Apenas la puerta de su oficina se cerró tras Emma, Robert dejó escapar un suspiro pesado y se recargó en su silla.
¿En qué demonios estaba pensando?
Había seguido el juego de Emma sin analizar las consecuencias, impulsado por el deseo de darle una lección, de demostrarle que nadie lo desafiaba sin recibir una respuesta.
Pero ahora, con la adrenalina bajando, se dio cuenta de la gravedad del error que acababa de cometer.
Si este plan fracasaba, iba a herir a su hermano.
Y James era lo más cercano a una familia que le quedaba.
No compartían madre, pero sí padre.
James era hijo del primer matrimonio de su padre y creció bajo el cuidado de su madre, la mujer que aún estaba viva y que insistía en que Robert sentara cabeza.
La mujer que nunca lo vio como un hijo propio, pero que tampoco lo rechazó por completo.
Cuando el avión de sus padres se estrelló, fue James quien estuvo allí.
El único que lo acompañó en el duelo.
El único que le dejó claro que, aunque no fueran hermanos de sangre completa, él nunca lo dejaría solo.
Y ahora…
Robert le había mentido.
Lo había hecho para que no se preocupara.
Para evitar que su madrastra siguiera organizándole citas con mujeres de “su círculo” como lo había hecho en los últimos años.
Para que James creyera que después de tanto tiempo, había alguien en su vida.
Pero lo peor de todo es que ahora tenía que sostener esa mentira.
Exhaló lentamente y apoyó los codos sobre el escritorio.
Emma se había creído muy astuta al seguirle el juego, pero no tenía idea de lo que había provocado.
Si ella quería jugar, él la llevaría al límite.
Robert tomó su teléfono y escribió un correo corto.
📩 Asunto: Instrucciones para el fin de semana
"Emma,
Mañana a las 7:00 a. m. estaré en tu puerta. Asegúrate de estar lista.
No olvides que si quieres jugar este juego, hay reglas.
Nos veremos pronto.
— R. Blackwood"
Apenas envió el mensaje, Robert apoyó la cabeza en el respaldo de su silla y cerró los ojos.
Se había metido en un lío.
Pero si algo tenía claro…
Es que no iba a ser el único que terminara atrapado en él.
Emma estaba recostada en su cama, con la habitación iluminada solo por la luz tenue de su lámpara de noche. Su teléfono vibró sobre la mesita y, con un suspiro, lo tomó para revisar la notificación.
📩 Asunto: Instrucciones para el fin de semana
Emma dejó caer el teléfono sobre su pecho y exhaló lentamente.
Definitivamente, había llegado demasiado lejos con esto.
Cuando decidió seguir la mentira, lo hizo porque le divertía verlo incómodo, porque quería ponerlo en aprietos por haber mentido en primer lugar.
Pero ahora se veía atrapada en el mismo juego que ella inició.
Aún así…
No podía negar que hubo algo emocionante en todo esto.
Que la forma en la que James la miró, con ese gesto de aprobación y confianza, le había provocado una sensación extraña en el pecho.
Que cuando él le dijo que su familia estaba emocionada por conocerla, por un segundo, le gustó la idea.
Y lo peor de todo…
Fue cuando la llamó “novia de Robert” y no sonó tan mal.
Emma se cubrió el rostro con las manos, intentando ignorar la oleada de calor que la recorrió al recordar la mirada intensa de Robert antes de que todo esto explotara.
¿En qué demonios estaba pensando?
Ella y Robert no eran nada.
Él era su jefe —bueno, casi exjefe—. Un hombre complicado, intenso, imposible de leer.
Pero por alguna razón, ahora iba a pasar el fin de semana fingiendo ser su pareja delante de su familia.
Y si algo le quedaba claro, era que Robert no iba a dejar que esto pasara desapercibido.
Apretó los labios y volvió a tomar el teléfono, releyendo el mensaje.
"No olvides que si quieres jugar este juego, hay reglas."
¿Qué reglas?
Porque si él quería guerra, ella no iba a quedarse atrás.
Con una sonrisa ligera, escribió una respuesta.
📩 Asunto: Sobre las reglas
"Querido Robert,
Asegúrate de traer la lista por escrito. No quiero romper ninguna regla accidentalmente.
Ah, y no olvides ser un buen novio. Ya sabes, para que la mentira sea creíble.
Dulces sueños.
— Emma."
Presionó “enviar” y dejó el teléfono a un lado, recostándose sobre la almohada con el corazón latiéndole un poco más rápido de lo normal.
Definitivamente, esto se estaba saliendo de control.
Pero si ya estaba dentro de este juego… pensaba jugarlo hasta el final.