—Bell, no tienes que hacerlo si no te sientes lista. Todavía te estás recuperando.
—Jules agradezco tu atención en todos estos días, pero necesito saber que mientras me hospedo aquí puedo ayudar en algo.
La mujer de al menos veinticuatro años pasa una mano por su cabello en un intento de pensar en algo que hacer. He visto bastantes gestos de su parte en dos semanas como para darme cuenta de ellos. Jules no es una persona difícil de leer, es un libro abierto bastante interesante y cautivador. Su presencia, su preocupación, su compasión, su amabilidad, quien no quiera a Jules debe estar completamente loco.
—Me ayudas quedándote en casa ¿sabes?, Barry todavía no ha encontrado a ese maleante y...
—No me puedo quedar en cautiverio, necesito salir —no lo digo de manera brusca, sino de manera suave porque me veo incapaz de mostrar algún tipo de rudeza ante su persona después de todo lo que ha hecho por mí—. Déjame hacerlo ¿si? Déjame volver a realizar mis labores y comenzar a ir la a la escuela desde el día de mañana. Mi cuerpo ya no duele demasiado, los golpes son apenas notorios y el esfuerzo que tengo que hacer no es mucho.
Su vista permanece fija en mí, entonces suspira profundamente.
—¿Prometes que si te duele algo volverás?
Asiento, con una ligera sonrisa en mi rostro.
—Volveré Jules.
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—¿Pero qué es lo que sucedió aquí? —susurro, en un tono bajo completamente desilusionado.
—Pensé que sería mejor que lo vieras por ti misma a decírtelo por un mensaje —aún escuchando la voz de Grayson mi vista se mantienen fija en el local que ahora no parece nada más que un depósito de basura.
—Pero qué...
—Lo encontré de esta manera, hace una semana —coloca las manos entre sus bolsillos, dedicándome una mirada de disculpa—. Todo estaba completamente dañado a excepción de los autos que no eran de propiedad nuestra afortunadamente. Lo otro o fue robado, o fue destruido.
—¿Dejaron alguna notas las personas que hicieron esto o...? —la realización viene a mi mente como un balde de agua fría—. ¿Hace una semana? —Grayson no responde a ninguna de mis preguntas, se queda callado—. Grayson fue...
—Fue culpa mía, Bell —me interrumpe. Nos quedamos en silencio ante su confesión, ladea su cabeza para mirarme con sus ojos verdes—. Un día antes de este desastre había terminado de pagar la deuda que, una vez te dije, le debía a alguien. Creo que trataron de dejarme en claro que ni aunque pagara todo lo que debo puedo libre —esboza una mueca—. Sé que les quitaron a ustedes su trabajo, y a mí el principal fondo de mis ingresos, así que lo lamento. En especial a ti que no solo trabajabas por dinero, te gusta lo que haces.
Me gustaba...
No hay manera de solucionar nada de esto, porque ninguno de nosotros, ni yo, ni Grayson, ni los otros trabajadores posee la plata necesaria, ni siquiera aunque reunamos entre nosotros. El lugar está completamente destruido, y, aunque una parte de mí al principio pensó que la pandilla de Van Wilfrey fue la causante de esto, me siento mal por los demás, por Grayson ante todo.
La puerta que sellaba el local yace tirada en el suelo con torcidos antinaturales. Nada que decir de lo que hay adentro, no hay herramientas, como dijo Gray, si no fue dañado, fue robado. Pedazos de grava se encuentran en el suelo, destruyeron la buena pintura del local, rayando las paredes con grafitis y palabras obscenas. Lo demás... lo demás esta vuelto nada.
—Creo que puedo ayudarte —murmuro.
Una risa amarga escapa de Grayson, entonces lo miro.
—No con el local, a trabajar en otro lugar, puede que no te guste pero te ayudara, y puede que tal vez alguien te ayude a solucionar lo que tienes con los idiotas de esa deuda.
—Bell... —sé que cree que no tengo idea de lo que digo; sin embargo, tengo idea de cuando una persona se siente una mierda. Porque la verdad es que yo me he sentido una completa mierda con el correr de los días después de que me sacaron de casa. Grayson suspira profundamente, ofreciéndome una sonrisa—. Agradecería todo el apoyo necesario, siempre que no me meta en más problemas de los que estoy metido.
—La clave de la palabra ayuda es salir de los problemas, no adentrarte en ellos —ruedo los ojos, con una leve sonrisa en un intento de mejorar su estado sin importar que el mío tampoco sea el mejor—. Te sorprenderé, créeme.