Entre los hilos del destino

El árbol del amor

El paso del tiempo es el mismo, rutinario y repetitivo, un día no va a durar ni más ni menos de 24 horas, y cada una de estas tampoco dejará de tener exactamente 60 minutos, la misma cantidad de segundos que hay por cada minuto; Sin embargo, el paso del tiempo puede ser tan subjetivo que ha pasado una eternidad para la persona que está sentado esperando, mientras que apenas han pasado un par de minutos para quien va corriendo de aquí para allá y de allá para acá atareado con mucho quehacer en su trabajo.

En esta ocasión, era yo quien esperaba sentado en una silla, cada minuto parecía ser dos o incluso tres veces más largo de lo normal, mientras veía ir y venir a enfermeras y doctores.

—Por fin apareces— exclamé al ver a Diego.

—No eres el único paciente aquí, hermano.— sonrió agitando una hoja en sus manos.

—¿Buenas o malas nuevas?

—Hace exactamente un mes me hiciste exactamente esa misma pregunta, y pese a las malas nuevas de ese día hoy puedo decir que las noticias, mi querido amigo, son alentadoras, ha pasado un mes y no se han presentado nuevos síntomas,, podríamos decir que todo va bien, sigue así.— sonrió Diego levemente.— el cáncer no ha reducido su tamaño, eso lo esperábamos, pero lo que no esperabamos es ver qué tampoco lo aumentó, ni siquiera un milímetro.

—Que bueno, doc, esas si que son buenas noticias.Me alegra mucho marcharme con esa buena noticia— Le di un abrazo fuerte.

—Angel, ¿en verdad te vas a vivir al nivel del mar?

—Si, Diego, me voy mañana, programé esta cita contigo para.aprovechar y despedirme de tí.

—¿Estas seguro?

—Si, totalmente

—¿Qué pasará con tus empresas y empleados?

—Vendí el 44% de la transportadora, y el 46% de la fábrica de muebles, el comprador es un multimillonario y no puso reparo, aunque quería comprar más de la mitad, pues negociamos y aún me quedo con la mayoría de las acciones y participaciones en ambas compañías, además también logré que no se haga cambio de personal, así que no hay afectados, el tipo pondrá un gerente a cargo y el capital para impulsarlas aún más y mi participación será necesaria solo para decisiones muy importantes. En pocas palabras mi querido amigo, me quito de encima gran parte de mi responsabilidades, me relajo y a cambio me dió mucho dinero, con el cual tengo suficiente para pagar el apartamento que compre en la bahía, y los dividendos que generan mis acciones en las compañías me dan para vivir cómodamente.— Sonreí golpeando sus hombros.

—Siempre fuiste bueno con los negocios, desde niño.—golpeó levemente mi espalda.

—Gracias hermano, espero me vayas a visitar.— Estiré la mano despidiendome.

—Y yo te espero aquí, exactamente en 30 días.— Nos abrazamos fuertemente.

Salí poco a poco del hospital. Caminé hacia la avenida principal, donde seguramente pararía a cualquier taxi, sin embargo, seguí caminando sin ninguna prisa, contemplando cosas que, tal vez, no me detuve a ver jamás.

Me sorprendió un árbol cerca del gran lago, estaba completamente florecido, me detuve a observar sus pequeñas flores blancas.

—Eres de buen tamaño, y estás cubierto por pequeñas flores blancas. ¿Que árbol eres?

Me sorprendí al saberme hablando en voz alta a un árbol, sin embargo mayor sorpresa fue escuchar respuesta.

— Es mejor conocido como el árbol del amor, señor.— Exclamó una suave y calida voz cerca de mi. 

Giré mi cabeza tan rápido como pude y encontré el rostro de una chica con cabello teñido de rojo cobrizo, unos ojos azules escondidos tras un par de lentes, su tez pálida ligeramente adornada por un poco de rubor.

—¿Sabes de árboles?— pregunté aun detallando su vestimenta en color negro 

—Deberia saber más el dueño de la mejor fábrica de muebles de por aquí.— refutó.

—Entonces asumiré que no necesito presentarme.— sonreí.

—Pero yo sí. —extendió su mano— Alicia Loreman, un gusto.

—Angel Erantes, y el gusto es mío— Estreché su mano.

— He venido a esta ciudad a buscarlo, no puntualmente a usted, sino a la directiva de "Transportes Erantes" y aunque tenía información que eran personas muy ocupadas no imagine que el socio mayoritario invirtiese su tiempo hablando a los árboles.

— No recuerdo ninguna cita agendada para hoy.

— De hecho encontrarnos hoy no es más que casualidad, pues la cita es mañana, me presentaré mañana en su compañía, hoy solo vine a recorrer un poco la ciudad y preparar la propuesta de negocio que mi compañía les quiere plantear.

— Le deseo mucha suerte, y ojalá se pueda lograr un buen acuerdo que beneficie a las compañías mutuamente.

—¿Y no me va a preguntar por esa propuesta?

—No, hoy es el día en que yo debo hablarle a los árboles, y usted, mi querida Alicia, debe conocer un poco la ciudad. Sin embargo, espero verla pronto.

—¿Me está diciendo que no lo veré mañana?

—Puede ser que sí, puede ser que no, mañana veremos. Además, ya lo dijiste encontrarnos hoy no fue más que casualidad, o tal vez, cosas del árbol del amor.

— Así le dicen, aunque solo es por sus hojas en forma de corazón, no porque sea un cupido hecho vegetal.

— Entiendo.

—Angel, espero verlo mañana, en la empresa,

—Yo solo espero verla pronto.

—Hasta mañana Ángel,— extendió su mano.

—Hasta pronto Alicia.

Ella se alejó caminando rápidamente, yo le di un último vistazo al árbol del amor y reanudé mi camino a casa, con paso más acelerado y firme

 



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En el texto hay: locura, amor, muerte

Editado: 05.03.2024

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