cita.
Al llegar al salón de música Kevin sintió una oleada de nostalgia. Las paredes estaban adornadas con partituras y recuerdos de ensayos pasados de todos alumnos. Era un lugar donde habían compartido risas, melodías y confidencias con su amada. Así que al entrar, vio a Clara sentada al piano tocando una vez más una suavemente una melodía que llenaba el aire con una sensación de paz.
—Hola, cariño —dijo Kevin, acercándose con una sonrisa.
Clara levantó la vista al escuchar como la había llamado y su rostro se iluminó al verlo con ese brillo usted sabe sus ojos.
—¡Hola, guapo! —exclamó, deteniéndose en su interpretación – Pensé que ya no vendrías.
– Eso jamás, tenía que venir a verte y más después de esas bellas palabras que me dedicaste en la carta —respondió Kevin, sintiendo que la felicidad lo invadía — Leí tu carta desde que estuvo en mis manos y quedé enamorado con cada frase y con cada palabra que expresaba en ella.
Clara se sonrojó al recordar sus propias palabras y Kevin pudo ver la ternura echa mujer.
— ¿Y qué te pareció? — preguntó, sintiendo una mezcla de nerviosismo y emoción.
— Me encantó — dijo Kevin, acercándose más — Tus palabras significan mucho para mí. Me haces sentir increíble y estoy tan agradecido de tenerte en mi vida que a veces siento que el expresarlo con palabras no es suficiente.
Clara sonrió y Kevin sintió que su corazón latía con fuerza dentro de su pecho. Es por eso que sin pensarlo dos veces se inclinó hacia ella y la besó suavemente en los labios para agradecerle tan bello gesto. Era un beso lleno de ternura y mucho amor, un reflejo de todo lo que habían compartido y de lo que aún les quedaba por vivir.
Editado: 07.09.2025