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-Ha despertado- la voz de un viejo hombre se escuchó en aquella oscura habitación. Penosamente fijó su mirada en la joven que permanecía de pie sigilosamente en una esquina, la habitación estaba apenas iluminada por la luz de la luna que se colaba a través de las cortinas roídas.
-¿Estás seguro de que no es ninguna equivocación?- La joven caminó unos cuantos pasos hacia el hombre, el cual permanecía sentado en una vieja silla, cerca de la mesa que estaba al centro de la habitación.
La débil luz de luna que entraba en la habitación pegó en el rostro de la joven, revelando la corona de siete cruces en su frente.
-En todo el tiempo que he servido a tu familia, jamás he fallado. - el hombre se levantó de la silla y se dirigió hacia la joven, llevando en sus manos con extremo cuidado un espejo curvado, del que sobresalían una especie de cadenas gruesas que se sujetaban en sus manos, deterioradas por el tiempo.
- La última vez, el Conde no acató mis advertencias sobre los sucesos que sucedieron en Edo. Todos ustedes se confiaron y pensaban que su victoria ya estaba escrita. El hombre dio un hondo suspiro -El orgullo de ustedes es demasiado grande como para aceptar un resultado negativo en sus planes.
-Fue nuestro error, el cual no volverá a suceder - la joven tomó con cuidado las frágiles manos del mayor, mientras observaba el reflejo del hombre en el espejo que sostenía.
-El Conde Milenario sabe que me queda poco tiempo ¿no es así? - el hombre preguntó sutilmente, a lo que la joven solo asintió ante esto último - Probablemente esta sea la última vez que podré advertirles de lo próximo que sucederá. Necesito que escuches atentamente lo que te diré y que se lo digas a tu familia de inmediato.
-Lo haré.
El hombre apartó lentamente las manos de la joven y caminó lo más rápido como sus piernas se lo permitieron hacía la ventana. Tomó entre sus dedos la gruesa cortina que impedía el paso de la luz a través de esta y la apartó, dejando entrar por primera vez en esa noche la luz del exterior.
-El Apócrifo ha despertado. Después de milenios de permanecer en la clandestinidad, al fin a aparecido. -El hombre se ajustó los lentes en el puente de la nariz, al tiempo que miraba a la joven. Su rostro expresaba una mezcla de sorpresa y preocupación.
Jamás esperó que eso sucediera.
No en las circunstancias en las que se encontraba la familia Noé y los exorcistas.
-¿En que está pensando? - Preguntó la joven al no encontrarle sentido a la aparición de este en ese momento, justo en mitad de todo el caos - El conde Milenario lo buscó durante varios milenios en espera de que este le revelara el paradero del corazón. Pero este jamás apareció.
-Aparecer ahora significaría un caos mayor entre Noés y Exorcistas. ¿Acaso pensaba aprovechar la situación para resguardar y proteger al dueño del corazón?
-Lamentablemente no tengo la respuesta a tu pregunta - el hombre giró su cuerpo y se encaminó nuevamente al lado de la joven.
-Mi poder tiene ciertos límites. Aunque me pidieran que les revelara el paradero de este, no podría decírselo.
-Pero...- el hombre hizo una pausa.
- ¿Pero?- la joven miró confundida al mayor, que inmediatamente fijo sus ojos hundidos en los suyos.
- Puedo revelarles quien probablemente sabe de su paradero. Pero probablemente nos les convenga siquiera acercársele, ni cruzar palabra con él.
-Necesito que nos lo digas. Si actuamos ahora, podremos ganar una enorme ventaja contra los exorcistas - la joven tomó con cuidado el lado izquierdo del espejo, el cual sacó una ráfaga eléctrica, pareciendo tratar de alejarla de este.
-No necesitan que les revele el nombre. Todos ustedes lo conocen.
-¿Qué? -
-No es necesario que se los diga. La joven Road lo conoce perfectamente - El hombre apartó el espejo de ella y lo dejó lentamente sobre la mesa.
- Solo dile estas palabras: << La persona a la que alguna vez amaste, ha vuelto>>
La joven abrió los ojos desmesuradamente tras las palabras del mayor. Abrió su boca tratando de hablar y decir que esto no era gracioso. Que eso debía ser una broma de mal gusto.
-Veo que sabes a quien me refiero - el mayor se sentó en la silla en la que había estado sentado en un inicio - Ahora que sabes la respuesta, será mejor que le informes de esto al Conde. No les conviene descuidar la situación, ya que "él" va tras ustedes al igual que Apócrifo.
La joven no tuvo más opción que mirar al hombre con una notoria preocupación. Más aun, no podía hacer nada más. Si era verdad y la "persona" que sabía la localización del Apócrifo era quien más temía, debía informárselo al conde. De inmediato.
Sin tardar mucho retrocedió y dirigió hacia la puerta, al tiempo que giraba el picaporte.
-Será mejor que no bajen la guardia en ningún momento a partir de ahora. Esa "persona" los quiere muertos y no parará hasta asegurarse de ello.