Demian
Entré en la clase y la vi sentada en el mismo lugar de siempre. Dudé mucho en acercarme, pero realmente las cosas no se tienen que poner raras entre nosotros luego del viernes.
Quizá fue el alcohol que ingerí el que me hizo hablar de más.
A pesar de eso, seguimos siendo amigos ¿no? Nada debe cambiar realmente. Así que decidí sentarme a su lado, como siempre. Su cabello estaba suelto y liso en su totalidad, con una diadema naranja aportándole de su frente. Su ropa era una combinación de cafés y naranjas. Los colores terráqueos son su estilo totalmente.
Ella tenía la mirada en su cuaderno en cuanto tomé asiento y la saludé con un ligero "hola". Eso la hizo apartar la vista un momento, pero finalmente me observó con tranquilidad de nuevo. Sé que por su mente pasó lo mismo que yo al principio. Nada raro, solo dos compañeros de clase, que tienen una gran amistad.
-Hola. -dijo.
-¿Qué tal el fin de semana?
-Bastante tranquilo realmente.
-¿cómo sigue tu mano? -pregunté al ver su benda todavía puesta.
-ya no duele, pero sigo usando esto por recomendación de mi hermano. Él solía meterse en peleas cuando era pequeño, así que ya tiene experiencia con esto.
-Me alegra escuchar eso. Realmente fue un golpe fuerte. Tienes suerte de no haberte roto nada.
-sí, supongo que puse el puño en buena posición.
-oye, saliendo del tema un poco... ¿Cómo se llama tu amiga de la fiesta?
-¿Te refieres a Madelyn?
-sí, esa misma.
-¿qué pasa con ella?
-No le vayas a decir nada de información mía. Le dieron mi número y me comenzó a llamar a morir. Tuve que hacerme pasar por alguien más para que me dejase en paz.
Ella soltó una tenue risa.
-le gustaste enserio.
-Sí y me siento sofocado al respecto.
-Bueno, realmente no somos demasiado amigas, así que no te preocupes, no le diré nada tuyo.
-te lo agradezco demasiado.
-de nada supongo. -soltó otra risa y al fijarme en su sonrisa, noté sus labios pintados de rosa. Recordé cierto detallito que vi durante la fiesta, aquel morado que lucía doloroso. Tal vez era el labial el que lo cubría o quizá ya había desaparecido.
No supe cómo preguntarle, así que solo aparté la mirada de su boca, muy disimuladamente y saqué mis cosas para comenzar la clase, unos minutos después de su última frase. Afortunadamente nada de la conversación fue incómodo o raro, fue todo natural como siempre. Como si nada hubiera sucedido. Me dio un alivio enorme el que sucediera de esa manera ya que la considero ya una demasiado buena amiga.
Siempre se quedará en mi cabeza el cómo me cuidó hace unas semanas.
Es una chica especial, de una manera extrañamente inexplicable. Ojalá todas las chicas de la NYU fuesen igual a Julissa. Aunque eso solo la haría común, así que tener a la única es mejor.
3 Semanas después...
Entré en el enorme pent-house que conformaba mi fraternidad, con intenciones de encerrarme en mi habitación para estudiar. El tiempo se ha ido volando el último mes. Ya casi vamos a exámenes de nuevo y quiero mantener mis notas en sobresaliente. Tengo una hora para hacerlo antes de ir a mis entrenamientos de fútbol. Habrá partido pronto, hay mucho de lo cual encargarse.
Al cruzar por la puerta, un olor sumamente fuerte a nicotina y algo muy parecido a la marihuana se sintió. Sé el olor de muchas hiervas alucinógenas gracias a mi abuelo. No porque él las consumiera, si no porque él quería que estuviese preparado para cualquier situación. Él nunca tuvo problemas con que yo tomase alcohol, sin embargo con el tema de las drogas, era diferente. Eso sí que no lo deseaba en mi vida, me metió en la cabeza el nunca probar nada de eso y pienso siempre hacerle caso.
Varios integrantes de la casa estaban sentados fumando y bebiendo mientras veían un partido de fútbol. Necesito salir de aquí, pronto. No quiero inhalar ese aroma, ni que se me impregne en la ropa o mochila. Hoy tengo cena con mis padres porque adivinen quiénes se mudaron a Nueva York desde California solo para perseguirme y seguir controlando mi vida. Sí, ellos, más bien, mi padre. Quiere que vaya a cenar con ellos a su pent-house y estoy seguro que mamá me pedirá quedarme a dormir, así que deberé llevar mi mochila y algunas cosas.
-¡oye, Demian! -Michael, un rubio que habita a unas puertas de mi habitación me llamó. -¿quieres un poco? Es de excelente calidad. -dijo teniéndome su puro.
-No gracias, no consumo esas cosas.
-dale, no seas así, esto te hará sentir en las nubes.
-Ya dije que no. -insistí y seguí mi camino.
El resto de los chicos comenzó a abuchearme, sin embargo no les presté atención. No me interesan esas cosas, solo sirven para quemarte el cerebro de a poco.
-¿A tí también te ofrecieron? -Carl, mi nuevo compañero de habitación habló una vez crucé la puerta. Tenía un libro en manos, recostado en el colchón de su cama, con los pies alzados contra la pared.
-sí, ¿desde cuándo consumen eso aquí? Pensé que no estaba permitido.
-bueno, el gran alfa antiguo se fue, el nuevo parece no importarle el que muy probablemente los descubran y expulsen de la universidad.
Solté un suspiro.
-y seguro que nos suspenderán por encubrirlos.
-sí, nos tacharan de cómplices por no reportarlos.
-Entonces lo mejor es hacer algo al respecto. Mis padres me matarán si se enteran que me suspendieron por algo como esto.
-te escuchas muy niño de mami y papi cuando dices cosas así. -él soltó una risa y apartó el libro.
-Ya te he dicho que no lo soy. -Le lancé mi almohada y fui en busca de mi ropa y libros.
-hijo único, de padres extremadamente adinerados, sí que lo eres.
-cállate de una vez ¿sí?
-no te enojes Demian, no tiene nada de malo eso.
-tu tono de burla dice lo contrario. -lo observé de reojo acomodarse en la orilla de la cama.