Prólogo - El inicio

En lo lejano de la calle, fuertes ruidos se escuchaban. Esos ruidos provenían de un pequeño departamento, pues eran los gritos de una madre, un eco desesperado por proteger a su pequeño hijo que parecía resonar en el tiempo. Años después, en esta misma casa, su vida había cambiado para siempre debido a un acto de violencia.

Aquella noche fatal, un hombre cuya sombra parecía envolver todo a su alrededor, o eso es lo que me acuerdo, había dejado a su esposa en coma con un solo golpe, un acto de violencia que nadie vio venir. Su pequeño hijo, entonces solo un niño, había sido testigo de aquel horror, su inocencia arrancada de cuajo.

Debido a todo este suceso, decidí cortar cualquier tipo de vínculo con mi padre. Lo recordaba cada noche en sueños y pensamientos, tratando de encontrar algún justificación de sus actos, algún rastro de amor que pudiera justificar su existencia en mi vida, pero no había nada. Solo sombras y gritos, una oscuridad que nunca se disipaba. Me alejé de todo lo que me recordaba a él, tratando de construir una nueva vida.

Decidí irme a vivir lo más lejos que pude, visitando a mi mamá cada vez que podía. Todo se desmoronó cuando recibí una llamada del hospital donde tenían internada a mi madre. La voz al otro lado de la línea me dijo: "¡Señor Arthur! Su madre acaba de fallecer." En mi mente, pensaba que no podía ser peor, hasta que la chica añadió que mi madre había sido asesinada... Y lo peor de todo: el responsable era mi padre.

Lleno de ira, decidí ir al departamento donde sabía que él se escondía. Al entrar al cuarto, intenté dialogar con él, buscando alguna respuesta en sus ojos fríos y sin remordimientos.

Pero antes de que pudiera decir una palabra más, él me clavó un cuchillo en mi pecho y con mi último aliento le grité: "¡Me la vas a pagar! ¡Regresaré y te mataré!", no sé si fue ese sentimiento de venganza y de poder regresar que me permitió viajar a otro mundo, pero nunca olvidaré ese día en el que mi deseo de acabar con él se intensificó.