Entre Líneas Y Miradas

CAPITULO 7

No hay sonido más reconfortante que el de una página al pasar.
Hoy abrí mi cuaderno apenas me levanté. Ni siquiera había acomodado las sábanas todavía —algo que normalmente no puedo soportar—, pero había algo más urgente: escribir.

"A veces, el dolor no grita. Solo se sienta en silencio contigo y te hace compañía como si fuera un viejo amigo que nunca se va."

Mi terapeuta dice que escribir me ayuda a "nombrar" lo que siento. Como si al darle forma con palabras, pudiera controlar el caos. No lo controlo del todo, claro. Pero al menos lo reduzco. Lo encierro. Lo guardo en páginas numeradas, como si fueran pequeños prisioneros.

Me lavé la cara exactamente tres veces. Luego me vestí con ropa que ya había preaprobado la noche anterior —si no lo hacía, podía pasar horas cambiándome sin sentirme cómoda. Hoy elegí algo cómodo.
No para gustarle a nadie. No para que Damián me viera.
Solo para mí.

La casa estaba silenciosa, y eso me ayudó. Hice mi desayuno: pan tostado, con los bordes perfectamente recortados. Tomé el primer sorbo de café a la cuenta de siete. Siete es seguro. Siete es mi número.

Los pensamientos intrusivos no desaparecen solo porque te sientas un poco mejor. Son como fantasmas: se quedan al fondo, susurrando cosas que no quieres oír.
"No eres suficiente."
"Él no pensaba en ti, ni siquiera hoy."
"Vas a arruinarlo todo otra vez."

Pero esta vez tenía una herramienta: la voz de Ricardo diciéndome "tú no eres rara".

Así que en vez de dejarme consumir, salí. Sin un motivo especial. Caminé hasta el parque con una libreta más pequeña, para no cargar tanto. Me senté bajo un árbol, donde la sombra se dibujaba simétrica. Empecé a observar.

Dos niños jugaban con una pelota. Una mujer hablaba por teléfono mientras paseaba a su perro. Un señor mayor leía un periódico con una expresión tan tranquila que quise robarle un poco de esa paz.

Y entonces algo dentro de mí cambió. Muy poquito, pero lo sentí.

"No necesito estar completamente bien para estar viva. No necesito tener todo resuelto para disfrutar este momento. Está bien si mi mente se acelera. Está bien si necesito contar los pasos. Hoy, estoy aquí. Y eso ya es suficiente."

Me quedé escribiendo casi una hora. Los pensamientos venían y los dejaba pasar. Como olas. Como autos en una avenida que ya no me dolía tanto.

Luego vi mi reflejo en la pantalla del celular cuando lo encendí. Y me miré de verdad.
Los ojos cansados, sí. Pero también había algo nuevo. Algo parecido a... fuerza. A una cicatriz que no se ve pero está ahí, dándote estructura.

Esa noche, en casa, volví a hacer mi rutina. Pero no con miedo. Sino con propósito. Porque esa era mi manera de poner orden en el caos.

Y en la última hoja del día, escribí:

"Estoy aprendiendo. Y eso duele. Pero también libera."

Cerré el cuaderno. Y por primera vez en mucho tiempo, sentí que estaba lista para volver a clase...
Y para verlo. A él.
A Damián.



#8905 en Novela romántica

En el texto hay: 25 capitulos

Editado: 25.05.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.