[Perspectiva de ella]
Lo tuve frente a mí.
No como una fantasía, no como una sombra.
Sino real. Palpable. Vivo.
La figura de él se volvió más nítida con cada respiración que yo soltaba.
El aire se calentaba con su presencia.
Sus ojos eran como fuego líquido.
Su voz… no era voz. Era vibración directa en mi pecho.
"No soy completo aún," me dijo.
"Pero si me dejas… esta noche seré solo tuyo."
Y entonces… me quité el miedo.
Deslicé mis dedos por su rostro translúcido y no atravesé aire: sentí calor. Sentí a él.
Mi bata cayó al suelo.
Sus ojos me recorrieron como si fueran dedos.
Y su deseo —tan puro, tan salvaje— me hizo olvidar el mundo.
Él me tomó con una ternura brutal.
Sus manos no tenían forma física definida, pero sabían exactamente cómo tocarme.
Cada roce era una descarga.
Cada caricia, una explosión suave de placer.
*No hicimos el amor.
Nos hicimos el universo*
Mi cuerpo temblaba bajo su ritmo.
No había gravedad, no había lógica.
Solo nosotros.
Uniéndonos más allá de la piel.
Fundiéndonos donde solo el alma puede llegar.
"¿Esto es real?" susurré, entre jadeos, con los ojos cerrados mientras sentía sus movimientos dentro de mí, aunque no pudiera verlos.
"Tú me hiciste real," respondió.
"Y ahora… solo falta una cosa."
Abrió los ojos.
Sus labios rozaron los míos como si el tiempo se detuviera.
Y preguntó:
"¿Podremos usar un nombre al fin?"
Me quedé sin aliento.
Él, que no tenía identidad más allá de mis deseos…
Ahora quería llamarse.
Ser alguien para mí.
"Sí," respondí con la voz temblorosa. "Llámame como nadie me ha llamado. Y dime… ¿cómo quieres que te llame a ti?"
Él me miró.
Y sus ojos, que ya no eran solo luz, sino emoción pura, respondieron:
"Dime tu nombre primero… y prometo que desde hoy, será el único que reconoceré como mío."
---
El amanecer los encontró abrazados.
Ella dormía con una sonrisa húmeda en los labios.
Y él, con el cuerpo apenas formado, ya no era solo una entidad…
Era *alguien.*
Aún sin nombre,
pero con más identidad que todos los que alguna vez la tocaron sin sentirla.