—Joder, luce parecido a... ¿cómo decirlo?... tiene un color parecido a... Ah, sí, color basura.
—¿Quieres caminar? —arqueo ambas cejas hacia Hannah.
—Joder ¡si! deja que se vaya caminando, así no tenemos que soportarla.
—Cierra la boca, Richie —Hannah entra del lado del copiloto al auto rodando los ojos ante las palabras de Lucas—, a mí tampoco me hace muy feliz compartir mi espacio contigo.
Pongo pie en el acelerador y, de la manera más sutil y distraída observo las muñecas de Hannah. No hay rastro de una venda, no hay rastro de sangre, no hay rastro de cicatrices... Supongo que vamos bien. El único problema es que cada que pienso que todo va bien unos dos meses después me encuentro justo con lo que más miedo tengo, heridas que en algún momento podrían terminar en mucho más que eso.
—¿Esto te tomó mucho tiempo? —cuestiona ella en mi dirección refiriéndose al auto—, por cierto, Hannah Rives —se presenta a Duncan, que se encuentra en los asientos traseros junto con Lucas.
—Yo soy...
—Duncan Evans, Bell me ha hablado de ti.
—Bell, necesitas dejar de contar asuntos personales a rubias. ¿Acaso no recuerdas lo último que pasó en el libro que leímos? —esboza una mueca de asco que molesta a Emma.
Genial, parece que todo el trayecto constará de una pelea.
Dado que la salida al anterior club resulto mal, a Richie se le ocurrió alguna ida hacia el club que queda al norte. No puedo permitir que una situación como la anterior se desencadene, así que no me queda nada más que aceptar porque de todos modos irían. Eso y que conozco a algunas de las personas que se encontrarán en el club, por lo que no veo qué hay de malo en sacar unas horas para conversar con ellos. Decidí invitar a Hannah porque ella es también parte del grupo.
Estamos yendo en mi auto. Sí, así es, el auto que arregle. Puede que no se vea muy bien en el exterior, puesto que se trata de un color rojo algo desgastado, pero me gusta el interior e incluso dentro de la cajuela, tiene un motor con el que fácilmente podría correr en carreras si eso no me fastidiase. No existen problemas al acelerar, ni mucho menos al bajar la velocidad o frenar, que es lo más importante para no terminar muerta.
El tiempo que tardamos en llegar a Feat no es demasiado, lo cual agradezco porque en todo ese tiempo Lucas y Hannah no paran de discutir. En el asiento trasero Duncan parece igual o más exasperado que yo, lo que de alguna manera me hace sentir tranquila sabiendo que alguien más comparte el sentimiento de irritación y molestia que me embarga cada vez que lanzan lo que sea que encuentren para molestarse el uno al otro.
Me aseguro de no dejar nada que implique que roben o rompan alguna ventanilla del auto mientras salgo de éste. Muerdo el interior de mi mejilla al observar a la gran cantidad de gente rodeando sus automóviles o parados a la espera de poder entrar al club. Por supuesto, no faltan las mujeres que se menean de lado a lado con su falda corta, los hombres que observan de lado a lado a qué y quién robar, y los que solo miran.
Esto es lo asqueroso. No poder salir a ningún lugar sin encontrarse con este tipo de personas es asqueroso.
Es un lugar "privilegiado" , si es que así se le puede llamar ante tanta mierda que existe en esta parte de Detroit, así que al igual que en el otro club, hay que tratar de verse menos gamín que de costumbre. Hannah lleva un vestido —cosa que yo no utilizo al venir a este tipo de lugares—, unos tacones no tan altos, y su cabello está totalmente recogido. Yo voy un poco más sencilla. Nada de faldas, nada de vestidos, simplemente unos jeans ajustados, una blusa negra que me deja la espalda descubierta y unas botas un poco más altas que de costumbre, eso es todo.
No entiendo cómo es que les gusta utilizar faldas y vestidos cuando en la esquina te puedes encontrar con un pervertido.
—No bebas nada de nadie a menos que sea de parte de Lucas o de mi —explico a Duncan.
—¿Qué hay de mi? —cuestiona Hannah. Lucas le dedica una mirada burlona.
—En la anterior navidad le entregaste a Bell un vaso de vodka con algo extraño que la puso a bailar como nunca antes bailo, ¿Realmente crees que después de eso ella confíe en tí en estos casos?
—Fue un error, el vaso era para mi.
—Si, claro —Lucas rueda los ojos—, y yo me folle a un conejo la semana pasada.