Entre Muros Grises

Capítulo 19 (Parte 1)

 

 

Todo mi cuerpo se tensa. Cierro mis ojos con fuerza ante el dolor que me embarga al escuchar su voz y, sin embargo, ese dolor no es nada comparado al de verlo. Mis ojos se encuentran con los suyos y para mi desgracia, no han cambiado en absoluto. Siguen igual de rojos que la ultima vez, su aspecto es igual o más demacrado que la última vez y su olor... huele a lo que siempre a olido desde que tenía doce años: droga y alcohol.

No debería sentir nada. De todas las personas que conozco, ésta, es sin duda una de las que no merece mi afecto; sin embargo, todavía lo hace. Todavía me afecta mirarlo más de lo que me gustaría admitir.

Se siente como un golpe en el estómago. Como un gran balde de agua fría cayendo sobre mi, como una enorme patada en todos los lugares de mi cuerpo. Al verlo me siento asquerosa, sucia...

Su olor es tan fuerte, que me marea y sus ojos, aunque lucen como si se fuera a romper, no causan nada más que asco en mi. Si existe algo a lo que le temo más que a los sentimientos ajenos es a él. A éste hombre.

Mi corazón late fuerte contra mi pecho, tengo la pequeña sensación de que puedo escucharlo luchar entre cadenas, como si se quisiera ir pero no tuviera escapatoria. Tal vez sea el shock lo que me mantiene por unos minutos ahí. Ahora sé porque el lugar me inspiraba tanta paranoia, este lugar es en el que permanece él. Este lugar es en el que "trabaja" para hacer una mierda su vida. He tratado de evitarlo a toca costa, y aún así, con el pasar de los años, olvidé como se veía. Él no, pero el lugar, sí.

Despierto haciendo lo primero que viene a la cabeza, irme. Giro sobre mis talones con una sola intención, dice algo detrás de mi pero no me detengo a procesarlo. Es como si actuara por inercia propia, como si no fuera yo quien manejara mi cuerpo, peor aún así siento el inevitable nudo en mi garganta arder con fuerza.

—Bell... —su voz suena pastosa, lejana, dolida...—. Bell, no me dejes. Bell, mi cielo, no tienes idea de cuanto te he extrañado. Bell —su tono de voz ha subido varios tonos pero no permito parar—. Bell —gruñe, cuando menos lo pienso una de sus asquerosas manos envuelve mi muñeca con fuerza—. ¡No te vayas, Bell!

—Suéltame —trato de sonar firme pero sueno débil y temblorosa.

Un jadeo ahogado sale de mi en el momento en que presiona con más fuerza en mi muñeca. De un movimiento rápido golpea mi espalda contra la pared. Trato de irme, trato de dar patadas, trato de hacer lo que sea contra sus acciones y la oleada de recuerdos que lucha por atraparme.

"¡Debo salir, debo hacer que se aleje!"

—Pequeña zorra de mierda ¡¿Es qué acaso no me escuchas?!

—¡Suéltame! —chillo.

—¡Eres una perra malagradecida! —exclama tomándome por los hombros con fuerza para poco después empujarme con fuerza contra la pared. Trato de aprovechar el momento en que comienza a buscar algo entre sus bolsillos del pantalón pero es mucho más rápido que yo—. ¡¿Qué puta mierda crees que haces?! ¡Quédate ahí perra!

Me remuevo con más fuerza. Elevo mi rodilla hasta poder dar justo en aquella parte en donde sea que le dolerá, cuando lo hago, aprovecho el tiempo en el que se dobla sobre su eje para irme.

Todo mi cuerpo tiembla solo porque se trata de él, si fuera otra persona, tal vez me hubiera ido con la tranquilidad de que escapé, pero no... con él todo es malditamente diferente. Con él todo mi cuerpo tiembla ante el miedo que me invade.

Una mano se enrolla en mi tobillo provocando que caiga de golpe. Una especie de gemido lleno de dolor sale de mi. Expulso patadas a diestra y siniestra escuchando las palabrotas de porquería que lanza hacia mi.

Siempre me pregunte qué es lo que podría pasar cuando me viera, una parte de mi no esperaba un enfrentamiento como este. Esperaba encontrármelo en un callejón totalmente bebido sin poder moverse. Esta situación es sin duda peor.

Siento la necesidad de gritar, e incluso de llorar, porque sé, siento, que se esta levantado. Sé esta levantando y yo todavía sigo en el suelo. ¡Mierda, todavía sigo en el maldito suelo! Su mano se deshace del agarre en mi tobillo, y tomo eso como una oportunidad de escapar. Oportunidad que se ve aplacada en el momento que una de sus manos toma gran parte de mi cabello. Un grito de dolor se me escapa y la necesidad de gritar el nombre de Duncan nunca la sentí tan fuerte. Entonces, mi cabeza se estampa contra el muro con una fuerza que me descoordina.

—¡Me dejaste todo este tiempo, hija de la gran perra! —tiempo después, lo que siento es un fuerte golpe contra mi mejilla. Siento la sangre en mi lengua, mas allá de eso, el ardor en mi mejilla es insoportable—. ¡Eres una gran perra de mierda, Bell! ¡Lo sabes, ¿no es así?! —toma un puñado de mi cabello para hacer que lo mire a la cara—. ¡Debería de matarte, puta zorra! —cierro mis ojos previniendo el golpe pero... no siento nada.

Pronto su asqueroso tacto desaparece. Los sonidos de dolor no salen de mi, salen de él, y el causante es... Duncan. Duncan lo está golpeando y luce jodidamente furioso. No recuerdo haber visto alguna vez a Duncan furioso, para empezar, no recuerdo haber visto jamás a Duncan golpeando a alguien.



#49032 en Novela romántica

En el texto hay: oscuridad, el primer amor, muros

Editado: 24.12.2018

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