En una ciudad pequeña y desolada con calles empedradas y rotas, se sentía la melancolía y el dolor del infortunio, pareciera que la muerte se paseaba por los alrededores de las casas llevando su agonía y desesperación, era un paisaje muy decepcionante y depresivo, el aire solo susurraba la angustia, solo con quedarme quieta el frío me inundaba y comenzaba a temblar, era una ciudad muy gris, no era parecida a mí, yo veía el color en todas las cosas, veía el arte escondido hasta en los corazones, muchos me decían que estaba loca por mirar lo positivo en todas partes, o bueno todos a excepción de mi único amigo, que era un pequeño perrito que adopté cuando me mudé a ese lugar. Cuando llegué a ese lugar todo me parecía intrigante porque como es posible que una ciudad tan pequeña solo trajera desolación y tristeza, no lo podía cree, al inicio debo admitir que me costó ver el lado positivo, bueno eso hasta que descubrí la belleza del arte, era algo que me parecía mágico tanto que con el paso del tiempo lo comencé a ver en todas partes, lo oía hablarme, lo sentía. Muchos me ignoraban y me llamaban loca, pero bueno era una pequeña artista que veía el color en lo gris, así que si el mundo estaba en mi contra no importaba, sería yo contra el mundo, y bueno claro mi perrito. Una mañana no recuerdo lo que había pasado, pero estaba en un lugar diferente y no hablo de un lugar físico es como si mi corazón estuviera sumergido en una oscuridad, sentí miedo, una combinación de tristeza con desesperación, no sé muy bien lo que era, solo sé que las lágrimas salían de mis ojos y rodaban por mis rojas mejillas, no podía contenerlas, las secaba, pero no tenían fin, creando un gran río de lágrimas, luego me asomé por la ventana de mi departamento, solo vi como una vecina me señalaba, lo siguiente que vi fue a mi pequeño cachorro, no se movía, me invadía el dolor, no pude más, bajé desesperada y solo gritaba:
- ¡NO!
- ¡NO PUEDE SER!
- ¡NO ES POSIBLE!
Cuando bajé desesperada solo miraba a mi cachorro sin moverse, estaba tendido en el suelo áspero y empedrado, pregunté qué sucedió, y una vecina solamente me dijo que fue un accidente, no lo había visto. Sin más que decir lo recogí y me lo llevé, intenté mantenerme fuerte, llamé a mis padres para que me ayudaran, ellos vivían en la otra ciudad, no estaba muy lejos de aquí, así que cuando llegaron solo me ayudaron a enterrarlo, sentí como mi corazón se rompió, no podía contener mis lágrimas.
Al pasar los días me costaba recuperarme, pero no quería volver a sentir algo así nuevamente, era un dolor horrible que jamás había sentido antes, por eso desde ese momento me prometí a mí misma que no volvería a encariñarme tanto con nada ni nadie, tenía tanto miedo de volver a sentir ese dolor, que la única solución que encontré fue esa. Pasaron tres meses y logré recuperar mi color, pues por ese breve momento de dolor vi cómo me volvía gris como esta ciudad, pero no me rendí y recuperé mi alegría, era bueno volver a sentir felicidad. Un día recibí un mensaje de una vieja amiga que conocí cuando estudiaba arte en la universidad de “Los Ángeles, California”, ella se llamaba Melina, me invitaba a conocer una nueva galería de arte que había abierto en la misma ciudad donde yo vivía, quedé sorprendida, supuse que era para que las personas vieran que el mundo si puede tener color, estaba emocionada y maravillada, por fin vería arte en esta ciudad gris, pues, no era lo mismo verlo en los demás que sentirlo yo misma, desde la muerte de mi pequeño cachorro, no veía el arte en mí, ya no más. Cuando estaba cerca de llegar no podía contener mi alegría que sin darme cuenta iba cantando y tarareando, llegué a la galería, WOW, era sorprendente varias obras de arte llenaban ese lugar, mi amiga me llamó desde lejos:
Melina: - ¡Sofía!, ¡Sofía!
Cuando la vi la abracé y le agradecí por la invitación, ella me contaba por qué abrió la galería, y me propuso que trabajara con ella, solo le dije:
Sofía: -“Yo?”
Melina: - “Si Sofía quiero que trabajes conmigo, desde la universidad te he admirado porque vez el arte y la belleza en todas partes, por eso sé que tú serás una gran artista.”
Sofía: - “Si, Claro que quiero ser una gran artista.”
Sofía: - “pero hay un problema”- le dije algo triste. Ella solo me miró y me preguntó que pasaba:
Sofía: - “El problema es que no puedo ayudarte, pues ya no veo el arte en mi”
Después de eso le conté todo lo que había pasado con lágrimas en los ojos, ella me abrazó y me dijo que aceptara el trabajo, tal vez crear obras de arte, haría que viera el arte escondido en mí. Así que acepté, comencé a trabajar al día siguiente, Melina me dio un gran lienzo blanco para comenzar a crear magia con los pinceles, debo admitir que estaba emocionada por crear mi primera obra, pasaron las horas y el lienzo seguía en blanco, melina me preguntó:
Melina: - “¿Que tienes Sofí, no estás inspirada?”
Sofía: - “Perdóname, pero no, solamente las ideas no llegan, ¿sabes qué puedo hacer para inspirarme?”
Melina: - “No te preocupes, solo cierra los ojos y deja que la inspiración llegue a ti”
Hice lo que Melina me había dicho, solo cerré los ojos y esperé, al cabo de unos minutos pensé en mi perrito y llegó la inspiración, sin darme cuenta solo tomé el pincel y comencé a hacer magia, no sabía que estaba haciendo, pero solo seguía a mi inspiración y lo que ella me decía que quería ser, porque siempre pensé, que la inspiración no es algo que deba ser transformada en lo que queramos, si no que ella decide llegar a ti para ser transformada en lo que ella quiera, tal vez sería un mundo mágico pero donde ella tiene el control. Cuando abrí mis ojos, solo vi a Melina como me miraba sorprendida por lo que había hecho. Yo miré mi obra, y me quedé sin palabras, solo pensaba como la inspiración forma una hermosa danza con la belleza del arte para crear un mundo mágico totalmente nuevo, donde te pierdes en la fantasía y dejas atrás la dura realidad.
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Editado: 23.09.2025