—¿Lista?
Sacudo mi cabeza de lado a lado en negativa.
—Podemos hacerlo después, si deseas —sugiere Lucas, a quien le dedico una mirada especial.
—Si lo aplazamos no voy a llegar a nada. Además, no puedo pedirle permiso al dueño del restaurante todos los días hasta que reúna el valor.
—¿Quieres que te acompañe entonces?
—No, necesito hacerlo yo sola —asiento para mí misma, ajustando la correa del maletín que llevo colgado en mi hombro para luego tomar una inspiración. Comienzo a caminar hacia la parte del callejón, el sitio en el que le dije a su jefe que le permitiera salir.
No es un lugar muy bonito para hablar, claro que, tampoco es que piense quedarme a conversar con ella por mucho tiempo, y aun así, me siento nerviosa. Me siento malditamente nerviosa cuando lo que debería estar enojada.
Paso por los enormes tarros de basura hasta estacionarme en la puerta para esperarla porque no ha llegado. Trato de prepararme mentalmente para lo que voy a hacer pero no tengo tiempo de procesarlo cuando Mary, mi madre, aquella me dijo que debió de haberme tirado a la calle a mí en vez de a Carl, y que posterior a ello de verdad me tiro a la calle, me observa con sus ojos cafés en una expresión que no sé cómo definir.
Viste el uniforme del restaurante; aquel vestido color crema con el delantal blanco y sus habituales sandalias. Hay ojeras bajo sus ojos pero no creo que sean exactamente de preocupación por mí, creo que es por ella. Pronto vendrá el alquiler del mes y ahora que me ha sacado no tengo manera de ayudarla, mucho más aun cuando no tengo trabajo. Maxon, de la misma manera en que no está para mí, tampoco está para cuidar de ella. Admito que, antes de que todo sucediera me había prometido a mí misma llevarla y traerla en mi auto, así tuviera que despertarme más temprano que de costumbre o ausentarme del trabajo, pero como hemos visto las cosas se dieron de manera diferente.
Trato de decirme que no es mi culpa, Mary siempre se ha visto cansada desde hace mucho tiempo, es por eso que cuando tuve la edad trate de ayudarla. Nunca le dije a nadie esto, pero tenía la esperanza de que al conseguir yo un trabajo para ayudarla, ella podría dejar de trabajar a tiempo completo, para establecer un horario medio y pasar tiempo conmigo. Como muchas de las cosas que mencione antes, eso tampoco funcionó, porque ella no pidió nada, y creo la situación no hubiera sido diferente si yo le hubiera mencionado la idea.
Me doy cuenta entonces, que la persona de la que más he esperado, más me he ilusionado, y decepcionado, es nada más y nada menos que mi mamá. Porque sin importar las ilusiones que tuve, las cuales algunas me esforcé para tratar de cumplirlas, para esperar a que ella moviera un dedo como iniciativa, nunca sucedieron. Cada que pensaba que algo podría ayudar a mejorar nuestra relación ella no hacía nada, supongo que a fin de cuentas desistí. No puedo esperar ser el cielo de una persona cuando esa persona es su propio cielo, así como también no puedo esperar ser el cielo de una persona dando todo de mi mientras que ella no pone iniciativa para una relación más fuerte. Ella nunca quiso que fuera su hija, yo sí quería que fuera mi madre
Aclaro mi garganta, incomoda ante el escrutinio de su mirada.
—No vengo a molestarte, ni a hacerte nada —digo, en el momento que ella ve de lado a lado como si la esperara un conjunto de bandidos escondidos a modo de venganza.
Ese pequeño acto me llega hondo, aunque no puedo culparla porque la gente aquí es muy vengativa.
Vamos Bell...
—Necesito que firmes algo, y entonces te librarás por completo de mí mucho más de lo que ya lo has hecho hasta el día de hoy —abro la maleta que tengo colgada en el hombro para sacar la carpeta en la que se encuentran las hojas que tiene que firmar. Se limita a verme confundida mientras se la entrego, en el momento que comienza a pasar página por página me obligo a explicar—. Hace unas semanas una profesora del colegio, quien me ha brindado la vivienda que me falta, me inscribió en un examen que permitiría o no mí entrada gratis a uno de los mejores colegios de Boston. Como verás, hice el examen y aprobé. Necesito que firmes lo que hay ahí para que pueda ir.
—¿Qué...?
—No hay letras pequeñas ni nada de eso, no te estoy demandando y, en todo caso, eso mismo trato de evitar. Mi profesora será mi tutora, la persona con la que viviré y que me cuidara en Boston. Cuando firmes una trabajadora social te mandara informes sobre cómo voy en allí, solo tendrás que firmarlos en caso de algún pedido mientras cumplo la mayoría de edad.
—¿Qué pasa si no firmo?
Curvo mis labios en una sonrisa amarga.
—Me estarías echando de otro hogar —trato de parar las palabras que pensé decir después de eso porque ahora no quiero hacer uso de la lengua afilada que lucha por hacer de las suyas.