Entre luces y sombras: Los olvidados.

Capítulo 11. Kim – La actualidad (16/08/2022)

  • No puedo darle explicación concreta para eso que me pregunta, pero puedo contarle todo lo que ha sucedió, todo lo que me trajo aquí y puede que eso le ayude a esclarecer muchas cosas. – Explico el hombre, aquel que seguía con su identidad intacta.
  • Vea señor si quiero que me cuente todo, pero quiero que tenga en cuenta que sus declaraciones son sumamente graves y que como miembro de la policía tengo todo el derecho de sacarle la información a como me dé lugar.
  • Eso no va a ser necesario señorita créame que estoy dispuesto a ayudar, simplemente debe tenerme paciencia, si quiere podemos empezar por lo que seguramente más le interesa, tráigame un mapa de la localidad y unos chinches. – Aunque aquel hombre parecía darle órdenes a la detective, ella en ningún momento pensó en no hacerle caso. Rápidamente hizo que Erick saliera de la sala de interrogación y buscará lo que aquel personaje había solicitado.

 

Minutos después, la mesa de metal estaba cubierta con un mapa inmenso, y cualquier persona ajena al caso habría pensado que la habían decorado con un mantel en preparación para alguna celebración. Parecía que en cualquier momento entraría el jefe con un pastel gigante. El hombre extraño se levantó de la mesa, sin embargo, antes de hacerlo, esperó a que uno de los guardias lo esposara, como una medida de protección. Estos hombres de seguridad estaban acostumbrados a tratar con individuos desequilibrados y preferían tomar precauciones. El hombre esparció una cajita de chinches sobre el mapa, y con movimientos precisos, extendió el mantel improvisado y comenzó a clavar uno por uno hasta cinco de esos pequeños aguijones sobre el papel.

 

  • Son cinco ¿verdad? – La detective preguntó con una mezcla de incredulidad y esperanza de que fuera solo un retorcido chiste de humor negro, que no hubiera cinco cadáveres enterrados, sino simplemente uno que había sido dividido y enterrado en múltiples lugares. Puede sonar irónico, lo sé, e incluso me hace reír mientras lo escribo, pero el lector comprenderá que, en medio de esta situación, lo menos inquietante sería que se tratará de un descuartizamiento, al menos para un investigador. Tal vez no lo sería tanto para un psicólogo.
  • Si señorita, son cinco, ni uno más ni uno menos, lastimosamente no tengo sus nombres y en realidad dudo que ustedes pueden identificarlos. Todos eran hombres, no los conocí con vida por lo que les recomiendo no me acusen como homicida, porque niego haberlo hecho y les aseguro que existen pruebas que validan mi coartada. Eran jóvenes no más de cuarenta años cada uno, incluso delgados, al menos a dos o tres no recuerdo ni siquiera haberlos visto muertos, pero puedo definir eso por el peso, no fueron difíciles de cargar y menos de esconder por un rato.
  • Bueno, ¿y está seguro que en estas ubicaciones puedo encontrarlos? – Preguntó Kim mientras hacía pasar a otro de los agentes y le indicaba a Erick mediante la mirada que mandará varias patrullas a investigar las localizaciones, es claro que el tiempo en estos casos siempre es sumamente apremiante y estar ahí hablando ya era perderlo, aunque en realidad no fuera así.
  • Estoy muy seguro, pero no hay prisa. No se moverán de donde están. Me aseguré de que ningún animal salvaje se sintiera curioso y echara a perder el plan. Y sí, ya la veo preguntando sobre cuál plan o a qué plan me refiero. Ustedes son muy predecibles. – El sujeto tenía razón, los detectives tendían a hacer las mismas preguntas una y otra vez, como si fueran una grabación. En realidad, es cierto que los algoritmos de aprendizaje profundo podrían ser más eficientes en las etapas de reconocimiento e interrogación.
  • Puede que tenga razón señor, pero lo recomiendo que no se pase de listillo con nosotros, no estoy de humor para la gente como usted que se siente superior a los demás porque saben esconder el miedo. La gente que se sienta ahí donde usted está sentado mantienen asustada y sé que usted lo está, y con sus filosofías baratas no me va a hacer creer lo contrario. – Cualquier persona sabe que no hay nada mejor que el miedo para presionar a las personas, en realidad las únicas cosas que jamás haríamos, terminamos haciendolas bajo las circunstancias adecuadas, con esas habilidosas inyecciones de adrenalina.
  • No, señora, no necesita preocuparse. Puedo admitir que tengo miedo, pero he estado asustado todo este tiempo. Justo aquí, solo con ustedes dos en esta sala oscura y segura, siento una tranquilidad inmensa. Este es el punto culminante de mi trabajo y, como tal, me siento muy satisfecho de que haya llegado a su fin, o que esté a punto de hacerlo. – “Este tipo es un idiota” pensó Kim, le recordó mucho a la expresión que tenía “Jacob” cuando la detective “Stella Hiden” lo estaba interrogando en aquel centro psiquiátrico, todo producto de la imaginación de Javier Castillo.

 

Debo admitir que Javier Castillo es la razón detrás de esta historia, y es apropiado dedicarle este párrafo para enaltecer su narrativa. Sería interesante realizar un cuadro comparativo entre algunos de los personajes aquí descritos y muchos de los que él supo crear en su obra "El día que se perdió la cordura". Esa narración es un espectáculo en sí misma. Espero que los lectores de esta historia queden fascinados, lo cual sería un logro completo para mí como escritor novato, y que luego se sumerjan con entusiasmo en sus obras, que sin duda representan el cenit del género de suspense y misterio.

 




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