Adrian se encuentra en su habitación caminando en círculos, tratando de entender que es todo esto que les está sucediendo, mientras escucha a su madre tararear una canción en la cocina. Solo detiene su andar cuando escucha su celular sonar. Al ver el nombre de quien lo llama se peina, como preparándose.
—Hola Adrian — se escucha decir a Elizabeth que se encuentra fuera de la habitación de su hermano mientras siguen revisándolo Tenemos que vernos — Sus palabras hacen tartamudear a un tímido Adrian.
Juntos acuerdan encontrarse en la iglesia en diez minutos, en el tronco habitual que está junto a ella. Elizabeth no le da ningún adelanto del porque el encuentro, pero claramente ambos tienen cosas diferentes en mente. A Adrian le resulta algo extraño que Thomas no vaya, pero ¿qué más da? al fin y al cabo, se va a encontrar solo con Eli. Ese si es un buen plan para él.
Pasados unos veinte minutos del acuerdo Elizabeth llega al lugar y Adrian ya está esperándola sentado en el tronco. Al verla exhala una bocanada de aliento contra sus manos, comprobando que el sabor a dentífrico todavía este ahí y se hace el distraído hasta que llega junto a él.
Gira hacia ella y con su mano peina sus colorados rulos.
—Hola Elizabeth — dice con tono caballeroso. Lo que vino luego lo dejó desconcertado.
—¡¿Ustedes dos me están tomando el pelo?! — lo increpa sin titubear y con enojado.
—Pará Eli, ¿Qué te pasa? — las expectativas de Adrian se derrumban. Esa cita no es lo que el imaginó y tampoco entiende que es lo que le sucede a Elizabeth.
—Vi el pecho de mi hermano — dice explicando su enojo —no tiene ninguna marca en el ahí como me dijeron—
—Pe, pe, pero Eli... — Adrian no tiene tiempo ni de hablar.
—Si están jugando conmigo les advierto que no les conviene — realmente está llena de enojo, se prometió que nadie más la iba a tomar por tonta.
—¡Es verdad!, ambos tenemos lo mismo — replica rápidamente antes de que vuelva a interrumpirlo.
—¿A ver?, mostrame — exige ella y ni siquiera el crudo frio del invierno evita que Adrian levante su ropa para disipar sus dudas.
—¿Ves?, ahí está nena —
Elizabeth lo mira con su ceño fruncido.
—Ok, no solo me quieren tomar por estúpida, sino que también me quieren tildar de loca — la joven tampoco ve la marca en Adrian, da un paso atrás y se enfurece aún más. Intenta salir corriendo, pero Adrian la toma del brazo para impedirlo.
El muchacho le pide por favor que se calme y logra hacerlo, aunque solo un poco. Elizabeth se aleja y sienta con fuerza sobre el tronco.
—Dejame mostrarte algo — Adrian saca su celular y se pone a buscar en la galería de imágenes. La noche anterior el mismo Thomas le había enviado una foto de su pecho con la marca. —Mirá, éste es el pecho de tu hermano —
Eli le arrebata el celular de sus manos, mira la imagen y vuelve su mirada hacia él.
—Adrian, acá solo veo el pecho de mi hermano — ahora ya está dudando de la cordura del muchacho y devuelve contra el pecho el celular a su dueño.
—¿No la ves?, está ahí — evidentemente no ven lo mismo —Eli, te lo juro, está ahí, está acá — toca su pecho al decirlo.
Será por la forma en que lo dice o por lo sinceras que se oyen sus palabras, pero Elizabeth hace el esfuerzo de entender algo que le resulta inentendible. << ¿Cómo puede ser que no lo vea?>> se pregunta él al momento en que ella comienza a sollozar.
Adrian se sienta a su lado y la abraza.
—Perdon, es que todo esto es una locura— dice la joven sollozando. Adrian con su mano acaricia el cabello rubio de Eli y con un leve esfuerzo la lleva hacia su pecho.
—Lo se Eli, es una verdadera locura—
Ahí es cuando entiende que, si para ella es demasiado, para su hermano y su amigo es mucho peor.
Elizabeth decide excusarse con que tal vez esté sensible por lo que ahora acontece en su casa y Adrian cuestiona sobre el tema. En aquel lugar el que no despierta ahora es Thomas, explica la joven y al escucharla Adrian se aleja bruscamente.
—¿Y recién ahora me lo decís? — al instante se acerca nuevamente y toma su rostro con ambas manos. —Entonces ahora él está del otro lado— dice mirándola fijamente.
Juntos rápidamente se dirigen a ver a Thomas.
—Hijo, has despertado— es lo primero que escucha Thomas al comenzar a despegar sus parpados.
La luz del sol pega directamente sobre sus ojos y le molesta de manera increíble. Lo que alcanza a ver en ese pequeño parpadear es a su padre frente a él, boquiabierto y mirándolo.
—Perdón padre, no quería golpearlo— dice disculpándose por lo sucedido con Mathew. Robert no dice ni una sola palabra, se lo ve realmente sorprendido. —Tampoco es para tanto, fue solo un puñetazo— agrega Thomas al momento en que los labios de su padre por fin se mueven.