Obsesionados con los ojos de hielo,
más los suyos marrones, cálidos, anhelados.
Ni azules, ni verdes, grises, ni ámbar,
en ellos me pierdo, mi alma se embriaga.
Cuando me mira, en su mirada me hallo,
mi ser se colma, de amor se desborda.
Ver el atardecer en esos ojos marrones,
es el punto sin retorno, donde los sueños se esconden.