Entre Mundos

Dos piedras preciosas

Robert camina orgulloso por las calles de Galuar. A su derecha, exactamente de la misma manera, va Thomas. Adrian a su izquierda y por delante, marcando el camino, se la ve a la comandante Elizabeth.

Los habitantes del pueblo los observan como si fueran la nueva atracción de un circo.

—Ignoren las miradas— les dice Roberth —Si viviéramos del que dirán, Elizabeth no sería la comandante—

Gran parte de la población estuvo en contra poniendo de escusa su corta edad. No aceptaban que una niña comande el ejército más grande de las afueras de Goldland, pero ella supo ganárselo, al demostrar sus grandes habilidades en combate combinadas con una gran astucia y temperamento.

Robert anuncia que antes de partir pasarán por la herrería.

—Quiero mostrarte donde trabajo— dice mirando a Thomas —Además, tengo un regalo para ustedes—

La sola idea de pasar por una herrería en busca de regalos los emociona, sin siquiera saber que van a recibir.

Al ingresar al lugar, Elizabeth informa que los esperará en el campo de entrenamiento, que queda camino a la puerta norte.

Si bien la herrería está trabajando se la ve bastante desabastecida. Cualquiera hubiera pensado que en un lugar así, en esta época, estaría repleto de armamento. Solo puede verse alguna que otra espada colgada en las paredes y algún que otro escudo disperso por el lugar.

Robert se acerca a un armario, hecho íntegramente de acero, lo abre y comienza a buscar algo en su interior. Algo que al parecer tiene como escondido ahí.

—Aquí están— se da vuelta y en sus manos sostiene dos finas, pero no pequeñas, cajas de metal. Ambas de forma rectangular y alargadas, casi iguales, salvo por que cada una lleva grabado el nombre de sus dueños.

Los dos reciben sus cajas. La impaciencia de Adrian es lo que lo apura a abrirla, mientras que Thomas se contiene para observar que recibe su amigo. Adrian, al hacerlo, lo que ve le resulta más que interesante.

Un arco de madera con una talla espiralada en todo su largo y a su lado sus respectivas flechas. Sus puntas se muestran extremadamente filosas y pulidas a la perfección.

—Parecen las flechas de la muerte— bromea el muchacho al ver que sus puntas están hechas de un metal de color negro.

Todas las flechas son iguales, salvo tres que tienen una punta similar a unos ganchos para escalar. Todas dentro de un carcaj de cuero.

El novato no sabe muy bien como colocárselo con tanto abrigo, así que Robert lo ayuda quitándole la capa y le cruza el carcaj por el pecho, quedando sobre su hombro derecho, ya con sus flechas dentro. Finalmente vuelve a ponerle la capa, Adrian ya está listo.

Ya con todos los ojos sobre él, Thomas decide abrir el suyo.

Una increíble espada se deja ver. Su hoja también de un acero negro, pulida y reluciente al punto de reflejar de igual manera que un espejo. Como una joya incrustada está en su empuñadura, hecha de una madera rojiza que le termina de dar un aspecto letal. Justo en la unión, donde el metal se funde con la madera, tallado en la misma empuñadura, se puede ver el símbolo que los viene siguiendo desde que todo comenzó. Al lado de tan peculiar espada se encuentra su cinturón de cuero, al igual que la funda que calza en él.

Robert es feliz viendo las caras que tienen los muchachos por tener aquellos regalos, armas que fueron forjadas por sus propias manos. Tan solo dieciocho años tuvo que esperar para dárselo ya que las elaboró cuando los jóvenes estaban en los vientres de sus madres.

—Toda gran espada tiene un nombre— le dice Robert —así que piénsalo—

Adrian observa fascinado como Thomas se coloca el cinturón y enfunda su espada.

Robert les cuenta que estas armas son especiales, no solo por el hecho de haber sido forjadas por él, si no por los materiales con que están hechas, Tan extraños y nobles como la misma naturaleza.

—Tanto la hoja de la espada como las puntas de las flechas están hechas de Lonsdaelíta—

Las caras de los muchachos lo dicen todo, no tienen ni la menor idea de lo que es.

La Lonsdaelíta es un material de lo más extraño y peculiar, ya que se forma gracias al impacto de un meteorito con grafito contra la superficie terrestre. Debido al calor y la energía generadas por el impacto el grafito es transformado diamantes, pero manteniendo su estructura hexagonal. Es de color oscuro y opaco, pero el pulido de las herramientas de Robert lo han dejado como se ve en las armas. Este inusual material es un cincuenta y ocho porcientos más resistentes que un diamante convencional.

La empuñadura, al igual que el arco están hechos de Quebracho colorado. Es una madera de color castaño rojizo. Su peso es bastante considerable, pero lo que tiene de pesado lo tiene de resistente. Su nombre lo dice todo. "Quebracho" es un nombre surgido de las palabras "quiebra hachas". Además de ser un material extremadamente noble, también tiene su lado místico.

Cuenta el libro del durmiente ancestral que, antiguamente la población de quebrachos era sumamente importante ya que, fue el material por excelencia para la construcción de casa, las cuales en Seedtown aún son utilizadas. También cuenta de que en aquel entonces había quebrachos por doquier y el mismo ser humano se dedicó a su tala indiscriminada para su uso, llegando al límite de solo conocerse un quebracho en cada continente en la actualidad. Al menos eso es lo que dice el libro, ya que el único que se puede ver realmente es el que está ubicado en el gran bosque, al noreste de Galuar, actualmente inaccesible para cualquier humano.




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