El día había comenzado como cualquier otro, pero para Alejandro y Sofía, nada volvería a ser igual, había algo diferente. Alejandro despertó solo unas horas después haberse quedado dormido con la luz del sol aun más resplandeciente que antes, la guitarra aún apoyada en el borde de la cama. Había pasado la noche componiendo sin descanso, como si cada latido de su corazón se hubiera transformado en acordes. Cuando se levantó decidió que esa hermosa cacnión debían de escucharla todos, y tal vez, así esa misteriosa joven que desde que la vió por primera vez le quita el sueño, la pueda escuchar. La canción fluía como una confesión íntima, y aun así decidió lanzarla al mundo sin pensarlo demasiado.
Horas después, su teléfono no dejaba de vibrar. Miles de personas habían escuchado su voz, compartido su melodía, y la bautizaron como “La Canción de los Ojos Eternos”. Alejandro, incrédulo, sonrió con un dejo de ironía:
 —No son mis ojos. Son los de ella…
No sabía siquiera su nombre, pero aquella joven se había vuelto su razón de sonreir. Por un momento Alejandro vió uno de los comentarios que decía: "Escribiste una obra de arte", y en ese momento a su mente vino el lienzo que había visto hace días en esa galería de arte, aún tenía la intriga de quien era la famosa artista detrás de esa hermosa obra.
Mientras tanto, en otra parte de la ciudad, Sofía llegó a la galería renobada, y lo primero que hizo fué sentarce frente a un lienzo en blanco. Al principio creyó que pintaría como siempre, buscando belleza en la forma. Pero algo distinto ocurrió: una energía extraña la invadió, como si una fuerza le dictara cada trazo, era una danza en el corazón, cada vez que la invadían estas emociones no era ella misma, es como si su mente se desplazara a otra dimención, pero esto conlleva a que su frágil corazón presentara fallas. Horas más tarde, tenía ante sí una obra monumental: un mar embravecido y, en medio, dos siluetas que se buscaban, iluminadas por un sol dorado que parecía atravesar la tela.
 —Esto no es mío… —murmuró—. Esto pertenece a ellos.
Enserio había creado su encuentro, no podía creerlo, Melina en ese momento al llegar y ver lo que sofía pintó, sintió como esa pintura la llevaba a su lugar felíz, hacía que su corazón se llenara de paz.
Melina:— Wow Sofía como pintaste eso...—apenas en un susurro, una lagrima se derrama del rostro de Melina— Es hermoso, como lo hiciste.
Sofía:—Solo me invadieron los colores, las imagenes, los recuerdos y dancé con el corazón—en ese momento sofía sintió demaciado dolor en su pecho, y comenzó a respirar con dificultad—Wow... no puedo creer que yo hice esto.
Melina:—¿Sofía te sientes bien?, estás hiperventilando, que sucede?—Sofía solo llevó su mano al pecho y comenzó a respirar con dificultad, hasta que poco a poco, fue desvaneciendose.—Sofía, Sofía!!!!!!!!!, por favor alguien que me ayude!!!!, Sofía se desmayó!!.
Sofía despierta en el hospital, mirando a su alrededor y se encuentra con los ojos preocupados de Melina, cuando ve entrar a la doctora.
Doctora:—Sofía, tuviste un colapso de nuevo, esto se está haciendo una costumbre y es peligroso para tu salud.
Melina:—Pero Doctora que tien?
Doctora:—Para decir con certeza lo que tiene Sofía, se deben realizar estudios para detectar que problema tiene, porfavor venga la otra semana, para tomar muestras de sangre.
Sofía:—Está bien, gracias.
Salieron del hospital, y Melina vió el miedo invadir los ojos de Sofia.
Melina:—Tranquila, todo estará bien, si quieres hablar al respecto recuerda que aquí estoy.
Sofía:—Si, gracias jeje, solo quiero estar sola por favor.
El cielo ardía en tonos naranjas y violetas. El murmullo del mar parecía llamar a quienes sabían escuchar. Sofía caminaba por la arena, intentando calmar el caos en su mente, al revisar su teléfono vió que Melina le había compartido una canción viral, que tal vez la pueda hacer sentir bien. Sofía esuchó atentamente cada letra y melodía de la canción, wow le pareció increible, y no dejaba de escucharla, porque se reconocía en cada palabra, como si alguien hubiera leído sus pensamientos más íntimos y los hubiera convertido en música, solo en ese momento pudo desconectar su mente de todo. No necesitaba pruebas: esa melodía era para ella.
La noche comenzó a caer en el hermoso lugar y sofía decidió pintar como se sentía, así que sacó del bolso que Melina le había dado al salir del hospital un pequeño lienzo y pequeñas pinturas, comenzó a señalar cada trazo, unico y exquisito con una historia en cada línea, todo esto mientras oía esa hermosa canción que en forma de notas y acordes le daban un poco de esperanza. Al terminar aquella pequeña obra decidió dejar a un lado el lienzo con las pinturas, para obesrvar la hermosa noche—donde no había ni una sola estrella, pero si una luna grande y hermosa—. Y entonces lo vió.
Allí estaba él, sentado frente a la inmensidad del océano. Alejandro, con la guitarra apoyada en sus piernas, parecía un viajero antiguo invocando al viento. Sus dedos se movían con delicadeza, arrancando notas suaves que se mezclaban con el rumor de las olas. Sofía sintió como el rubor en sus mejillas comenzaba a emerger, su respiración se entrecortó, y persivió como el mundo dejara de girar en ese instante. Observó la escena como si temiera que al moverse se desvaneciera, como si fuera un sueño del que no quería despertar.
Alejandro comenzó a cantar, y su voz tembló, cargada de emoción:
“Te vi en el silencio del mar,
 y el mundo aprendió a suspirar.
 Eres el inicio que no esperaba,
 la melodía que el alma llamaba.”
Cada verso fue una caricia en el pecho de Sofía. Sus ojos se humedecieron; sintió que el aire era demasiado denso para respirarlo. No podía creerlo: aquel hombre había transformado un instante en una eternidad. Reuniendo valor, dio un paso, luego otro, el sonido de sus pisadas en la arena apenas se distinguía del murmullo de las olas. Alejandro, al percibir su presencia, levantó la mirada. Y entonces el tiempo se detuvo.
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Editado: 13.10.2025