Entre melodías de amor

Capítulo 6

Capítulo 6

¡Allá vamos, bosque!

Mason.

—¿Crees que haya osos?

—Probablemente —responde Owen, sin mucha importancia.

—¿Me veo como una persona apetitosa?

Owen deja de meter las cosas a su mochila y me mira serio. Su cara me dice que estoy siendo demasiado paranoico y estúpido.

—Un oso no te va a comer. Seguro a los osos les gustan las personas audaces y que les dan batalla, y tú... —me mira de arriba abajo— Bueno, seguro que estas a salvo.

Lo miro algo ofendido.

—¿Qué quieres decir?

—Que es probable que a los osos no les gusten las presas fáciles y tú eres una.

Estoy a punto de refutar, pero la puerta de nuestra casa es abierta de un empujón.

—¡Nos atacan! —grito y me tiro detrás del sofá.

—Hola, súbditos —reconozco la voz de Tim y salgo de mi fuerte.

—¿Cómo entraste? —pregunta Owen, con el ceño fruncido.

Tim saca de su bolsillo trasero un llavero con al menos diez llaves.

—Tengo una copia.

—¿Debería asustarme? —indago.

—No —niega él—. También tengo una llave de la casa de Eliot, las demás son de mi casa.

—Se puede saber por qué tienes copias de nuestras llaves —interroga Owen, algo molesto.

—Es por si en algún momento están en peligro y necesito entrar —ambos lo miramos mal—. Podrían estar desmayados y muriendo.

Me volteo hacia Owen y lo señalo.

—Tiene un punto.

La puerta de entrada es nuevamente abierta, pero esta vez por Eliot, quien trae una mochila sobre su hombro.

Owen levanta los brazos con frustración.

—No me digas que tú también tienes una llave.

—Sí. ¿Cómo lo supiste? —saca de su bolsillo trasero un llavero de micrófono, con más o menos cinco llaves.

El pelinegro mira mal a Tim y luego se dirige hacia Eliot.

—¿Te la dio Tim?

—Ajá.

—¿También le diste una a la vecina? —pregunto, temiendo por su respuesta.

—No. Pero también le di una a Clío y a Rosé. Solo por si se necesita —admite.

—Parecen unos padres sobreprotectores que temen que sus hijos hagan algo indebido.

Tim se lleva una mano al pecho.

—Eliot y yo somos los mayores y ustedes unos pequeñines. Tenemos que cuidarlos.

—Protegernos, eh... —una sonrisa lobuna se forma en el rostro de Owen— Mira, una araña.

—¡Ahhhh! —De manera instintiva, Eliot toma a Tim del cuello y se cuelga de él. Tim lo toma en brazos cual princesa y Owen comienza a reír— Con eso no se juega. Podría morir de un infarto.

—¡Vivan los novios! —grito. Antes de que alguno reaccione, les saco una foto. Foto que editare después para ponerle un smoking a Tim y un vestido a Eliot.

—Espero que por lo menos hayamos salido lindos —Tim baja a Eliot con delicadeza y luego se arregla el pelo castaño—. Si no fue así, podemos repetirla. Yo no tengo problema.

—Seguro salimos divinos —Eliot me da un guiño.

—Escuchen —Owen saca su celular para ver algo—. Tenemos que ir a comprar sacos de dormir para las chicas y tiendas de acampar. Además, tenemos que comprar comida, bebidas y botanas suficientes para dos días —hace una pausa—. Tengo que ir por Allison a las cinco, así que para ese entonces ya tendríamos que haber regresado del centro comercial. Mientras ella prepara sus cosas para irnos, nosotros tendremos el tiempo suficiente para rectificar si tenemos todo listo y por si quieren llevar algo más.

Todos asentimos, embobados por las instrucciones.

Tim levanta la mano, pidiendo la palabra.

—¿Qué? —le concede Owen.

—¿Me prestas tu guitarra acústica?

—No —Tim hace un puchero y lo mira mal—. Pues vámonos, tenemos tan solo tres horas para conseguir lo necesario.

Eliot ahora es el que levanta la mano.

—¿A qué hora se supone que nos iremos?

—Más o menos a las ocho —hablo—. Considerando lo que tardaría Owen en ir y venir.

—Me parece bien —concuerda Eliot—. Es una buena hora. Y tenemos suerte de que la carretera no sea peligrosa y este iluminada.

—Pues no perdamos tiempo —Owen se dirige a la puerta y nosotros le pisamos los talones.

Tim y yo jugamos un rápido «piedra, papel o tijera», para ver que auto usaríamos y claramente yo gane. Sin más remedio, todos abordamos el cómodo auto de Tim y emprendemos el camino hacia el centro de New Hampshire, donde están algunos centros comerciales con gran variedad de cosas.

Entramos al centro comercial que consideramos más grande y tomamos el elevador hasta la tercera planta. Con un rumbo fijo, nos dirigimos hasta esa enorme tienda en donde venden toda clase de cosas de supervivencia. Owen toma un carrito y comenzamos a pasearnos por los largos pasillos. Los sacos de dormir se encuentran colgados en la parte de atrás. Los analizamos un poco, buscando la talla correcta y finalmente arrojamos cuatro de diferente color al carrito. Owen toma otro de color morado y lo avienta al carrito.

—¿El otro es para ti? —Tim señala el saco que acaba de arrojar.

—No. Es para Marion.

—¿Marion? —pregunta Eliot.

—Es mi mejor amiga. Ella y Allie son inseparables. Si traía a una, también tenía que traer a la otra —responde feliz—. No veo a ambas desde hace un tiempo y como mi madre se ofreció a traer a mi novia... pues también quise que Marion viniera.

—Genial —En la cara de Tim se instala una sonrisa ladina.

Owen le lanza una mirada furibunda y golpea su cabeza.

—Ni lo pienses —le advierte.

—Vamos. No le haré nada a tu amiga... Al menos nada que no quiera —levanta ambas manos en señal de paz—. Prometo no lastimar su corazón.

El pelinegro comienza a reír, negando.

—Ella no me preocupa —admite—. Me preocupas tú. Marion es una chica con carácter fuerte y créeme cuando te digo que ni siquiera te acercas a su tipo.




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