Entre Nosotros

Capítulo XIII

Capítulo XIII

 

Unos golpes fuertes e intermitentes retumban dentro de mi cerebro y me despierto sobresaltada. Al momento, un quejido sale de mi boca y debo llevarme inmediatamente las manos a la cabeza. Estoy mareada y la presión dentro de mi cráneo, es sumamente fuerte. No tengo energía para levantarme, no obstante, los golpes no se detienen y debo hacer un esfuerzo sobrehumano para cargar mi peso y ponerme de pie.

Estoy completamente sudada.

¿Qué diablos pasó conmigo?

Como el borracho que está en la cantina toda la noche y lo corren del lugar al amanecer, me levanto entre mis temblorosas piernas y doy traspiés hasta dirigirme a la puerta. Enfocar por la mirilla de la puerta al individuo que quiere molestarme tan temprano, se torna un problema, por lo que termino abriéndola lentamente.

Las figuras de Dulce María y Mia me reciben del otro lado, pero no me reciben del todo bien. Estoy muy mareada en este momento, pero soy capaz de darme cuenta la manera en cómo sus expresiones pasan de estar emocionadas, a parecer casi aterradas.

--- ¡Jessica! ¿Pero qué demonios pasó contigo? --- Dulce María es la primera en entrar, tomarme por los hombros y dirigirme lentamente al sofá mientras Mia cierra la puerta tras nosotras.

Mi rostro se encoje ante su escándalo.

--- shuuu --- le digo, mientras me dejo caer sobre los cómodos almohadones del sofá --- no hables tan fuerte.

--- ¿que no hable tan fuerte? ¿Acaso has visto la forma en la que estás? --- cierro los ojos y me concentro en mi respiración para tranquilizar las ganas de vomitar, sin embargo, es un maldito calvario.

--- Oye, Jess, ¿estás bien? ¿Qué pasó? --- reconozco la voz de Mia de inmediato, también reconozco su perfume cuando se sienta justo al lado de mi cabeza y comienza a masajear mi cabello.

Me revuelve el estómago.

--- ¿por qué vinieron tan temprano? --- pregunto, intentando reanimar mi figura. No obstante, necesito ayuda de Mia para terminar de sentarme.

--- voy por una bolsa de hielo --- dice, y me deja sola con Dulce María.

--- No es temprano, Jess, son las cuatro de la tarde. Creí que estabas bien, ayer te dije que pasaría por ti. Quisimos venir antes porque no contestabas el teléfono.

--- ¿Son las cuatro? --- Pregunto, algo desconcertada. Intento recordar hasta que hora estuve despierta, pero es casi imposible.

--- Sí, las cuatro y media de la tarde. ¿Hasta qué hora estuviste despierta? Hueles horrible.

Casi puedo reírme por ese comentario.

--- no lo recuerdo.

--- ¿Por qué estás así? ¿Qué pasó?

--- recibí un paquete --- confieso, volcando los ojos y llevándome las manos nuevamente a la cabeza. Intento masajearla como Mia, pero no se me alivia hasta que ella vuelve de la cocina y me entrega la bolsa de hielo.

--- ¿un paquete?

--- Un maldito paquete.

--- ¿de quién? --- en lugar de responderle, señalo el suelo en donde se encuentra la caja redondeada con montones de fotografías esparcidas dentro y fuera de la caja, y ella se agacha para recogerla. Mia la ayuda.

--- ¿Ian?

--- Sí, Ian bastardo Ferreira.

--- ¿aún mantiene contacto contigo?

--- ha querido hablar conmigo en estos últimos días, pero no ha parado.

--- ¿te está acosando? --- suelto un sonido chirriante, casi se puede interpretar como una risa.

--- cree que está ayudándome a sanar. Imagino que se siente como la mierda y quiere intentar corregir cada maldito error que cometió. Dijo que no me forzaría y que lo único que desea es que yo esté bien --- bufo con sarcasmo --- en lugar de eso, está perjudicándome.

--- necesitas detener esto, Jess, no está bien. Vas a casarte. Ya tienes una vida. ¿Acaso Adam sabe algo de esto?

--- No, creí que no iba a ser muy duradera su estadía aquí y no quise molestar a Adam por algo que sería pasajero. No entiendo a qué carajos vino. O qué quiere de mí.

--- ¿Te ha dicho algo?

Frunzo el ceño y observo a Mia

--- ¿algo? ¿A qué te refieres?

Se encoge de hombros y toma algunas fotografías.

--- nos dijiste que está muy interesado en hablar contigo, pero que no lo has dejado.

--- ¿cómo hacerlo? ¿Cómo simplemente podré conversar con él, Mia? No creo que sea tan fácil como decir: ¡Oh! ha pasado tanto tiempo, ven, siéntate, come algo y cuéntame por qué me dejaste sola, sin ninguna explicación y desapareciste por completo hace casi siete años atrás.

Muevo la bolsa de hielo y la coloco justo en el medio de mi frente. Siento que los ojos se me saldrán.

--- Sé que seguro es difícil, Jess pero ¿no crees que al menos estarás un poco más tranquila si lo intentas? --- la observo directamente sin comprender y Mia entiende mi expresión --- ¿qué?, no me digas que no sientes curiosidad.




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