Salí del hospital, y fui a casa, en mi mente era un mosaico de todo donde realmente no había nada. No sé cuántas horas estuve sentado en el sofá viendo la sala, tratando de encontrar algo en el mosaico de mi cabeza.
—Señor, ¿se encuentra bien?
—Si señora Lucía, y por favor no me llame señor, usted sabe que es como una madre para mí, siéntese, a usted la recuerdo desde que era niño, según mi madre, la contrataron poco antes de mi nacimiento y trabajó en casa con mis padres, despues de que ellos murieron en el accidente usted se encargó de mí y lo ha hecho siempre. ¿Cómo puedo compensarla por todo eso?— pregunté viéndola a los ojos.
—Apenas ayer le escuché decir que la fábrica va mal, y lo que menos quiero es que sus cuentas no cuadren, además, el salario que usted me paga es mucho más de lo que debería, no puedo pedirle nada más. Aunque lo que si quiero es saber porque me ha dicho esto.— Su tono de voz delataba la preocupación que albergaba su corazón.
—Está bien, estoy pensando en mudarme cerca a la playa, vender está casa y parte de las compañías, también venderé el auto; ya que no debo volver a conducir. Tú sabes que no tengo a quién heredar nada, así que lo que quieras de mis bienes es tuyo, la casa, el auto, acciones en cualquiera de las dos empresas. Diego dice que tengo cáncer y que pronto moriré, por eso quiero que cuando eso pase disfrutes en gran parte de lo que construí gracias a tí y tu trabajo. Es también tú mérito y mereces tener un futuro asegurado después de yo no esté. Piensa y pide lo que quieras. Procura no tardar demasiado.pues quiero mudarme pronto.— Le di una palmadita en su hombro y abandoné la sala mientras ella aún trataba de acomodar el mosaico que antes estaba en mi cabeza y ahora reposaba en la suya
Me recosté en mi habitación y dormí un rato hasta que me despertó el sonido de un llanto.
—¿Por qué llora Lucía?— le pregunté aun adormilado.
—Usted va a morir.— agudizó su llanto
—Lo sé, y por eso quiero que pida lo que considere para asegurar su futuro.
—Dejeme acompañarlo hasta su tumba, es lo único que quiero. Si quiere mudarse, pues lléveme a donde sea que vaya, en todos lados hay polvo que limpiar y alimentos que cocinar.— bromeó entre lágrimas.
—Usted es más que alguien que limpia y cocina, usted es mi familia. Claro que vendrá conmigo, organizaré todo y partiremos antes de una semana. Viviremos en la playa o lo más cerca posible.— Le di un largo y fuerte abrazo.
—Gracias, es usted un ángel.— Secó sus últimas lágrimas.
—Y eso es gracias a usted, recuerde que a pocos días de nacer y ante la indecisión de mis padres por elegir un nombre, usted solo dijo, ”sin importar el nombre que lleve siempre será un ángel" y ellos milagrosamente concordaron en que ese sería el nombre. Así que sí, soy un ángel y eso es por usted.— le sonreí levemente.
—Lo sé, aunque fue algo que surgió espontáneamente salió muy bien.— sonrió, tal vez recordó el momento en el que eso sucedió, hace casi 32 años.
Me levanté, Lucía me acompañó a la cocina y me ofreció un vaso de agua, lo tomé lentamente, sin pensar mucho. Creo que en ese momento ya lo había aceptado, iba a morir pronto. Sin embargo, iba a vivir en la playa, de eso no había duda.
Tomé el teléfono y envié un mensaje de WhatsApp.
«Reunion de directiva, mañana 11:00 am, en la fábrica»
Pasé el resto del día en la casa, organicé unos papeles y contacté con una compraventa de autos, por supuesto les iba a interesar mi Audi A3
Al día siguiente decidí no madrugar demasiado, tomé un taxi y pasé por el lugar de la compraventa, allí firmé los papeles por la venta del auto. Era momento de ir a la fábrica.
—Cuanto gusto verlo bien señor— exclamó el hombre de la portería al verme bajar de un taxi.
—Gracias señor, ¿cómo van las cosas por acá?— pregunté estrechando su mano.
—Todo muy bien, ya han llegado los señores y le están esperando.— Abrió rápidamente la puerta
—Muchas gracias don José.
Vi mi reloj y aún faltaban 5 minutos para las 11.
En la sala de reuniones ya me esperaban el contador, el gerente de ventas y la asesora jurídica.
—Buenos días.—Me acomodé a la cabecera de la mesa. —Tomen asiento por favor.
Se acomodaron mientras devolvían el saludo.
—¿Cómo se encuentra, don Ángel? ayer se desmayó casi frente a nosotros — preguntó Juliana, la joven abogada.
—Si, de eso les vengo a hablar hoy. No estoy nada bien de salud, motivo por el cual dejaré la directiva de las empresas, se contratará a un gerente general para cada una de ellas y esa persona será quien se encargue del funcionamiento, obviamente ustedes también pueden postularse, las área de talento humano se encargarán de eso. Y teniendo en cuenta las cifras que vimos ayer, también he decidido vender el 45% de las dos compañías. Espero con esto que lleguen buenos inversionistas. ¿Les queda alguna duda?—Pregunté poniendome de pie.
—Si señor.— Exclamó el contador levantando la mano.—No es necesario un inversionista, la transportadora puede solventar, por ahora, el mal rato de la fábrica, ya lo hemos hecho antes y ha salido bien, solo es un mal momento en la fábrica, nada más, luego dejará rentabilidad, usted lo sabe.
—Si Camilo, lo sé, sin embargo, quiero y necesito una fuerte suma de dinero, Además de que por mi bienestar tengo que quitarme la mayor cantidad de responsabilidades que me sea posible. Esta es una manera rápida y cómoda de hacerlo. Confío en que todo estará bien, ¿Hay alguna otra cosa?—Me volví a sentar.
—¿Qué pasará con usted?—Preguntó el gerente de ventas.
—Moriré don Carlos, eso es lo que pasará conmigo, en unas semanas o quizá algunos meses, según los estudios médicos hay un cáncer inoperable expandiendose en mi cerebro. Ese es el motivo de estas decisiones.— Exhalé liberando una presión en mi pecho.
—Pero la radioterapia y quimioterapia pueden ayudarle bastante— exclamó Camilo