Entre Líneas Y Miradas

CAPITULO 18

El día amaneció nublado, como si el cielo supiera lo que se venía.

Desde que Carla lanzó su última bomba, todo el colegio estaba dividido, y yo me sentía atrapada en medio de un huracán de miradas, susurros y preguntas sin respuestas. No había hecho nada malo, pero de repente todos me miraban con desconfianza, como si yo fuera la villana.

Me senté en una banca del patio, el frío mordía mis mejillas, y saqué mi cuaderno, buscando la calma entre las líneas. La escritura siempre había sido mi refugio, mi espacio seguro para ordenar el caos que a veces sentía dentro, especialmente con mi TOC.

Pero hoy no podía escribir. La mente me daba vueltas, como una tormenta que no encontraba calma.

Y entonces lo vi.

Damián estaba parado al otro lado del patio, mirándome con esa mezcla de preocupación y algo que aún no sabía nombrar.

Sin pensarlo, me acerqué. Él no dijo nada, simplemente extendió su mano, y yo la tomé. Fue el gesto más sencillo y poderoso que alguien me había dado en días.

—Hay un lugar —me susurró—, donde nadie nos va a ver ni a juzgar.

Me guiaba hacia el viejo invernadero, un espacio casi olvidado en el colegio. Las ventanas estaban empañadas, y dentro, la luz era tenue, pero cálida.

Nos sentamos en un banco cubierto de musgo. Damián me miró con tanta intensidad que sentí que podía leer cada pensamiento.

—Daphne —empezó, con voz baja—, sé que estos días han sido duros. Sé lo que Carla dijo.

Sentí que el aire se me escapaba.

—¿Tú crees que es verdad? —pregunté, con los ojos húmedos.

Él negó con la cabeza rápidamente.

—No. Tú no eres esa persona. Pero sé que no es fácil cuando todos te miran como si fueras un error.

Respiré profundo.

—No es solo lo que dijo. Es que ahora nadie quiere acercarse. Siento que estoy sola... aunque no lo estoy.

Damián me tomó la mano con cuidado.

—No estás sola. Yo estoy acá. Siempre.

Por primera vez en mucho tiempo, sentí que alguien realmente entendía el peso que cargaba.

—¿Quieres salir de aquí? —me preguntó con una sonrisa tímida.

Asentí.

Esa noche, caminamos juntos hasta un pequeño café que conocía en un barrio cercano. Nadie nos reconoció, y eso nos dio libertad para ser nosotros mismos. Pedimos chocolate caliente y compartimos risas tímidas.

Hablamos de todo y de nada. De los libros que leía, de las canciones que me gustaban, de los miedos que me paralizaban.

Cuando ya casi no quedaba gente, Damián me miró fijamente.

—¿Sabes? —dijo—, he guardado un secreto desde hace tiempo.

Me quedé en silencio, esperando.

—Carla no es tan perfecta como todos creen —confesó.

Mis ojos se abrieron. Él me contó que ella tenía un lado oscuro que muchos ignoraban, un pasado de manipulaciones y mentiras para mantener su imagen.

Sentí una mezcla de alivio y miedo.

—¿Por qué me cuentas esto? —pregunté.

—Porque nadie merece ser juzgada sin conocer la verdad. Y porque quiero que sepas que no estás sola contra ella.

En ese momento, decidí que ya no iba a dejar que Carla definiera mi historia.

Al día siguiente, la revelación de Carla sobre mí explotó en la escuela como una bomba.

—Dicen que Daphne no es tan inocente como parece —escuché susurrar en los pasillos—. Que su familia tiene problemas legales. Que ella... no es quien dice ser.

Las miradas cambiaron de compasivas a frías, cargadas de sospecha.

Pero entonces, algo inesperado ocurrió.

Un grupo de estudiantes comenzó a defenderme. Algunos profesores también se manifestaron. La verdad era clara: Carla solo buscaba hacer daño porque estaba celosa.

Y la verdad sobre Carla salió a la luz.

Un compañero, al que ella había manipulado para mantener su estatus, contó que Carla había provocado rumores falsos para destruir a quienes consideraba amenazas.

Todo cambió.

Carla quedó aislada, con su máscara cayendo lentamente.

Y yo, a pesar de todo, sentí que estaba empezando a respirar de nuevo.

Esa noche, escribí en mi cuaderno:

"Hoy descubrí que las sombras solo existen donde hay luz. Y que no importa cuán fuerte intente alguien apagarla, la verdad siempre encuentra su camino."

Y en medio de esa oscuridad, Damián fue mi luz. Y quizás, por fin, este camino juntos apenas comenzaba.



#8905 en Novela romántica

En el texto hay: 25 capitulos

Editado: 25.05.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.