Landon.
La frescura alivia a las personas que sufren por el horrible calor. La mayoría están emocionados porque el cielo amenaza con llorar, los únicos que no muestran emocion son los que tienen sus plantaciones ya que temen que la lluvia llegue con fuerza.
Landon sabe bien que aún no comienza a llover porque la melodía de las gotas golpeando las paredes y ventanas con agresividad, queriendo entrar a su humilde hogar, todavía no hacen acto de presencia. Pero de algo esta seguro y es que ese olor a tierra mojada siempre es una advertencia de que pronto lloverá. Sólo espera que las gotas gordas de agua choquen con las desgastadas láminas y provoquen un sonido de estruendo.
—¡Landon!—Se escucha que le llamaban desde la cocina.
Y vaya que odia escuchar ese grito, sabe a lo que se debe . y por ahora no quiere moverse y abandonar la música que proviene de la radio.
Si vienen tendré la escusa de que estoy esperando a que el tiempo de la secadora termine para sacar la ropa. Pensó.
La figura de la pequeña Meli se hace visible en la habitación. Debido a la prisa que lleva, no se percata de la cantidad de agua con suavizante que está regada por el piso, por lo que termina resbalando. Landon se acerca a ella y la ayuda a ponerse de pie, viendo como el vestido blanco de su hermana se ha empapado.
—Debes tener más cuidado.
—¿Sabes? Cuando lavas la ropa todos aquí saben, porque es inevitable dejar pasar el tiradero de agua y ganchos que dejas.
—¿Qué quieres?
—Mi ma dice que vayamos a...
—Lo sé —Se apresura a decir. Levanta una mano y la deja caer en el cabello negro y recogido en dos coletas con broches de mariposa, de su hermana.
—Pronto lloverá y ya no podremos ir por agua—aclara. Retrocede un paso para liberarse de Landon y así poder escanear su débil cuerpo, para contemplar los estragos de la noche anterior—.Creo que tú estás más golpeado que yo que me la paso trepada en los árboles queriendo bajar a mi gato Hulu que siempre me huye.
—Vamos— indica Landon con rapidez, antes de que su hermana dijera algo más al respecto.
Melisa suspira resignada. Sigue el paso de Landon en dirección a la salida. La niña abre la pesada puerta de metal y al salir el viento fresco golpea sus caras y alborota sus cabellos, como si cada pelo quisiera irse volando.
Landon se queda de pie respirando con calma, disfrutando de ese clima. Meli tira de él para que no se atrase. Mientras caminan, él siente la hierba rozando sus piernas sin importar los pantalones gruesos que lleva puestos. El sonido de la tierra golpeando en las superficies no tarda en hacerse presente, junto con el de los botes rodando por todo el lugar.
—Voy por ellos. Ahora vengo—menciona Melisa y se aleja de ahí con pequeños saltos.
A lo lejos, Landon puede ver a su madre que va de un lado a otro con un hacha mientras maldice al viento en contadas ocasiones. Él decide ir hasta ella para poder ver lo que hace con esa arma tan peligrosa. Llega hasta debajo de un árbol de mezquite, el cual su madre golpea con afán para cortar las ramas.
—Se me ha terminado el gas, si llueve mañana la leña estará mojada y sera muy difícil hacer el almuerzo—dice, Mar apenas siente la presencia de su hijo.
—¿Por eso estás cortando el árbol?
—Estoy haciendo leña, ya te dije, la meteré en la cocina para usarla mañana.
—Déjame ayudarte—Landon le quita el hacha a su madre y comienza a cortar las ramas más delgadas del árbol.
—Recuerdo cuando estabas pequeño e ibas y le quitabas la cuerda a tu padre, la que usaba para bajar la comida de las vacas; después ibas y buscabas un costal y venías aquí, a este Mezquite, elegías la mejor rama y hacías tu columpio. Recuerdo que nunca pudiste asegurarlo bien y siempre se te reventaba y te dabas unos fuertes golpes. Yo siempre te regañaba y advertía, pero nunca me hacías caso...ahora me pregunto ¿seré una mala madre por ello?
—Algo me dice que usas el recuerdo del columpio para hablar de algo más—dice Landon dándose cuenta de la intención de su madre—. Sólo dilo, ma, sin titubeos.
La madre limpia sus manos manchadas de tizne, en su delantal rosa. Se acerca a su hijo con los nervios y la tristeza a flor de piel. Toma de la mano a Landon, lo que provoca que él se detenga para así poder prestarle atención a su madre. Ella, con un nudo en la garganta, le dice:
—Lamento no hacer nada, pero tú tienes la culpa...
—Por favor no hablemos del tema si me dirás lo mismo que siempre me dices. Madre, tu sermón no hará que cambie, no se porque lo sigues intentando.
—Te lo diré hasta que me hagas caso. Tienes que entender y si tengo que repetirlo varias veces, entonces lo haré. Deja de buscarte problemas, te juro que todo sería más fácil si dejaras esa actitud de niño rebelde y malcriado.
—¿Y te atreves a preguntarme si eres buena madre?—dice Landon como último recurso. Lanza las palabras como cuchillos y lo peor es que no se detiene a pensar si soltar esa pregunta era lo correcto. Ella baja la mirada. Landon sabe que la hizo sentir mal, esa no era su intención, así que tiene que remediarlo—. Tienes razón, es mi culpa. No eres una mala madre, yo soy el que no cumple correctamente su papel como hijo