—Creo que éste no es uno de mis días favoritos —esbozo una mueca, sentándome en el sofá al lado de Lucas—. Siento un estúpido revuelto en el estómago, como si algo malo pudiera suceder en cualquier momento.
Dirijo mi vista al sencillo reloj colgado en la pared de la casa de Lucas. Dentro de una hora tengo que estar en el trabajo.
—¿Es por lo que paso la noche del viernes?
Expulso una bocanada de aire.
En el momento que dejamos a Duncan y a Hannah en casa, mientras conducía el auto, le conté absolutamente todo. Aunque perdió un poco de tensión en el momento que le conté que no me había hecho daño alguno, su rostro me decía que ese no era el único motivo de su previa molestia.
Lo que me habían dicho esa noche era una amenaza. Una muy muy clara amenaza en la que se hacia evidente que tenían una idea próxima sobre quién está cambiando un poco las cosas por estos lugares.
Eso, fue lo que hizo que Lucas se volviera como mi sombra durante los siguientes días. No solo él, también Maxon. Como si mi hermoso amigo sintiera la misma necesidad que Lucas de cubrirme la espalda o sobre-protegerme para que nada me pase. Incluso aunque ni Lucas ni yo le hemos contado nada de esto a Duncan, ya sea por las acciones de Lucas o de Maxon, o de cualquier otra cosa, entiende que algo se me vino encima como para permanecer con un ojo atento a mi.
No me molesta que lo estén, solo que aveces se vuelve sofocante.
—Hable con Barry sobre eso el día de ayer.
—¿Qué? ¿Por qué hiciste eso? —prácticamente chillo, frunciendo el ceño en su dirección.
—Porque ese tipo no es cualquier persona, Bell —su voz se alza un poco más que de costumbre en todo de autoridad—. No es alguien que se droga, tampoco alguien al que sus padres lo abandonaron, y si es así, el muy imbécil de mierda se lo tenía bien merecido. Es un asesino Bell. Él y su grupo de pandilleros lo son.
—Ese no es motivo para...
—¿Qué crees que la agencia que están formando hagan con los asesinos? —cuestiona con un tono lleno de ironía—. Piénsalo, envían a los jóvenes que necesitan urgencias a hospitales, a los niños abandonados a lugares seguros, a drogadictos a centros de rehabilitación, personas que merecen realmente ayuda. ¿Crees que alguien como él se merezca algo de eso? —niega con al cabeza frenéticamente. Lucas se levanta del sofá frotando sus manos sobre su rostro—. Se aplica justicia, y justicia es denunciar. Denunciar ahora que tenemos el poder de decirle a personas de autoridad lo que pasó, tú más que nadie debería entender eso.
—Lucas...
—¡Abre tus ojos Bell! —pego un brinco en el lugar que me encuentro por el repentino tono—. ¡Te han amenazado! ¡Un asesino de mierda te ha amenazado! ¡No permaneceré callado ni aunque me cosan con puntos la boca! ¡¿Entiendes?!
—Lucas —mi tono es suave. Me paro del sofá, colocando una mano sobre su hombro en un intento de tranquilizarlo. Al principio rehuye de mi mirada, pero poco después, aún con el ceño fruncido, se queda observándome hasta que su respiración se ralentiza—. Lucas estoy aquí, no me voy a ir. No esta mal que lo hayas denunciado, está muy bien; tan solo me hubiera gustado saberlo antes.
—Ellos lo encontrarán, Bell —envuelve sus manos con suavidad en mis hombros—. Ellos lo harán pagar por lo que hicieron, pero hasta que lo encuentren...
—Hasta que lo encuentren mantente tranquilo —interrumpo en tono suave y relajado—. No me va a suceder nada malo, estoy bien, estamos bien. Lucas, si él o su pandilla, quién mierda que sea quisiera venir a cortarme la cabeza ya lo hubieran hecho —sé que esa no es una buena excusa, y por la manera en la que me dedica una mirada de pocos amigos él sabe que tampoco lo es—. Aunque hayan cambiado muchas cosas el hecho de que al salir todavía nos puede matar una bala en la cabeza no ha cambiado. No él, no su pandilla, cualquier otra persona ya sea porque nos quiera robar o vender, o cualquier otra mierda que se le meta en la cabeza. Lo sabes ¿no es así?
—Lo sé —asiente, soltando una bocanada de aire. Retira su toque de mis hombros colocándose recto—, claro que lo sé. Pero la última vez que recibimos una advertencia como esas...
—Eso no va a pasar. Lucas, a él no le hubiera gustado que pensáramos de esa manera.
—Hay muchas cosas que a él no le hubieran gustado y que mandamos a la verga.