Andrea terminó lo que se pidió, aunque no podría decir que realmente lo disfrutó. Su mente seguía atrapada en una maraña de recuerdos y emociones confusas. Tras recoger su bandeja y despedirse con un leve movimiento de cabeza al personal de la cafetería, se dirigió hacia la salida.
Por un breve instante vio al chico que la había estado observando; aquel chico era Santiago.
Era alguien conocido de la secundaria "¿Es el día de los conocidos? ¿Se han puesto de acuerdo?" comenzaron las preguntas en su mente.
Los recuerdos volvieron a ella como una tormenta. Santiago había sido uno de los amigos cercanos de Ricardo en secundaria. Recordó con claridad un día específico, una escena que había quedado grabada en su memoria. Fue durante un recreo, cuando un compañero se acercó a ella de manera despreocupada y le soltó:
—Oye, Andrea, dice Santiago que le gustas.
Andrea se quedó petrificada. No supo qué responder. Su rostro ardía, y el aire pareció volverse más pesado. Era demasiado tímida en aquel entonces, y esa confesión indirecta la había tomado completamente por sorpresa. Ni siquiera se atrevió a mirarlo; simplemente giró la cabeza hacia otro lado, deseando que el momento desapareciera. A pesar de su silencio, el comentario la dejó con una mezcla de emociones que no supo cómo manejar. ¿Lo decía en serio, o solo era una broma? En ese instante el compañero que le había dicho aquello se acercó a Santiago y le dijo "Acéptalo, ella no te quiere" en la actualidad ese gesto que ella hizo y el de ese compañero le pareció muy cruel.
Santiago nunca mencionó nada directamente, y ella tampoco se atrevió a tocar el tema. Todo quedó en una incómoda y silenciosa tensión que jamás se resolvió.
Ahora, años después, allí estaba él. Andrea lo reconoció al instante. Aunque su rostro había madurado, seguía teniendo esa mirada tranquila y esos gestos relajados que lo caracterizaban. Santiago también pareció notarla, pero no hizo ningún movimiento. Andrea, sin embargo, no quería quedarse atrapada en la incomodidad de esos recuerdos. Como vio que él no hizo ningún movimiento ni para saludar pues siguió su camino, no le quería despertar sentimientos antiguos como ella los tuvo al ver a Ricardo de nuevo "Lamento lo que paso" se disculpó en su mente con él.
Se concentró en la salida. Los recuerdos seguían girando en su cabeza como un carrusel imparable.
Debía pasar por aquella fuente en la cuál estaba Ricardo para llegar a la salida de la universidad. Se paró unos instantes, se puso los auriculares y fijó la vista en el suelo. Su mirada permanecía clavada en un punto fijo, como si hacerlo pudiera mantener sus pensamientos bajo control. Tomó aire, llenando sus pulmones de valentía, y continuó caminando, ignorando a todos a su alrededor.
Cada paso parecía pesado, como si el peso de los años y los recuerdos de secundaria la siguieran persiguiendo. Pero Andrea tenía claro algo: el pasado podía volver a aparecer en cualquier momento, pero el presente era lo que debía enfrentar ahora.