Tras su junta de emergencia, Emma y Olivia llegaron a una conclusión innegociable:
El crecimiento de Soul Marketing requería el 100% de su concentración y presencia.
Si realmente querían competir con las grandes agencias del sector y posicionarse dentro de las mejores, no podían seguir dividiendo su tiempo y energía.
Soul Marketing no era solo un proyecto; era su legado.
Y para consolidarlo como una de las empresas líderes, tenían que trabajar codo a codo, sin distracciones.
La ventaja era que ya tenían bastante terreno abonado.
Gracias a su crecimiento acelerado y la reciente colaboración entre Sophie y Archie, la empresa había alcanzado un nivel de visibilidad impresionante.
Las marcas comenzaban a verlas como una opción sólida, no solo como una start-up emergente.
El impacto fue tal que, en las últimas evaluaciones del mercado, Soul Marketing había logrado posicionarse en el ranking 5 de las empresas top del sector.
Era un logro que ninguna start-up de su tipo había alcanzado en tan poco tiempo.
Pero esto no era el final del camino.
Era solo el principio de algo mucho más grande.
Ethan no se sorprendió al ver el correo de renuncia de Emma en su bandeja de entrada.
Lo había visto venir.
Después de la conversación que tuvieron sobre la propuesta de Blackwood Inc. para comprar Soul Marketing, supo que Emma jamás vendería.
Y si la empresa ahora requería el 100% de su tiempo y concentración, su salida de Blackwood Inc. era inevitable.
Lo que sí lo hizo sonreír con picardía fue la forma en la que decidió presentar su renuncia.
Emma no mencionaba ninguna razón personal en su correo.
Se mantenía profesional, concisa, agradeciendo la oportunidad y explicando que, por asuntos externos a la empresa, debía dar por finalizado su ciclo en Blackwood Inc.
Cualquiera que no la conociera bien pensaría que simplemente había encontrado otro empleo.
Pero Ethan la conocía.
Y sabía que había alguien a quien esta noticia le iba a caer como un balde de agua fría.
Robert Blackwood.
Porque, aunque Emma se negara a admitirlo, la tensión entre ellos dos era más que evidente.
Ethan lo había notado desde el primer día en que Emma mencionó su nuevo jefe con una mezcla de irritación y curiosidad.
Lo vio después, en la forma en la que ella se tensaba cuando Robert aparecía en una habitación.
Lo vio en la noche del cóctel, en el ascensor, en el incidente del baño…
Y lo vio con más claridad en la forma en que Robert la observó en Midnight Velvet.
Robert estaba interesado.
Y Emma también, aunque no quisiera aceptarlo.
Ethan se recargó en su escritorio y sonrió con malicia.
Sabía que Emma se iba a enojar con él.
Pero, ¿qué clase de amigo sería si no se aseguraba de que el CEO supiera exactamente lo que estaba a punto de perder?
Sin pensarlo dos veces, puso en copia a Robert en el correo.
📩 Asunto: Renuncia de Emma Cotes
"Estimado CEO, pongo en su conocimiento la decisión de la señorita Cotes de dejar la compañía. Seguro querrá hablar con ella antes de procesarlo oficialmente."
Ethan pulsó "enviar" con una sonrisa divertida.
Ahora solo quedaba esperar la tormenta.
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El agua caliente caía en cascada sobre su piel, deslizándose por cada fibra de su cuerpo, relajando la tensión acumulada en sus músculos.
Robert Blackwood inclinó la cabeza hacia atrás, dejando que el vapor lo envolviera mientras el agua recorría la firmeza de su pecho, resbalando por su abdomen definido hasta perderse en el suelo de mármol negro.
El baño era amplio, con paredes de piedra oscura y luces tenues que reflejaban sutilmente el brillo del agua en su piel.
Cada gota trazaba un sendero por sus músculos esculpidos, marcando el contorno de su torso con un brillo efímero antes de desaparecer.
Apretó la mandíbula, cerrando los ojos por un momento, permitiéndose unos instantes de tranquilidad en medio de su ajetreada agenda en Tokio.
Pero la paz no duró mucho.
El sonido de su teléfono vibrando sobre la encimera de mármol interrumpió el momento.
Robert frunció el ceño y, con un suspiro de resignación, salió del agua, envolviendo su cintura con una toalla mientras revisaba la notificación en la pantalla.
Un correo.
Asunto: Renuncia de Emma Cotes.
El agua aún goteaba de su cabello cuando abrió el mensaje, leyéndolo en cuestión de segundos.
Se detuvo.
Leyó de nuevo.
Su expresión se endureció, el músculo de su mandíbula se tensó.
¿Renuncia?
Emma se estaba yendo.
Por un instante, una sensación desconocida lo invadió. No era enojo. No era sorpresa.
Era frustración.
¿Por qué no lo habló con él antes?
¿Acaso pensaba desaparecer sin más, como si no hubiera nada que discutir?
No. No lo permitiría.
Con un movimiento rápido, deslizó su dedo por la pantalla y marcó un contacto.
—Preparen el jet. Salimos a Nueva York de inmediato.
No esperó respuesta antes de cortar la llamada.
Luego, con la misma calma tensa que lo caracterizaba, redactó un correo para Emma.
📩 Asunto: Reunión requerida
"Emma,
He recibido tu correo de renuncia. De momento, no será procesada. Necesito discutir este asunto contigo en persona. Coordina un espacio en tu agenda para una reunión en mi oficina a mi regreso a Nueva York."
— R. Blackwood
Apenas pulsó "enviar", Robert dejó el teléfono sobre la encimera y pasó una mano por su rostro.
El agua aún resbalaba por su piel, pero el calor del baño ya no le servía de nada.
La única sensación que ahora recorría su cuerpo era la impaciencia.
Emma Cotes no iba a salirse con la suya.