La puerta del capo del auto de Barry, en donde iremos camino al aeropuerto junto con Jules dentro de pocos minutos yace abierta. Pienso ayudar al susodicho a colocar maleta por maleta pero parece entender a la perfección que tengo asuntos más significativos y emocionales que atender, que introducir todo el equipaje. Además, Jules que está al lado mío también puede ayudarle. A pesar de eso, por cortesía, pregunto si eso está bien, y cuando recibo su respuesta afirmativa me dirijo en dirección a Sophie.
La noche anterior, y gran parte de la madrugada la pase en casa de Lucas. Duncan también estuvo ahí, fue lindo; Sophie también se quedo despierta con nosotros hasta que su cuerpo aguanto. Admito que al formar parte del entorno familiar de Lucas la pequeña se volvió como una hermana para mí y tal vez yo para ella. Puedo comprobarlo en las lágrimas que corren por sus mejillas, y en la forma en la que me abraza con fuerza.
La envuelvo en mis brazos, sintiendo sus lágrimas mojar la camisa blanca que llevo. He visto a Sophie crecer, cuando la pequeña se aleja de mis manos me doy cuenta de lo grande que está; de lo grande, inteligente e increíble que llegara a ser la mujer que se ha ido formando poco a poco frente a mí, y así ya no la siga viendo, sé que su crecimiento será cada vez mejor, que ella será uno de los mejores seres humanos que puedan existir en este entorno.
—Sabes que no me iré para siempre ¿cierto? —retiro una de las lágrimas que caen por su mejilla con mi dedo pulgar.
—¿V-volverás?
—Puede que sí, o tú podrías visitarme algún día.
—¿P-odemos visitarnos las dos?
—Claro que si Soph —levanto la palma de mi mano para chocar cinco con ella. Ríe, y admiro la semejanza existente en los ojos y el cabello de los hermanos Richie—. Eres una niña muy fuerte, valiente e inteligente. Obra con sabiduría y notaras como poco a poco las cosas tomaran un rumbo que te beneficie tanto a ti como a los otros.
—¿Entonces nos veremos cuando yo obre con sabi... sabru.. sab...?
—Soph, nos veremos cuando el tiempo nos lo permita —ruedo los ojos—. Y la palabra es sabiduría.
—Sabiduría —repite la pequeña, asintiendo continuamente—. Sabiduría.
—Ahora —chasqueo la lengua—, te deje el peluche que querías en tu cama.
—¡¿En mi qué?! —chilla, creo alcanzar a ver a Lucas esbozar una mueca. Sophie, salta con sus dos pies continuas veces. Hace ademán de correr al apartamento, pues estamos posicionadas en la acera, pero luego parece acordarse de algo en el momento que vuelve.
Una vez más la recibo en un abrazo que dura unos segundos.
—Te voy a extrañar Belly —dice cerca de mi oído, deja un beso en mi mejilla para salir corriendo a su apartamento. Creo que escuchar a su mamá regañándola por correr rápido, seguido de un grito de emoción, supongo que el peluche de Stitch realmente estaba hecho para ella.
—Ahora va a vivir, casarse, bañarse, irse al colegio, estudiar y molestar con ese muñeco. Gracias por tu regalo de hasta luego Bell, jamás nadie me había hecho un favor tan increíble —espeta Lucas, apareciéndose en mi campo de visión.
—Sophie debería estar agradecida, yo soporto más a un peluche que a ti —lo molesto, poniendo los ojos en blanco—. Además de que Stitch a pesar de ser azul es bastante bonito.
—Ya hablamos de las mentiras Bell —arquea una ceja—. Ambos sabemos que te gustaría tener ver a alguien tan bonito como yo todos los días.
Esbozo una mueca de susto, a lo que él ríe antes de que nos abracemos.
—Ya dijimos todas nuestras cursilerías ayer ¿recuerdas? —menciona, cuando nos separamos.
Sé que esta bromeando, pero también sé que tiene los nervios de punta, puede que otros no lo vean pero yo sí.
—Y seguiremos diciendo cursilerías el resto de nuestras vidas, Lucas. Relájate, tomate un café, comete un Snicker...
—Que graciosa ¿Me enviaras imágenes de Boston?
—¿Quieres imágenes? —arqueo ambas cejas en su dirección—. Bien, tú lo dijiste. De ahora en adelante, desde el momento en el que llegue te enviare imágenes, ya veremos qué hacemos con los libros.
Lucas aplana sus labios como si estuviera oprimiendo una palabrota. Al cabo de un minuto extiende un libro que ni siquiera me había dado cuenta que tenía en mano.