Los días transcurrieron con normalidad dentro de Blackwood Inc. Sin embargo, el panorama empresarial se tornaba cada vez más desafiante. La competencia crecía rápidamente, y aunque la compañía mantenía su estatus como una de las más sólidas del mercado, era crucial no solo retener sus cuentas actuales, sino también hacer crecer aquellas que aún no habían alcanzado su máximo potencial.
A pesar de los esfuerzos del equipo de relaciones públicas, la imagen de Robert Blackwood seguía siendo un problema mediático. Una vez más, su nombre aparecía en los titulares de revistas de espectáculos y redes sociales, esta vez vinculado a una popular tiktoker que intentaba dar el salto a la televisión. Aunque el asunto lo estaba manejando directamente el equipo de marketing de la empresa, la situación se salió de control cuando Robert y la influencer fueron vistos en un exclusivo restaurante de Manhattan.
Las cámaras captaron el momento, y la prensa no tardó en difundir rumores de romance. Blackwood Inc. se vio envuelta en una nueva ola de especulaciones que, aunque no afectaban directamente sus operaciones, sí desviaban la atención de asuntos realmente importantes.
Robert, visiblemente cansado de la situación, convocó una reunión urgente con su equipo de relaciones públicas.
—Esto tiene que parar —dijo con firmeza, cruzando los brazos sobre el pecho—. No permitiré que mi nombre siga vinculado a cualquier persona con la que me cruce en un restaurante.
Uno de los ejecutivos de comunicación asintió con seriedad.
—Estamos trabajando en contrarrestar la narrativa, pero cada vez que intentamos desmentir algo, surgen más rumores. La influencer en cuestión parece estar disfrutando de la atención mediática.
Robert apretó la mandíbula con frustración.
—Encuentren una manera de cambiar la conversación. Quiero que el enfoque vuelva a estar en la compañía y no en mi vida personal.
Mientras tanto, en el área de marketing, Emma y su equipo se encontraban preparando nuevas estrategias para fortalecer cuentas medianas y mantener la reputación de Blackwood Inc. en la cima.
—Hemos identificado tres cuentas con alto potencial de crecimiento —explicó Thomas, mostrando una presentación en la pantalla—. Si logramos desarrollar campañas innovadoras para ellas, podríamos incrementar su impacto y consolidarlas como clientes clave.
Emma escuchaba con atención, tomando notas. Su trabajo en Blackwood Inc. no solo le estaba brindando experiencia, sino que también le daba una visión más amplia para el crecimiento de Soul Marketing.
Sin embargo, el ambiente en la empresa estaba tenso. La presión por mantener el éxito, sumada a los rumores que envolvían a Robert, generaba incertidumbre. Todos sabían que la compañía necesitaba moverse rápido para evitar que la imagen del CEO terminara afectando su credibilidad.
Emma no podía evitar preguntarse hasta qué punto la vida privada de Robert influía en la percepción del negocio.
Esa misma noche, las redes sociales estallaron con un en vivo de Lissa Marie. La influencer, sin mencionar directamente a Robert, dejó entrever que su relación con el CEO de Blackwood Inc. era más que una simple coincidencia en un restaurante.
—A veces la vida te sorprende con oportunidades increíbles y personas especiales —dijo con una sonrisa juguetona, acariciando distraídamente el borde de su copa de vino—. No puedo dar muchos detalles, pero ya saben, las conexiones correctas pueden abrir puertas maravillosas.
Los comentarios no tardaron en inundar la transmisión:
"¡OMG, Lissa y Robert Blackwood juntos!"
"¡El CEO más codiciado con la tiktoker más hot del momento! ¡Confirmado!"
"¿Será que viene una boda millonaria?"
La especulación alcanzó su punto máximo cuando algunos medios de comunicación replicaron fragmentos del en vivo, asegurando que la influencer había confirmado su romance con Robert.
Robert Blackwood no estaba nada contento.
Observó la pantalla de su celular con el ceño fruncido mientras el equipo de relaciones públicas esperaba instrucciones.
—¿Qué hacemos? —preguntó uno de sus asesores—. Podemos lanzar un comunicado negándolo todo.
Robert soltó una risa sin humor y dejó el teléfono sobre su escritorio.
—No —respondió con calma, aunque en su mirada se reflejaba la furia contenida—. Vamos a hacer algo mejor.
Se recostó en su silla, cruzando los dedos sobre su mentón.
—No diremos nada. Dejen que la prensa haga su trabajo. Ella quiere atención, pues la tendrá… pero no de la manera que espera.
El plan de Robert era simple pero efectivo: invitaría a Lissa Marie a una cena en un lugar público, donde las cámaras sin duda capturarían cada detalle. Ella pensaría que era el inicio de su idilio mediático, pero en realidad, Robert solo quería darle cuerda para exponer su verdadero rostro ante la opinión pública.
Y tal como lo imaginó, la joven aceptó la invitación con entusiasmo.
Esa noche, en un restaurante de lujo en el Upper East Side, la cena transcurrió entre luces tenues y copas de vino caro.
Lissa se mostraba coqueta, lanzando miradas seductoras mientras jugaba con un mechón de su cabello.
—Sabes, Robert, me gusta tu estilo —comentó, apoyando el codo sobre la mesa y acercándose un poco—. Eres un hombre poderoso, y bueno… yo sé exactamente lo que un hombre como tú necesita.
Robert sonrió con cortesía, tomando un sorbo de su whisky.
—¿Ah, sí? ¿Y qué crees que necesito?
Lissa deslizó una de sus manos sobre la suya.
—Una mujer que entienda tu estilo de vida. Que sepa cómo moverse en este mundo y que no se asuste por la fama. Yo tengo todo lo que cualquier hombre desearía: belleza, carisma, influencia… No lo digo por presumir, pero bueno… mírame —se encogió de hombros con una sonrisa de suficiencia—. No hay muchas como yo.
Robert la observó en silencio por unos segundos, permitiéndose apreciar la ironía de la situación.