—No lo sé, no lo sé, no lo sé, no lo sé, no lo sé.
—Bell.
—Esto es algo muy apresurado, demasiado apresurado. No recibo ese tipo de invitaciones todos los días. Pídeselo a Lucas.
—Ya hable de esto con él.
—¿Te dijo que no?
—Él ya ha salido de aquí, tu no.
Maldición, es cierto. Hace unos años salió con Sophie, su madre, y una compañera de ésta misma a la parte de bonita de Detroit. No sé como hizo para llegar vivo pero lo hizo, salió, entro, e incluso me trajo un pequeño detalle junto con un libro que se suponía que iba a ser para mi. Tuve que esperar a que se lo leyera para después leerlo yo.
—Vamos, Bell...
—Creo que debes dejarme pensarlo.
—Son solo dos días, luego todo volverá a ser normal.
La vida puede dar un giro impresionante en tan solo un segundo. Imaginen qué tipo de giros daría en dos días.
—No lo sé, dame... déjame pensarlo ¿quieres? —expulso una bocanada de aire—. Eso también va para el idiota que se encuentra a medio paso de hacerse presente desde el pasillo.
Lucas rueda sus ojos con fastidio caminando hacia nosotros hasta dejar la mochila encima de la mesa.
—Abran sus cuadernos y terminemos con esto.
Una cosa es recibir unos zapatos, una cosa es recibir un celular pequeño de marca Nokia. Una cosa es eso, y otra es que te quieran llevar a New York por dos días. Son tres situaciones diferentes, cada una con distinto valor, cada una con distinto precio. Estas son comodidades que nunca me he permitido recibir, y aún así las estoy recibiendo.
Nunca he salido de este lugar, lo he reiterado tantas veces que podría parecer el disco de Rihanna que cada vez repite la palabra Work. Irme dos dos días no solo implicaría dejar a Maxon solo, implicaría dos días de trabajo perdidos, dos días de escuela perdidos, dos días de todo perdidos. Aunque, para ser sincera, eso se podría solucionar de una manera muy fácil: Maxon se quedaría con Lucas, en las noches Lucas lo llevaría a casa para que cuide de mama, los dos días de trabajo los repondría haciendo horas de mas, y en cuanto al colegio puedo desatrasarme con facilidad.
El caso es que una parte de mi no quiere aceptarlo.
No es que tenga miedo, debo admitir que la idea de observar el Time Square me resulta fascinante. Como dije antes, nunca he salido, y salir para mi significaría un respiro.
Solo... No lo sé...
Es algo en el ambiente, algo en mi que me retuerce el estómago. Realmente no quiero dejar a nadie solo ni siquiera por dos días.
Ocurrió un día que yo no fui al colegio debido a que tenía fiebre, Lucas apareció como loco buscándome de lado a lado. Básicamente, me hizo salir de la cama chorreando mocos por la nariz para que no mola la puerta a golpes.
Tal vez sea eso. Me preocupa alejarme. Que algo suceda con Hannah, con Maxon, con Lucas... incluso con mi madre. Es jodidamente preocupante.
Tengo tiempo para pensar.
El plan que tiene Duncan se trata de irnos el lunes, según él, nos iríamos en una camioneta enviada por su padre. En unas horas llegaríamos al aeropuerto de Detroit, no sin antes hacer unas cuantas paradas, y en menos de lo que canta un gallo abordaríamos un avión directo a New York. Llegaríamos y me parece que habló algo acerca de una cena o algo por el estilo. Estariamos aquí miércoles.
Muchas cosas puedan suceder en dos días.
Además, ¿Cuánto cuesta un boleto a New York? ¿Qué hay de la comida que comeremos allá? ¿Cuánto cuestan los cuartos de un hotel? ¡Mierda! mucho dinero, es demasiado. Demasiado, demasiado.
Necesito respirar. Es martes, tengo miércoles, jueves, viernes y sábado para pensarlo.
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—Bell, ven aquí —Jules me toma del hombro con suavidad como si me fuera a contar un secreto.
Hay una ligera sonrisa adornando su rostro, muy diferente al mío porque ya es viernes y tengo dos... No, un día para decidir.
Por unos segundos me siento confundida. Es decir, estamos detrás de un muro observando a la misma institución de siempre, viendo a las mismas personas de siempre...
¿Qué...?