Capítulo 8
Ahogando penas y un coreanito sexy al rescate
Mason.
Miro a Marion boquiabierto mientras intento procesar lo que acaba de suceder.
—¿Qué te pasa? —Pongo mi mano sobre mi mejilla adolorida— ¿A qué se debió eso?
—Tenías un mosquito.
—Debiste avisarme —inquiero, indignado.
—Te dije que tenías tres segundos.
—Sí y no me dijiste para qué.
—Y tú desperdiciaste el tiempo preguntando —se encoje de hombros—. Tenía que matarlo o se escaparía.
Le doy una sonrisita fingida y no puedo evitar el pensar en que si Claire me hubiera dado esa bofetada por un tonto mosquito, lo más seguro es que ya estaríamos en medio de una guerra de manotazos.
Nuestra relación es increíble y es una suerte que no haya cambiado nada entre nosotros luego de que... ejem... bueno, de que se haya enterado que me gusta Clío y no ella. Deseo con todo mi corazón que encuentre a alguien que la trate como la princesa que es y la haga feliz porque ella se lo merece y quiero ver a mi amiga bien.
Dejo los pensamientos de mi mejor amiga de lado y me centro en mi acompañante. Es tan normal que comience a divagar sobre cualquier cosa mientras estoy con alguien y no sé porque hago eso, simplemente, es algo que se me da bien.
—Eres una agresiva. Seguro que solo fue un pretexto para tocarme —muevo mis cejas de arriba hacia abajo mientras una sonrisa arrogante se forma en mi rostro—. Si querías tocar mi cara solo tenías que decirlo —ladeo mi cara, mostrándole mi mejilla y me acerco un poco a ella—. Vamos, tócala. Te doy permiso.
Marion enarca una ceja, apretuja mi mejilla con fuerza y yo suelto un quejido de dolor.
Fue una mala idea y ahora es que me doy cuenta. Siempre tomo malas decisiones.
No creí que reaccionara con tanta agresividad. Nadie —excepto Eliot—, me había tomado tan fuerte la cara. En estos casos, lo que suelo hacer para que Eliot me suelte es jalarle un mechón de cabello tan fuerte que me termina liberando, pero ella es una chica y se vería feo si le hiciera eso. Además me sentiría mal por ello y seria cancelado.
—Si yo quisiera intentar algo contigo —me mira con intensidad—, no habría necesidad de hacer algo tan tonto como eso. Yo no necesito excusas para ir por lo que quiero.
Carraspeo un poco, intentando disminuir la pequeña presión que se instaló en mi pecho.
¿Por qué es así? Me cuesta mantenerme serio en esta situación y me dan ganas de sacar frases que he visto en memes de Los Simpson.
Mantén la calma y no pienses en memes ahora, Mason. No ahora.
Me suelta y pone la fría palma de su mano sobre mi mejilla, aliviando el ardor que provoco hace unos segundos al jalar mi piel.
—Entiendo. Tú eres muy decidida y eso me gusta —le aplaudo—. Eso quiere decir que no paras hasta conseguir lo que quieres y es genial. Es admirable.
Se acomoda nuevamente al igual que yo. Su vista se posa en la cascada que hay frente a nosotros y yo hago lo mismo. La luna se refleja en la pequeña piscina que se ha formado gracias a la caída del agua, dándonos un fascinante espectáculo visual.
Me permito llenar mis pulmones con el refrescante aroma a pino y a lavandas que flota en el aire.
El olor a lavandas me recuerda a Clío. Ella siempre tiene ese ligero aroma en el cabello y su perfume con olor a fresas y frambuesas le dan un toque dulzón a su esencia. Clío es igual a mis caramelos de cereza favoritos, por fuera tiene un sabor adictivo que te incita a seguir comiendo para llegar al centro lleno de sabores a frutos rojos que hace lo hace delicioso. Y ella es así, por fuera es hermosa, pero conforme la conoces, te das cuenta que es más que solo una cara bonita.
Hay tanto en ella que me moría por descubrir. Paso a paso, sin prisas y con mucha paciencia, aguardando hasta que ella decidiera que era el momento ideal para mostrarte otra más de sus capas.
—Seamos claros —salgo de mi trance en el momento en el que vuelve su vista hacia mí—. Tú me gustas y eso está más que claro. Sin embargo, creo que tú no lo quieres ver.
Chica lista.
—Me cuesta un poco aceptarlo —admito.
—¿Yo te gusto?
Ella no se anda con rodeos. Va directo al punto y yo no tengo la menor idea de que decirle. Es decir, no tenemos ni dos días de conocernos y me pregunta eso. Es obvio que esa respuesta es desconocida para mí porqué es demasiado pronto para plantearme una pregunta así.
—Me pareces hermosa, pero me temo que no nos conocemos mucho para darte la respuesta que mereces.
Niega, con una sonrisa ladina en sus labios, como si esa fuera la respuesta que esperaba.
—Bueno, me subiste el ego y te lo agradezco. Además, no me importa.
—¿El qué?
—Si no te gusto ahora. No me importa —me da una mirada de superioridad—, porque estoy segura que puedo lograr gustarte.
Oh...
Imaginemos que estaba bebiendo agua y la escupí al escuchar aquello. Solo imaginemos, sería una reacción muy chistosa.
¡Ya! Para con tus pensamientos tontos, Mason.
Parpadeo un par de veces y me vuelvo a centrar en la charla.
Ojalá yo fuera así. Si tuviera una pizca de la seguridad que ella tiene, seguro que hace rato ya le habría confesado a Clío lo que siento y puede que hasta dijera que sí, pero ya es tarde.
Bueno, a seguir con mi vida y mi horrible situación amorosa. No es momento para ponerme a pensar en lo que ya paso. Tengo que pasar página y mirar hacia adelante. Y lo que está delante de mi es una chica, cuya existencia no sabía del todo, pero ella si sabía de la mía.
Que enredo.
—¿Por qué te gusto? —Inquiero— Soy de todo, menos interesante. Me esperaría más que te gustará Tim o Eliot. Creo que no soy tu tipo, Marion.
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Editado: 17.06.2021