—¡Bell, no! —el grito de Duncan llega hasta mis oídos a través de los disparos—. ¡Bell!
Necesito ayudarlo.
No voy a permitir que algo le pase, no cuando tiene toda una vida por delante.
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—¿Qué es lo que te sucede, Bell? Ya te he dicho que no me gusta venir a verte trabajar con todos esos autos y grasa y.... y autos.
—No te hagas la loca, Han. Últimamente te sientas en ese asiento lleno de "grasa" y me ves trabajar todo el día. A menos que esté equivocada y estés viendo a Grayson, a Chase y a mis demás compañeros.
—¿Qué? Cla-claro que no.
—Tu tartamudeo me lo confirma, no puedo creer que vengas para ver a los chicos trabajar.
—Eso es... Oye, hablando de Grayson, he notado la manera en la que te mira —dejo la herramienta a un lado antes de arquear una ceja en su dirección.
Me levanto, limpiando mis manos sucias en la camiseta rasgada bajo su atenta mirada al tiempo que comienzo a caminar hasta la mesa de herramientas por un destornillador.
—Hablas de que me mira como si tuviera un rastro de suciedad en la cara, porque si es así... el gesto es mutuo.
—Sabes a lo que me refiero... —soy capaz un tono tenso en su voz que de alguna manera me confunde.
—Es mi compañero de trabajo, Han, eso es todo. Además, no creas que no he visto desde el primer día que lo conocí las mujeres que rondan por el taller en su búsqueda.
—Amor mío, si esperas a que llegue un hombre de telenovela, entonces será mejor que vayas alistando el dinero para los cuatro gatos.
—Prefiero cuatro perros —trato de bromear pero la rubia rueda los ojos con fastidio—. No voy en esa dirección, ¿si? —digo, al tiempo que expulso un suspiro—. No tengo intención de relacionarme de otra manera con Grayson.
—Es una lástima, realmente esta para...
—Ya basta, deja tus pensamientos cochinos en el fondo de tu mente, o sácalos a relucir cuando estés sola.
—Nunca te he visto salir con nadie.
—Porque no tengo tiempo para eso.
—Claro que lo tienes.
—Ya basta —gruño—, no hablemos de novios, pareja o como sea que se le diga a eso.
—Has estado muy pensativa en estos días, luces algo pérdida en tu mundo.
—Perdida en el auto.
—Yo no diría con exactitud en el auto.
Y lo peor de todo, es que tiene mucha razón.
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—¿Iremos entonces?
—No muchachos, no iremos.
—¿Qué? ¿Por qué no? —Lucas suena como un niño pequeño. Ruedo los ojos, cojo otra papa frita del razón, y disfruto de la mirada del chico ante mi.
—Bell...
—Es demasiado peligroso, no iré con Maxon ahí.
—Entonces no lo lleves.
—Es demasiado peligroso de igual manera, podrían robarnos hasta la ropa.
—No veo cual es el problema con eso —trata de bromear pero lo único que logra es hacerme esbozar una mueca llena de asco.
—Eres un estúpido. Y no, no iré. No iremos. Tu no deberías ir. Nadie debería ir. Duncan no va ir. Me quedaré. Ustedes se quedarán. Eso es todo lo que tengo que decir y lo que diré.
—Eso es lo que siempre dices y luego vienes detrás de mi.
—Esta vez es diferente. Es un barrio demasiado peligroso, más que terminar sin ropa terminaremos sin un brazo.
—De todos modos vamos a ir —Lucas alza su barbilla a modo de desafío. A su lado Duncan no hace nada, no abre la boca, pero sé, más que nada, que esta de parte de Lucas.
Ir a Iceman no es muy seguro. Es decir, ningún lugar es seguro, pero ese... Demonios, ese sobrepasa nuestros niveles. Ya he estado ahí, Lucas también; el único problema es Duncan, a nosotros no nos pasa nada debido a que nos reconocen, saben que no somos su presa, pero en un lugar tan lleno de personas como ese... Mantener un ojo en el muchacho de cabellos entre rubios y castaños va a ser todo un reto. Si lo que quieren es una noche de fiesta ahí no la tendrán, no entiendo cuál es el afán de Lucas de ir ahí.