La Tormenta en Casa

Capítulo 62

La mañana del domingo llegó, pero en casa de Clara la atmósfera era pesada y sombría desde lo sucedido ayer. Nadie había podido dormir bien en todas la noche por más que lo hubiesen intentado. La madre de Clara con los ojos rojos y hinchados por las lágrimas se sentó en la cocina, mirando por la ventana sin realmente ver nada. Ella solo estaba ahí pensando en todos los años que había pasado al lado de ese hombre, el mismo quien en un abrir y cerrar de ojos se había convertido en alguien totalmente desconocido.

La tristeza la envolvía sin poder evitarlo y cada vez que pensaba en la traición de su esposo el dolor se hacía más profundo. Aquella mujer estaba embarazada y el se veía más feliz que cuando Clara o Lucas nacieron. Durante años había aceptado las reglas de su hogar sin poner objeción, manteniendo la boca cerrada para evitar conflictos que pudieran afectar a sus hijos. Sin embargo, ahora tras descubrir el engaño de su marido, se sentía traicionada y desilusionada. Ella se había lastimado a si misma al no darse cuenta que dejo que un hombre la manipular a su antojo.

Las noches de silencio y sacrificio parecían haber sido en vano, haciendo que un nudo se formara en su garganta. Quería gritar, llorar y decir cosas hasta que su garganta doliera y ya no pudiera expresar ni una sola palabra.

Las chicas, Ana, Sofía y Valeria, habían pasado la noche en casa de Clara brindando apoyo y compañía. Max, el perro, se acurrucaba a los pies de Clara, sintiendo la tensión en el ambiente. Kevin también se había quedado como lo había prometido, decidido a estar al lado de Clara y su familia en este momento tan difícil para ellos.

Para Kevin no pasaba desapercibido el hecho de que el padre de Clara ni siquiera por decencia se había aparecido en la casa y eso lo enfurecía más. No sabía si su ausencia sería por vergüenza o porque simplemente no le importa que lo hayan descubierto con otra mujer.

Clara había compartido con Kevin como era su padre con ella, le contó que siempre había sido un hombre al que le gustaba mantener las apariencias y una fachada de respeto total. Le había contado de la autoridad que infringía dentro de su casa, pero que en realidad había sido un hipócrita con doble moral todo este tiempo. Kevin, al escuchar las historias de Clara se sentía frustrado, ya que no entendía como alguien podía ser tan hipócrita en la vida. Él había conocido personas así antes, pero ninguno como ese señor.

No podía entender como un hombre con tal doble moral podía tener el descaro de prohibirle a su familia cosas simples como salir de casa, mientras él se divertía a escondidas con otra persona.

— No puedo creer que haya estado haciéndoles esto — dijo Kevin apretando los puños — Es completamente inaceptable. Tu madre merece algo mucho más que un hombre que no la valore.

– Lo sé mi amor, pero no era algo que estuviera en mis manos hasta este momento. Como quiera que sea mi padre fue el hombre que ella escogió para formar una vida a su lado y yo no podía meterme en su decisión. Ahora que hemos descubierto que nos ha estado engordando las cosas son distintas, ya que no voy a dejar que mi mamá siga al lado de él.

Clara sabía que su madre había sido una mujer fuerte durante muchos años, pero la traición de su padre la había dejado vulnerable. Ahora lo primordial era no dejarla sola en ningún momento.

– Nunca pensé que mi padre pudiera hacer algo así. Siempre pensé que en el fondo nos quería, aunque justificaba su conducta por la crianza que le habían dado de pequeño.

La tensión en la casa aumentó cuando, de repente la puerta de la casa se abrió y el señor Bruno, el padre de Clara, apareció como si nada hubiera pasado. Su presencia era imponente y su actitud despreocupada contrastaba con el caos emocional que reinaba en el hogar. Ante los ojos de los demás había quedado como un imbécil en toda la extensión de la palabra.

— ¿Dónde está mi familia y quienes son ustedes? —exigió mirando a su alrededor con desdén notando a las chicas.

Clara que se encontraba en el comedor hablando con Kevin sintió que su corazón se aceleraba. No podía creer que su padre tuviera el descaro de presentarse así después de lo que había sucedido. La madre de Clara que estaba en la cocina salió de inmediato al escucharlo y se enderezó mostrando una postura firme tratando de recuperar un poco de dignidad.

— ¿Qué demonios haces aquí? — preguntó con su voz temblando de ira y dolor — ¿Qué acaso no tienes vergüenza? ¿No tienes nada que decir por lo que hiciste?

El señor Bruno sin mostrar remordimiento se cruzó de brazos y miro a la mujer frente a él como si no le estuviera diciendo nada. Eso hizo que Clara, quien estaba atrás se pusiera cerca de su madre y Kevin estaba al tanto de todo por si la situación se salía de control.

— No estoy aquí para discutir y mucho menos vengo a dar explicaciones. Estoy aquí para que ustedes me expliquen por qué se encontraban ayer en el parque — dijo con una actitud desafiante — ¿Con qué autorización se creyeron que podían salir?

Lucas que había estado en silencio totalmente apartado no pudo contenerse más al escuchar tales estupideces. Así que se levantó de inmediato del sofá y se acercó a su padre sintiendo que la rabia lo invadía.

— ¿Cómo puedes ser tan egoísta y venir a decir tales estupideces? — gritó sobresaltado a todo — ¿Cómo te atreves a venir aquí después de lo que hiciste? ¡Has destrozado a nuestra madre!

El señor Bruno miró a su hijo totalmente sorprendido por la confrontación y por su reacción. Sin embargo, su expresión no mostraba arrepentimiento y eso hizo que Lucas perdiera más la calma.

— No me hables así, Lucas, soy tu padre — dijo con desdén — Tu no sabes lo que es ser un hombre y por eso dices todo eso. Aún eres muy joven, pero después te darás cuenta de que existen mujeres para la casa y mujeres para divertirse.

Clara sintiendo que esas palabras le revolvieron el estómago no pudo contener su indignación y de inmediato saltó a defender a su madre. Esas palabras dichas por su padre no eran más que basura, así como lo era él.