Entre Mundos

Guerrero en las sombras

Desde una ventana se puede ver a Elizabeth transitar la calle principal de Calm River.

Recién sale del colegio y como ya es habitual se dirige al hospital del pueblo.

En ella habitan las mismas ganas de ver mejor a su hermano, como en los diez días que pasaron. 

Con paso apurado y bastante abrigada avanza. Hoy se la ve diferente. Una sonrisa en su rostro y a ritmo de sus auriculares, denotan que hoy tiene más ánimo. Sin contar que se ha puesto uno de sus abrigos favoritos, un Montgomery largo hasta las rodillas de color azul marino, con gorro y guantes de lana a tono.

Si hay algo que la motiva a esperar el invierno no es precisamente el frio. Siendo tan friolenta como es prefiere mil veces el calor, pero estas temperaturas tan bajas le permitían lucir sus prendas favoritas.

Como buena adolescente, en realidad gran parte de la humanidad se siente indefensa frente a un mundo lleno de prejuicios. Donde parece, que si no aparentas de determinada manera te hacen sentir que no perteneces a allí. ¿Qué tipo de educación recibiste? ¿Qué estándar social y económico tenés? ¿Sos religioso? ¿Tenés otra opinión política?... ¿Qué más da? Si sos una persona íntegra y honesta... ¿Qué más da?... si eso es lo que realmente cuenta.

Y ni hablar del aspecto físico. Mundo de cuerpos creados bajo ciertos estereotipos que se creen perfectos << ¿perfectos? Como si el frasco fuese más importante que su contenido >> piensa mientras reflexiona a cada paso. Pero por más que lo piense, ella tampoco está a gusto con su cuerpo.

Aquella ropa de estación la cubre de pies a cabeza y además le resulta muy elegante, realmente le sienta bien. Es en la época del año que más segura se muestra.

Pensamientos fuertes los de la niña, pero lo importante es que no borra esa sonrisa de su cara. Momentos fuertes en la vida son los que a uno lo hacen crecer.

En su habitación compartida, Thomas y Adrian están decepcionados.

—Pensar que ahora deberíamos estar camino al oráculo— dice Thomas con sus brazos cruzados.

—Te falta patalear para que termine de para ser un lindo berrinche— se burla Adrian mientras, con hoja y lápices que le consiguieron, trata de dibujar todo lo que se acuerda —¡Diez días pasaron! — agrega mientras toma un lápiz de carbonilla para sombrear la iglesia derrumbada —de tan solo imaginar cómo se sintieron nuestras familias me pongo mal... si tan solo pudiéramos contarles—

—¡Ni se te ocurra! — Thomas lo mira fijamente —¿Querés que nos trasladen a un manicomio? — con su enojo se sienta en la camilla y le habla en voz baja —Hasta que no averigüemos mas no vas a decir ni una palabra—

Adrian corre el dibujo a un lado y se gira hacia su amigo.

—¿Vos entendés que es peligroso? ¿y si nos pasa algo? ¿y si morimos? —

—Que trágico que sos Adrian, no nos va a pasar nada— las ganas de Thomas por vivir esta aventura lo hacen mostrar tan despreocupado y optimista —¿Miedo? —

—¿No nos va a pasar nada? Te recuerdo que en un segundo te hiciste ese corte— le dice mientras señala su pómulo.

—Solo me caí de la cama—

—Claro, como casi solo se nos cae una iglesia en la cabeza— le pone el dibujo tan cerca que con la carbonilla le mancha la nariz.

Thomas se limpia con su mano y vuelve a recostarse.

—Me parece que alguien tiene miedo— insiste con la burla.

—¿De qué tenés miedo Adrian? — pregunta curiosamente Elizabeth al ingresar a la habitación. Corriendo y riendo se abalanza a su hermano.

—Emmm... a nada— responde mientras rasca sus rulos —¿Miedo yo? ¡Por favor! —

Toma la pila de bocetos que hay sobre una mesita junto a él.

—Mirá lo que estoy haciendo Eli— la muchacha se acerca a él.

El dibujo que le muestra es ella con su vestimenta de Galuar.

—Soy yo— dice sorprendida por cuanto le gusta su dibujo —es hermoso Adrian. Un abrazo para el artista también— Adrian se ruboriza al instante en que la joven lo apretuja.

—Fuera de broma chicos, realmente me asusté con todo esto—

—Tranquila hermanita, no pasa nada— la despreocupación sigue presente.

—Pero al menos si supiéramos lo que está pasando— Thomas se preocupa al oír el tono de su hermana —Hablan de una enfermedad, eso asusta muchachos—

—¿Qué enfermedad? — cuestiona Adrian.

—Papá sugirió que no se enteren para no preocuparlos, pero yo pienso que tienen que saber lo más posible— sus ojos se llenan de lágrimas, pero las contiene.

—Contanos Eli— pide Thomas, aunque con algún temor a la respuesta.




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