capitulo 1

Otra mañana. Otra pesadilla.

Sasuke permanecía sentado en el borde del inodoro, manos temblorosas, contemplando el pequeño artefacto de plástico que acababa de arruinarle el día. Negativo. De nuevo. Un sollozo se le escapó antes de que pudiera detenerlo.

Se levantó con esfuerzo, se arregló la ropa y se apoyó contra el lavabo, enfrentándose a su reflejo: ojos enrojecidos, piel pálida. Abrió el grifo y salpicó agua fría sobre su rostro, conteniendo la respiración hasta que el latido del corazón disminuyó. Envolvió la prueba en un pañuelo de papel y la echó a la basura. Le diré que se me olvidó hacerla, decidió. No soportaba otra discusión, otro reproche de Neji. A sus 24 años, se sentía un Omega fracasado.

La ducha fría lo devolvió a la realidad que detestaba. Aunque se sintiera triste y desolado, en media hora tendría que sonreír junto a su esposo en otra cena aburrida, mostrándose como el Omega Trofeo que todos esperaban ver. Otra vez, reteniendo sus sentimientos para aparentar una serenidad que no sentía.

Al salir, envuelto en una toalla, suspiró al enfrentarse a su espacioso guardarropa. Eligió algo discreto: nada que llamara la atención, nada que diera pie a que el carácter posesivo de Neji se encendiera. No tenía energía para más conflictos; no estaba emocionalmente preparado para encargarse de nadie, cuando ni siquiera sentía que podía consigo mismo.

Mientras luchaba torpemente con su corbata, los recuerdos lo asaltaron.

Neji, su amigo de la infancia. Los días de complicidad antes de que todo se torciera. Cuando a Sasuke se presentó su celo lo pasaron juntos, Neji ya llevaba 1 año habiéndose presentado Alfa. Sasuke conocía de sobra que le gustaba al pelinegro y el solamente quería experimentar aunque sea una vez no estar sujeto a las reglas, Sasuke, criado en un ambiente ultra conservador, solo quería experimentar, nada más... Pero Fugaku, su padre, no era un hombre al que se le pasara nada por alto: los moretones, el olor impregnado en la piel… Lo supo al instante.

El matrimonio fue la única solución para salvar las apariencias. Se casaron Sasuke con 18 y Neji con 19. Durante 6 años, la dulzura inicial se fue agriando, transformándose en control, en fría exigencia.

Sasuke no se casó enamorado pero si quería muchísimo a Neji, puso mucho de si mismo por ser un buen esposo, una buena compañia pero ese sentimiento se desvaneció entre miradas gélidas y noches que dejaron de ser íntimas para convertirse en una obligación. Ahora, cada encuentro era un recordatorio de su falla como Omega, cada negativo, era un golpe más a su autoestima. Aprendió a sonreír, a asentir, a aceptar los reproches con aparente calma. Por dentro, solo quería patearlo hasta caer exhausto. Pero el divorcio ni se mencionaba en la familia Uchiha. Era un pecado mortal.

Una vez, Sasuke sugirió la separación. La reacción de Neji fue tan mala que no volvió a intentarlo. Asistieron a terapia un tiempo, hasta que Neji dejó de ir, y desde entonces, la obsesión de su esposo se intensificó. Perfeccionista, pensó Sasuke con amargura. Neji necesitaba que todo, incluyéndolo a él, encajara en su molde ideal.

Él entendía la presión que recaía en Neji como primogénito Alfa. Pero estaba cansado de oír los comentarios pasivo-agresivos de su suegra por no quedar en estado.

Aunque Neji le pidió ir al médico, el Alfa solo pedía exámenes para Sasuke. El Uchiha, por su parte, se negaba. No solo no quería ser señalado como la única causa del problema, sino que también quería que un especialista revisara a pero sabía que Neji, el primogénito Alfa, pudiera ser defectuoso, un hecho que el propio Neji se negaba a confrontar.

Estaba harto de lo que se había convertido su vida. Sintió sus ojos lagrimear cuando la voz de su esposo lo sacó bruscamente de sus pensamientos.

Neji estaba en el marco de la puerta, impecable en su traje, con el ceño fruncido. Aún con su semblante arrogante, Sasuke reconocía que Neji no necesitaba mucho para sacar suspiros. Pero el Neji frustrado e irritable en privado no era el mismo que se mostraba en público. Parecía alguien completamente diferente.

—¿Aún no estás listo? —dijo Neji, poniendo los ojos en blanco. Se acercó y rodeó su cintura con un brazo firme, posesivo.

Sasuke gimió ante el contacto y se quedó quieto solo unos segundos más para darse la vuelta y encararlo, esbozando una sonrisa a duras penas.

—Ya voy. Lo siento... —murmuró el Omega sin ánimo.

—Tienes que dejar esa mala cara, Sasuke. No quiero que en la cena piensen que tenemos problemas —comentó Neji, dándose la vuelta para salir de la habitación.

El Omega solo gruñó, resignado a su suerte. Se miró en el espejo y ensayó una sonrisa más convincente, quería decirle que se fuese sin él, pero no podía.

—Si no vienes ahora, me iré sin ti —oyó desde el pasillo.

Y, yendo contra sus deseos, Sasuke caminó hacia la puerta. Una vez más, obedeció.

La cena fue tan superficial como temía. Entre conversaciones de negocios que no le interesaban y sonrisas falsas, se refugió en un rincón, solo para ser abordado por un grupo de Omegas mayores.

—Sasuke, querido, ¿y los cachorros? —preguntó una de ellas, con una dulzura que no lograba ocultar su curiosidad malsana. Sasuke calculó que tenía mínimo unos 50 años—. A tu edad, yo ya tenía a mi primogénito.

Sasuke forzó otra sonrisa.

—Todavía somos jóvenes. Queremos esperar. —Mintió con una maestría que a nadie le parecieron quedar dudas, pero...

—Pero si ustedes se casaron muy jóvenes —insistió la mujer, y notó cómo las demás se inclinaban levemente, ávidas de su respuesta—. Es natural que ya tengan al menos uno.

Antes de que la incomodidad lo asfixiara, una voz que conocía perfectamente lo salvó.

—¡Sasuke-kun! ¡Por fin te encuentro! —chilló Ino, su amiga, atrayendo todas las miradas—. ¿Qué haces aquí con estas chismosas? ¡Vamos, tengo algo que contarte! —Dijo sin importarle las caras indignadas y los gruñidos de ese grupo de Omegas.