En un día revelador, Dios me mostró el inicio,
el alba radiante, el verano y la primavera en su fulgor,
la primera vez, un cielo azul sin nubes,
flores brotando en la estación del amor.
Eran pájaros danzando en el cielo,
felicidad, alegría, la esencia de vivir,
como el ocaso que acaricia el horizonte,
y las calles cobijando el volver a casa.
Gente transitando las calles estrechas,
pájaros entonando melodías al vuelo,
el calor palpable en el aire, despertar de árboles y flores,
la libertad más pura, la belleza en su esplendor.
Era él, en cada rincón del mundo,
manifestándose en la más pura armonía,
en el latir del universo y en cada suspiro,
la presencia divina, la esencia de la vida.