Entre mentiras y deseos

Después del escándalo viene la calma

La mañana siguiente, las noticias estaban inundadas con imágenes de Robert y Lissa en el restaurante. Pero, tal como él lo había planeado, la jugada comenzó a dar frutos cuando los medios empezaron a notar inconsistencias en la historia de la influencer.

Los titulares eran contradictorios: “Romance confirmado entre Robert Blackwood y Lissa Marie” “Blackwood niega relación con influencer” “¿Oportunidad o engaño? La verdad detrás del escándalo”

En redes sociales, los usuarios no tardaron en reaccionar. Algunos apoyaban la versión de Lissa, pero otros comenzaron a cuestionar la veracidad de sus declaraciones. En especial, cuando un reconocido periodista de farándula, intrigado por la forma en que Lissa había insinuado su supuesta relación con Robert, decidió investigar más a fondo.

En un en vivo, presentó pruebas contundentes:

—Hemos recibido información de fuentes cercanas a Blackwood Inc. y a la misma Lissa Marie —dijo el periodista, mostrando capturas de pantalla de conversaciones filtradas—. Aquí pueden ver cómo ella planeó todo este escándalo con su agente. La idea era usar la fama de Robert para ganar seguidores y asegurar contratos publicitarios.

Las pruebas eran demoledoras. En las conversaciones se leía claramente cómo Lissa había dado instrucciones para que algunos perfiles falsos en redes sociales empezaran a difundir rumores sobre su supuesto romance con Robert. También quedaba en evidencia que la filtración de las fotos en el restaurante no había sido una coincidencia, sino parte de su plan para mantenerse en los titulares.

El impacto fue inmediato.

Las reacciones en redes sociales fueron implacables:

“¡Qué vergüenza! Todo fue un montaje”
“No puedo creer que intentara usar a Robert Blackwood para hacerse más famosa”
“Ya no la sigo, perdió toda su credibilidad”

Las marcas con las que Lissa tenía acuerdos comenzaron a retirar sus contratos. Una de las empresas más grandes con las que trabajaba emitió un comunicado tajante:

“En vista de la reciente polémica y la evidencia presentada, hemos decidido poner fin a nuestra relación comercial con Lissa Marie. Nuestra marca promueve la transparencia y la ética en la industria del entretenimiento.”

Poco a poco, sus números comenzaron a desplomarse. Los seguidores que antes la idolatraban ahora la atacaban sin piedad. Sus videos perdieron interacción y, en menos de 48 horas, había perdido más de 500 mil seguidores.

Desesperada, Lissa intentó salir en vivo para dar su versión de los hechos, pero cada palabra que decía solo la hundía más.

—Todo fue un malentendido —balbuceó, con el rostro desencajado—. Yo nunca quise mentir, simplemente me dejé llevar...

Los comentarios no tardaron en llenarse de burlas y acusaciones. La caída de su carrera era inevitable.

Mientras tanto, en su oficina, Robert observaba el desenlace con una expresión serena. Había visto a muchas personas como Lissa intentar aprovecharse de su imagen, pero esta vez, el plan de exponer la verdad había funcionado mejor de lo esperado.

—¿Qué haremos ahora? —preguntó su jefe de relaciones públicas.

Robert tomó un sorbo de café y sonrió levemente.

—Nada. Dejemos que la verdad haga su trabajo.

Y así, sin necesidad de pronunciar una sola palabra pública, Robert Blackwood había demostrado que en su mundo, la verdad siempre encontraba su camino.

Lissa Marie había jugado con fuego... y terminó quemándose.

Mientras todo este nuevo escándalo sacudía a Robert, Emma se encontraba cada vez más impactada por la personalidad del CEO. Desde el incidente en el baño, había empezado a ver otra faceta de él, una que la desconcertaba. Lo que inicialmente había sido solo una atracción superficial ahora se mezclaba con una curiosidad peligrosa. Robert Blackwood era un hombre imponente, inteligente y carismático, pero también podía ser despiadado cuando se lo proponía.

La brutalidad con la que había manejado el asunto con Lissa Marie le dejó claro que, cuando quería, podía ser el ser más desagradable del mundo. Y eso la inquietaba.

Emma intentó enfocarse en su trabajo, pero no podía evitar preguntarse si alguna vez estaría en el lado equivocado de una jugada de Robert Blackwood. Porque, si algo le había quedado claro, era que él no perdonaba a quienes intentaban usarlo para su beneficio.

Sonó el teléfono de Emma. Era Ethan preguntando si estaba en su casa. Sin embargo, eran más de las 7:00 p.m. y ella aún estaba en la oficina. Había trabajado hasta tarde, y sin querer darle mucha importancia al asunto, le dijo que se quedó desarrollando una idea y que estaba a punto de salir. Quedaron en encontrarse para tomar un café.

Saliendo del ascensor, se topó de frente con Robert y no supo cómo reaccionar. Le dirigió un escueto "buenas noches" e intentó marcharse rápidamente.

Él, con su característica calma, le lanzó una mirada evaluadora antes de soltar una broma:

—No te reconocí a simple vista con tanta ropa puesta.

Emma sintió cómo su rostro se encendía en un rojo intenso. Recordó el incidente en el baño y la vergüenza volvió a invadirla.

—Buenas noches —murmuró apresurada, evitando su mirada y saliendo del edificio lo más rápido que pudo.

Robert la observó marcharse con una sonrisa ladeada, disfrutando más de lo que debería del rubor en sus mejillas.




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