—Bennett, necesitas despertar.
—Me gusta dormir, tu eres el que necesita mantener sus ojos abiertos, imbécil.
—Oh, porque yo soy el que está jodidamente enamorado.
—Yo no estoy enamorada —sueno a la defensiva y no me importa. Tal parece que Lucas en vez de tomarlo como una molestia lo tomo como una nueva razón para molestarme, es totalmente irritante—, deja de decir pendejadas.
—¿Qué? ¿Por qué? —arquea ambas cejas al cielo de manera inocente. Su vista va a unos cuantos metros al frente de nosotros y sonríe—. Evans, benditas sean las sábanas de la habitación del motel donde se encontraban tus padres esa noche en la que la espada del rey Arturo fue clavada en una hermosa margarita que se abrió ante el sol.
—¿Todavía no ha parado? —cuestiona Duncan, tomando asiento a mi lado.
Ruedo los ojos.
—Es Lucas, no hay un botón de apagar más que noquearlo con un golpe.
—¿Golpe? El golpe del destino que concebió al demonio y al ángel para unirse en uno solo. Tú, Bell, el demonio, y Duncan, tú, el Ángel.
—Tú, Lucas, el estúpido —señalo, esbozando una mueca de disgusto—. ¿Te importaría dejar de hablar como tonto? si tu voz fuera música sería un Rock n' Roll asqueroso.
—Eso es totalmente disgustante. Inaceptable. Indebido. In...
—Insoportable —completa Duncan por él—, no sabía lo que era sentir la verdadera angustia hasta que te conocí.
—Joder, jamás me imagine que nuestro amor fuera más fuerte que el que sientes por Bell. Seremos Ducas para siempre, amor —Lucas coloca una mano en su pecho con dramatismo.
—Ese es el ship más feo que he escuchado en mi vida —opino en su dirección.
—Oh, por favor ¿Ustedes que son? ¿Bellcan? ¿Dunell? De cualquier forma se escucha extraño, como si fuera comida para perros —dice, antes de comenzar a distraerse con el libro que sostiene en sus manos.
—Dunell no suena tan mal —murmura Duncan en mi oído.
Lucho contra la sonrisa que quiere dibujarse en mi rostro.
—Calla, me gusta normal, sin nada se ships. A lo natural y simple.
—Desafortunadamente, tratándose de ti no se puede obtener nada natural —bromea. Lo empujo suavemente colocando mi mano en su hombro en señal de protesta. Suelta una pequeña risa—. ¿A qué hora te vas?
—Miller me dijo que vaya tres horas después de la hora acordada, me iré aproximadamente a las doce y media si tenemos en cuenta que ahora tengo auto. ¿Por qué?
—Estaba pensando en que podíamos...
—Hey, Hey, Hey... ¿Qué es lo que pasa aquí? —Lucas toma asiento, o, en otras palabras, se acuesta justo en el medio de ambos de manera incómoda. Con una sonrisa burlona en su rostro, coloca sus brazos hasta rodear nuestros hombros. Ese imbécil...—. Ahora sí, Evans, puedes decirle a tu esposa y a tu amante qué estabas pensando que podíamos hacer.
Duncan trata de verse serio, al cabo de unos segundos una ligera sonrisa se dibuja en su rostro. A pesar de que ese simple gesto hace que mi corazón lata rápidamente, mantengo mi expresión seria porque cuando Lucas se propone volverse más insoportable de lo que es en realidad, resulta totalmente hostigante. Fastidioso.
—¿Exactamente quién es mi esposa y quién es mi amante? —cuestiona. La diversión haciéndose patente en sus cuerdas vocales.
Hombres....
Ruedo los ojos, no puedo creer que le este siguiendo el juego.
—Obviamente yo soy tu esposa y Bell es la entrometida que con sus raros... ¿Ah? ¿Eh?... ¿Encantos? —frunzo el ceño con evidente molestia—, te enredo entre sus sábanas. Esperen un momento ¡Sábanas! ¿Ustedes dos ya...?
—¡Lucas! —chillo. El pelinegro lanza una carcajada al aire—. Mejor será que te vayas callando porque conozco tus puntos débiles, y no dudare en usarlos.
—Conozco tus puntos débiles y no dudare en usarlos —balbucea como una niñita tratando de molestarme. Gruño en respuesta—. Mis puntos débiles no son los perros así que deja de gruñir y de reír para abajo, es jodidamente fastidioso.
—Fastidioso seras tu, tienes diecisiete años pero pareces un mocoso incapaz de mantener la boca cerrada o quedarse quieto.