Demian
Empecé a realmente disfrutar la fiesta cuando Michael Jackson comenzó a sonar en el estéreo. No pude evitar ponerme de pie y dirigirme al centro de la azotea en donde se encontraba la improvisada pista de baile. Ésta no tardó en llenarse. Todos amamos al rey del pop.
Las pocas fiestas que se han realizado en la fraternidad, desde que llegué, no han estado tan mal. Claramente he ido a mejores estando en California, pero no puedo compararlas. Allá conocía a todo el mundo y siempre era el alma de la fiesta. Ahora solo soy un pez más del mar.
Es extraño pasar de ser el centro de atención a un total desconocido en una ciudad nueva, pero supongo que es lo que hay y debo acoplarme a ello. Tampoco es que esté tan mal. Ya hice un par de amigos. Muchos de ellos dijeron querer enseñarme la ciudad pronto y llevarme a las mejores discotecas. Eso sonaba increíble. Es una de las ventajas de ser bastante sociable.
-¡Demian! ¿Quieres? -Jorge, mi vecino de habitación se acercó con una botella de cerveza en la mano.
-gracias. -Se la acepté y le di un trago refrescandome la garganta de tanto grito en grito con la música.
-si quieres algo más fuerte, luego traerán Vodka y cosas por el estilo. Aún es temprano, así que no te embriagues tan pronto. -me advirtió señalándome y soltando una risa.
-tengo bastante resistencia.
-Así me gusta. Elevó su puño para que lo chocasemos y luego regresó por donde vino.
Bailé otro rato y una chica se me acercó bailando. Me gustaba su vibra alegre, así que no dudé en aceptar su invitación indirecta de bailar juntos. Fue realmente entretenido. Tenía bastante energía y ritmo. No sé quién era, pero sin hablar, me cayó muy bien.
Una vez me animé a preguntarle su nombre, sentí una mano jalarme el brazo con fuerza, alejándome de la chica. Le grité un "búscame" cuando aún la tenía en la mira y luego observé al causante de mi repentina retirada. Era Ian, el lider de la fraternidad. Es uno de los que llevan más tiempo aquí, ya en su último año universitario, con complejo de superioridad.
No es muy de mi agrado, pero debo respetarlo y sobre todo, aguantarlo. Es como si fuese mi jefe. De dos patadas, podría sacarme de esta residencia, en medio de la calle. No quiero eso, sería muy complicado luego explicárselo a mi padre sin que termine malentendiendo las cosas. Prefiero evitar problemas.
Luego de recorrer toda la azotea, observé que en una esquina, todos los nuevos de la fraternidad, se encontraban arrinconados. Éramos 9 hombres en total y todos lucían confundidos de la misma manera. Ian me ubicó junto a ellos, después dos más de su séquito, se acercaron y comenzaron a cuchichear. Éstos ya se habían encargado de llamar la atención del público, teníamos la mirada de al menos 40 personas encima. Nadie nos estaba explicando nada. Así que me dediqué a esperar pacientemente. Aunque la paciencia no es de mis mayores cualidades, por eso al haber transcurrido diez minutos, ya quería gritarle a alguien.
-Bueno soldados. -Ian finalmente se dignó a hablar. Por mi parte, me crucé de brazos, molesto. -9 de los 20 que llegaron este semestre, han sido los sobrevivientes de nuestras pruebas. Esos nueve, son ustedes. Han logrado superar todos los ritos de iniciación y han obtenido los requisitos para pertenecer a mi fraternidad, que prefiero llamar: mi hogar. -dijo llevando una mano a su pecho.
Éste se giró y observó a su alrededor. Todo este rato, había estado hablando en un tono de voz lo suficientemente alto como para llamar a demás gente de dentro de la casa. Todos con sus ojos puestos en nosotros y en nuestro líder.
-Esta noche es especial, ya que antes de hacer el anuncio importante que tiene que ver con los nuevos, me dignare a decir que los puestos de candidatos a nuevo líder de la fraternidad, están disponibles y se elegirá democráticamente cuando ya me toque retirarme. ¡Espero y elijan un líder que haga tan buenas fiestas como esta!
Gritó aún más fuerte y los demás invitados imitaron su acción de gritar.
-Ahora sí, ¡Démosle la bienvenida a los nuevos miembros oficiales de la casa fraternal más importante y genial de toda la NYU! -gritó, señalandonos. Solté mis brazos cruzados y sonreí de lado.
-¡Báñenlos en champaña! -gritó el castaño a su lado.
Abrí los ojos con sorpresa cuando al menos 10 chicos aparecieron de la nada con botellas y pistolas de agua. Que efectivamente no eran agua, para lanzárlo todo encima. A mí, a penas llegaron a mojarme, fui muy hábil y logré escapar y escabullirme dentro del público quienes solo aporreaban cosas sin demasiado sentido. Reí porque realmente fue divertido. Aunque yo ya sabía que ya había entrado.
La confianza es la clave de muchísimas cosas.
-felicidades. -escuché una voz muy familiar. Alcé la vista y me topé con esos bonitos ojos marrones distintivos que ya conocía.
-Julissa. Ya no esperaba verte esta noche.
-Tuve inconvenientes antes de salir de casa y luego en el camino. Hoy realmente no es mi día.
-No me agrada escuchar eso. -fruncí la boca y ella soltó aire.
-sí, bueno, no vine a hablar de mis desgracias ¿me acompañas a buscar una bebida? No conozco muy bien aquí, a penas y sí pude subir.
-por supuesto, déjeme la guío señorita. -dije ofreciéndole mi brazo. Ella enganchó el suyo sin dudarlo demasiado y me siguió por en medio de todo el mar de personas presentes.
-Oye, me sorprende el que a penas te hayan empapado. -dijo de repente.
-La chaqueta de cuero ayuda, aunque mi cabello no dice lo mismo. -sacudí mi cabeza, liberando unas gotas de la bebida que me lanzaron. -apestaré a borracho y a penas he tomado unos tragos.
-Tendrás que ir a bañarte dentro de un rato.
-sí, esperemos y esta fiesta no se alargue demasiado. -suspiré y finalmente ingresamos nuevamente al edificio para la cocina del último, piso, igual de lleno de gente. -¿Qué quieres beber? Trajeron varios tipos de cerveza, hasta creo que hay una alemana. Pero si deseas algo más fuerte, tenemos Wisky, Tequila...