Entre mi cielo y tu infierno

Prólogo

Luzbel caminaba tomado de la mano de Gabriela por un sendero, estaba dichoso de que ella hiciera parte de su vida, así que le pareció oportuno preguntarle:

-¿Te gustaría ser dueña de todo esto?- señalando a su alrededor

-¡Claro que no! El cielo le pertenece al Altísimo ¿Cómo puedes siquiera pensar en algo así?-Dijo desconcertada

-Pero ¿Por qué te enojas? sólo te pregunto porque me parece injusto tener que servirle a Dios cuando yo soy igual o aún más perfecto que él- Confesó Luzbel alzando la voz

-¿Qué te está pasando? tú no eres así, no te reconozco y no quiero seguir con esta conversación, por favor vete- Gritó Gabriela con desánimo

Luzbel no podía creer lo que estaba escuchado, sin decir ni una sola palabra se fue; tenía tanta rabia que con determinación se dirigió al lugar donde estaba el trono de Dios. Mientras iba en camino, lo único que pensaba era que algún día todo ese palacio celestial sería de él, todos los ángeles lo enaltecerían y lo considerarían el rey de reyes; Cuando llegó donde estaban los 24 tronos tomó aire y anunció:

-Subiré al cielo, pondré mi trono por encima de la corte celestial y me haré semejante a Dios- Declaró sin titubear

Los 24 ancianos quedaron perplejos, no podían creer que uno de los ángeles más importantes fuera capaz de hacer semejante cosa, sólo se limitaron a observar. Por otro lado Dios se levantó de su trono y declaró:

-Siempre fuiste perfecto desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad, solías ser intachable en todo y lleno de sabiduría pero no la usaste como se debía, por lo tanto quedas expulsado irreversiblemente del cielo y todo aquel que este de acuerdo con la rebelión de Luzbel también queda desterrado del Reino de los cielos- Dijo Dios dirigiendose a Luzbel y todos los ángeles que estaban presenciando esa escena.

Luzbel le dio la espalda a Dios para ver quien estaba detrás de él y para su sorpresa, estaban todos los ángeles y la corte celestial, incluyendo a Gabriela, sintió que se le rompió el corazón al verla destrozada, así que se dirigió hasta ella y le pidió un momento a solas, ella lo miró devastada y finalmente aceptó.

-Ven conmigo, te lo imploro- Dijo él desesperado.

-Estoy embarazada- Exclamó Gabriela con un nudo en la garganta a punto de explotar.

-¡¿Qué?! ¿Por qué esperaste hasta ahora para decirme esto?- Preguntó Luzbel con emociones encontradas.

-Planeaba decírtelo hoy, pero tú empezaste a decir disparates, y ahora no podremos estar juntos- ﹰDijo ella con lágrimas que bajaban por sus mejillas

-El hijo que estas esperando no puede entrar a mi Reino, porque en su corazón lleva maldad, el niño va a ser expulsado junto a su padre- Interrumpió Dios la conversación entre Gabriela y Luzbel.

-Señor, por favor no nos expulse a mi hijo, ni a mí, se lo ruego- Dijo Gabriela mientras se ponía de rodillas.

-Tú podrás quedarte, pero tu hijo estará a prueba, él tendrá que decidir a donde quiere pertencer, esa es mi decisión- Le dijo Dios compadeciendola.

-Gracias Dios mío, por favor, no desampare a mi hijo y llevelo por el camino del bien- Le pidió a Dios.

Luzbel no podía creer lo que estaba ocurriendo, ella estaba renunciando al amor que decía tenerle, en ese mismo instante él dejó de tener cualquier afecto hacia la mujer que tenía en frente, ella era lo único bueno que había en su corazón, pero ahora sólo máquinaba maldad pura e iba a hacer todo lo posible por gobernar todo lo que estuviera a su alcance con o sin ella.
La rebelión de Luzbel provocó su caída junto a la tercera parte de los ángeles; ya una vez en el infierno Luzbel recibe el nombre de Satanás y los ángeles caídos son demonios que le sirven cuando él los necesita.

 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.