Sentado junto a la ventana, observando la clase,
en silencio y de reojo te miraba, sin hacer contacto
pues la pena se apoderaba de mí, cautelosa a tus movimientos
puede que quedara sin aliento.
Tímida me quede en la lejanía, sin olvidar tu rostro
necesitada de algún contacto pero resignada a contemplarlo
muy a lejos llevándome aquel secreto a mis sueños.