Entre Muros Grises

Capítulo 15

Hoy es un día frío. El viento mece mi pelo de manera desordenada mientras camino a paso rápido al colegio. No estoy muy segura de a qué hora me desperté, lo único que sé es que para el momento en que me encontraba en la ducha había pasado una hora de la primera clase.

Giro en la esquina para reconocer a un grupo de estudiantes que no tardan en observarme de arriba a abajo. Afortunadamente, ya que hoy no me levante a la hora correspondiente, Maxon se encuentra a mi lado haciendo que cualquier inconveniente que se pueda presentar en el camino sea evitado.

—Maxon, aquí —ordeno en tono firme al escuchar con claridad golpes al girar a la derecha. El canino de pelaje entre gris y blanco obedece. La sangre que hay cuando pasamos por aquel lugar es inevitable, pero trato de hacer caso omiso a ella, al hombre que la causó, y a la víctima.

Es por esta razón que realmente odio llegar tarde, es mucho más seguro rondar en las calles en las horas usuales debido a que ya tienes una idea de con quien te vas a encontrar. Pero cuando caminas a una hora diferente te encuentras con nuevos retos, nuevas apariciones, nuevas situaciones...

No es hasta cuando estamos a una cuadra del colegio que dirijo mi mirada a el canino.

—No tienes que seguir conmigo, aquí llegaré bien —sé que no me entiende pero de todos modos me agacho y paso la mano por su lomo. Maxon ladra eufórico y, aunque me gustaría sonreír, lo evito—. A casa Maxon —ordeno, vuelve a ladrar pero no se opone en absoluto cuando comienzo a alejarme. 

Cuando me encuentro justo en las puertas del establecimiento, dirijo mi mirada hacia atrás encontrándome con la mirada de Maxon. Frunzo el ceño solo porque, dudo que exista un perro más peculiar que éste, prácticamente esta esperando a que entre al colegio para irse como si quisiera verme llegar bien dentro. Sacudo la cabeza retirando ese pensamiento, por el rabillo de mi ojo confirmo en efecto que apenas entro, Maxon da media vuelta y comienza a correr.

Joder, ¿qué sería de mi sin ese perro?

Tengo buena vista, estoy acostumbrada a observar todo lo que me rodea, por lo que cuando paso al lado de alguien con reloj en la muñeca obtengo muy buena vista de la hora. Tercera hora, casi cuarta si tenemos en cuenta que ya casi se va acabar la hora. Expulso un suspiro al tiempo que me abro paso entre empujones y pistones a la cafetería, no tiene sentido entrar a clase cuando ya casi va a sonar el timbre que indica descanso.

Frunzo el ceño al observar a Duncan en una mesa, no es como la mayoría de los chicos que capa clase así que no tiene sentido que se encuentre aquí en esto momento. Me quedo atascada en el mismo lugar al observar como un moreno lleno de piercings se le acerca, agudizo mi vista entrecerrando mis ojos hasta alcanzar ver qué es lo que le ofrece. Mi cuerpo se tensa, sin siquiera pensarlo me encuentro caminando directo hacia allí.

—Nichols, hace mucho que no te veía —espeto, esbozando una sonrisa que se nota a lenguas que es fingida. Este muchacho ya ha tenido problemas con Lucas. No estudia, de hecho, la última vez que lo vi fue hace casi un año, por lo que se nota de sobra que solo viene para intentar someter a otros a esa mierda, volverlos adictos y así, venderla. Debo admitir que es una buena tacto a, no todos tienen la capacidad de someter a alguien totalmente fuerte al vicio, el problema aquí es cuando se mete con uno de los mios—. No te veía de tiempos lejanos, se siente como si hubiera pasado un siglo.

—Entre más pase mejor, ¿no crees?

—Es bueno saber que hay algo en lo que estamos de acuerdo, aunque de hecho, creo que hay otra cosa más en la que estamos de acuerdo —tomo asiento en la banca libre al lado de Duncan, noto como Nichols se tensa al reconocer el problema en el que se ha metido—. Ambos estamos de acuerdo en que tu te mantienes lejos de nosotros, y nosotros lejos de tu porquería. Pensé que te había quedado claro desde... Ah, si, desde hace mucho tiempo.

—No te tengo miedo —mala suerte, noto la inseguridad, la manera en la que traga saliva, y todos los síntomas de nerviosismo como si fuera un superhéroe.

Esbozo una sonrisa cínica.

—¿Alguna vez alguien te dijo que eres una mierda mintiendo?, porque te aseguro que eso no se lo creería ni el mas estúpido del barrio —no dice nada, lo he dejado prácticamente sin habla—. Llévate tu porquería Nichols, no vuelvas a acercarte otra vez porque tu y yo sabemos las consecuencias —espeto, haciendo un ademán al sobre blanco que se encuentra en la mesa.

El silencio se adueña del lugar por unos instantes, pero el moreno no tarda en recobrar el sentido, tomar sus cosas e irse.

Bien, así estamos mejor.

Al principio me siento un tanto extraña por la postura que asumí hace uno instantes. No me gusta hablarle a nadie de esa manera, tampoco me gusta tener que conversar con ese tipo de personas, pero aveces es necesario poner un alto a la gente que se te acerca. Aquí, en estos lugares, no puedes simplemente pedir por favor, tienes que tener el carácter necesario para decir lo que quieres, de lo contrario, seras la mula de todos.



#48990 en Novela romántica

En el texto hay: oscuridad, el primer amor, muros

Editado: 24.12.2018

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